LA SIRENA Y EL LOBO + yoonmin

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Jimin sabía que se acercaba este adiós, pero todavía era difícil aceptarlo.

—¿Lo llevas todo? —le preguntó a Stefan mientras el hombre mayor cerraba el maletero de su auto. Bear caminaba en círculos ansiosos alrededor de los pies de Jimin, moviendo la cola y luego deteniéndose como si sintiera las emociones mezcladas entre ellos.

—Sí, eso es todo.

Era temprano en la mañana, el aire estaba un poco brumoso, pero Jimin sabía que el sol lo ahuyentaría muy pronto. Pero para cuando lo hiciera, Stefan ya se habría ido.

—Lo siento, me voy demasiado pronto —comenzó a decir Stefan—.

Nunca planeé abandonarte la semana después de que calificaras.

—Ya retrasaste tu mudanza por mí una vez. Tu familia te ha esperado tres meses, no es justo hacerlos esperar más.

Jimin se había graduado la semana anterior y ahora estaba completamente calificado para hacerse cargo de la práctica veterinaria de su padre. Stefan había estado trabajando para el padre de Jimin a tiempo parcial antes de su muerte. Posteriormente, acordó continuar esa asociación con Jimin. Durante dos años, dirigió la práctica mientras Jimin estudiaba y ayudaba siempre que podía. Pero la esposa de Stefan había tenido la oportunidad de avanzar en su carrera y toda la familia había decidido mudarse a cinco horas al norte. Stefan había retrasado la salida para darle tiempo a Jimin de terminar sus estudios, mudándose a la casa durante los últimos meses para ahorrar dinero en el alquiler. Su acto desinteresado fue una decisión por la que Jimin estaría eternamente agradecido.

Le tendió una mano hacia Stefan.

—Muchas gracias por todo lo que has hecho. Si no fuera por ti... —No le habría quedado una práctica para que él se hiciera cargo.

—Tu padre fue muy bueno al arriesgarse conmigo. Me alegré de tener la oportunidad de devolverle su amabilidad, si no a él, a ti.

Stefan le estrechó la mano cálidamente y luego abrazó a Jimin.

—Cuídate, Jimin. No te escondas como un ermitaño en la clínica, sal de vez en cuando, habla con la gente, no solo con los animales.

—Lo haré, lo prometo —dijo, sintiendo que se sonrojaba. Se sabía que prefería su propia compañía. Había sucedido lo mismo en la escuela, en la universidad, y era una de las razones por las que no se había ido cuando lo habían hecho sus hermanos. Nunca encajaría realmente con los humanos.

Stefan subió al coche y bajó la ventanilla.

—No seas un extraño, ven a visitarnos —dijo, poniendo el coche en marcha y saludando mientras se dirigía hacia el camino de entrada.

—Lo haré. ¡Buen viaje! ¡Adiós! —Jimin le gritó, sabiendo que no era cierto.

No era como si pudiera simplemente alejarse del refugio, de los animales, de su casa, y no había nadie a quien conociera lo suficientemente bien para confiar en su cuidado. Si Namjoon o Jin todavía estuvieran allí, sería diferente. Pero en dos años, ninguno de los dos había puesto un pie en la cala. Por alguna llamada telefónica o correo electrónico ocasional, tenía la impresión de que las cosas iban bien para ambos. La carrera de Jin estaba despegando. Namjoon estaba ocupado construyendo su negocio. No parecía que hubieran mirado atrás ni una sola vez después de haberse ido. Jimin no solo se sentía abandonado, se sentía... olvidado.

El coche de Stefan desapareció de la vista y un ladrido llamó la atención de Jimin hacia el presente y su rutina matutina. Había amigos que alimentar. Se volvió y caminó a lo largo de la casa, Bear le seguía el paso. El labrador chocolate ladró felizmente cuando se dio cuenta de que se dirigían hacia la comida.