𝐀𝐧𝐞𝐦𝐨𝐢𝐚

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—¿No puedes dormir? —preguntó Louis observando el perfil de su amante, viendo como este solo dirige su atención al techo. Lo miro parpadear y derramar lágrimas—. Hazza, ¿qué pasó, cariño? —preguntó preocupado, acercándose lo suficiente como para besar su piel húmeda.

—Cuando te vi por primera vez... —musitó Harry echándose de lado, enfrentando al ojiazul—. Pensé que sería cuestión de tiempo para que me delataras, pero al enterarte quién era solo me ofreciste la mano —continuó entrelazando sus manos con las de su amado—. Estaba aterrado, siendo honesto, supuse que te alejarías de mí al llegar a Canterville, pero solo te aferraste, aunque no confiaras en mí.

—Me hiciste saber que podría intentarlo otra vez —besó el dorso de la mano de su príncipe—, me permití confiar en ti y no me arrepiento ni por un segundo amarnos de este modo.

—Te amo —sollozó enterrando el rostro en el cuello de Louis—. Me hiciste alguien mejor, alguien que puede ser valiente.

Louis lo sostuvo contra su cuerpo, musitando palabras hermosas y acariciando su piel aún desnuda.

—Te amo también —correspondió besando sus rizos—. Hemos hecho demasiado por el otro, es tan invaluable que deseo darte mi vida entera.

Harry se alejó sorbiendo por la nariz, limpiando sus lágrimas con el dorso de sus manos, respiró profundamente, sentándose en la cama. No pudo enfrentar aquellos ojos oceánicos, así que simplemente observó la luna a través de la ventana.

Volveré a Heyet —reveló antes de quedar en un silencio taciturno—. Deseo que estés a mi lado en este regreso —agregó haciendo puños con sus manos temblorosas, seguía sin una respuesta...

Ese sentimiento repentino, el sopesar esas palabras, aquellas que soltó su amado príncipe, eso era morir por dentro.

Louis no podía engañar a su corazón destrozándose poco a poco, quedando en ruinas con cada segundo de silencio, boqueaba tratando de decir algo, fingir no haber escuchado las palabras de Harry, luchando por abrazarlo y que esto solo fuera un mal sueño.

Su garganta estaba realmente seca, las lágrimas inundaban su mirada con miles de cosas que podrían salir mal, Harry estaba pidiéndole regresar...

—No puedes hacer eso —reclamó al encontrar su voz, aunque temblorosa, trataba de aferrarse a los restos de lo que antes eran su corazón—. Ellos podrían condenarte por traición, t-ú no...

—Soy el único con el poder suficiente para liberar a mi reino del clero —musitó, pero se detuvo al sentir un empujón por parte de Louis.

—¡¿Qué dices?! —gritó liberando sus lágrimas de su opresión resignada—. Vas a dejarme, te quitarán la libertad y condenarán cuando pongas un pie ahí. Y aunque lo lograras, nunca podríamos estar juntos, simplemente no podrías reinar al lado mío. ¡¿No pensaste en eso?!

—¡No será así!

—¡Tú no lo sabes! —espetó tomando sus manos con fuerza—, pedirán un heredero, una reina que deje descendencia, ¿acaso tampoco pensaste en eso? En el dolor que me causaras, en cómo me estás destrozando con esto —reclamó sintiendo sus lágrimas bañar su rostro—. Prometiste no dejarme solo...

Harry tomó el valor de observarlo a los ojos, era una vista que hizo agonizar a su corazón, desearía quedarse, pero era porque lo amaba que tomaba aquella decisión.

—Cariño, confía en mí —imploró limpiando las lágrimas de Louis—, por favor —musitó juntando su frente con la de él.

—Lo prometiste —sollozó—, estás buscando tu final, no hagas esto.

Harry entendió aquellas palabras, supo el valor de ellas y la nostalgia inconmensurable que cargaban, beso aquellos labios por última vez, acarició la piel que tenía grabada en la memoria como fuego.

—Partiré por la mañana —musitó, escuchando como el amor de su vida lloraba aferrado a él, incapaz de soltarlo—. Perdóname.

Fuera de aquel hogar, el viento tocaba fúnebre resintiendo el agonizar de dos almas; El frío luchaba por anestesiar el dolor que causaban las decisiones de dos mortales; La luna perdía su brillo incapaz de alegrar aquella noche, sintiendo a las estrellas consolarla entre una despedida salada por tantas lágrimas.

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Su sentir interno no tenía piedad con su dolor, incrementaba con cada segundo en el que la habitación se aclaraba, dándole bienvenida a un sol al que le rogaba no salir.

Estaba recostado sobre su lado derecho, incapaz de enfrentar a Harry, ¿cómo podría? No tenía el valor, sabía que si lo hacía volvería a derrumbarse.

Aún sentía el calor en la cama, apreciaba el cuerpo ajeno hasta que se movió ligeramente, sabía que se alejaría, se sentía realmente mal, no era necesario derramar más lágrimas para menguar el sufrimiento de un corazón roto.

El tacto cálido de Harry tocó su hombro expuesto, sintió sus labios antes de marcharse.

No supo reaccionar cuando el frío lo invadió por completo, incapaz de sentir algo que no fuera dolor, estaba nuevamente solo, fue dejado ahí como si solo fuera un paraje del que se admira la belleza antes de seguir el viaje.

Qué injusta es la vida para los amantes que solo anhelan una vida junto a su ser amado.

¿Qué podría esperarse? Ella era simplemente indiferente.

Él no era la meta, solo el recorrido que se dejaba atrás con cada paso.

𝐋𝐚𝐬 𝐡𝐮𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐯𝐢𝐚𝐣𝐞𝐫𝐨 // 𝑳𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora