CAPITULO 4

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ALESSIA

Me sentía completamente cansada, después de la noche que tuve. El cuerpo me dolía y no podía dejar de pensar en aquellos hermosos ojos gris - ¡Dios! Me hubiera encantado verle el rostro – Si así eran los ojos. Tenía que ser como un semidiós aquí en la tierra o algún ángel caído.

El toque de su mano en mi cuerpo hizo una sensación extraña en mí. Mi cuerpo se encendió como una chimenea, mi cuerpo vibro, lo poco que pude escuchar de su voz, hizo que tuviera un orgasmo mental.

-¡Cariño! ¿Ya estás lista? – La voz de mi padre me saco de mis cavilaciones obscenas.

Había soñado con esos ojos, con esa voz, con ese cuerpo y con esa altura, lo único que no tuvo mi sueño fue un rostro, pero amanecí tan húmeda, mi corazón queriendo salir de mi pecho y mi centro palpitando.

-¿Cariño? – Volvió a decir mi papá.

-Si. Ya estoy lista ya bajo – Le dije.

Cuando llegué ayer después del intento de secuestro, me tomó entre sus brazos y no queria soltarme. Quise preguntar que iba a pasar con el chico de ojos claros que ayudó a los otros para secuéstrame, pero mi padre dijo que no tenía que preocuparme, que se encargaría. Eso me dio algo de miedo, ya que sus ojos se tornaron oscuros y llenos de sadismo, pero estaba demasiado cansada para pensar en eso.

-No se te olvide desayunar antes de ir a la universidad, no quiero que te descompenses.

Mi padre me cuidaba mucho, era su princesa, la niña de sus ojos, siempre cumplía mis caprichos, no me bajaba la luna porque no se la había pedido.

Me miré por última vez, me gustaba lo que veía. Tenía un buzo rosado manga larga, una falda que me llegaba más arriba de mis rodillas, de cuadros, que se acentuaba muy bien a mi figura, un bolso negro y me había dejado mi hermosa rojizo suelto, con alguna onda. Mis pecas resaltaban y combinaban con mis ojos azules. Me puse un poco de brillo de labios y salí de mi habitación.

Hoy sería mi primer día de clases y esperaba que me fuera bien.

***

Me encontraba en la entrada de la enorme edificación. Sus hermosos jardines que la daban un toque renacentista al lugar. Los jóvenes entraban en grupos, riendo y hablando. Me sentía fuera de lugar, nerviosa, ansiosa, las manos me sudaban – Tu puedes Alessia, siempre puedes – Me dije a mi misma. Tomé un poco de aire y comencé a caminar. Tenía que encontrar el salón de clase o en su defecto la decanatura de negocios internacional.

Iba tan distraía que choque con alguien.

-¡Lo siento! – Dije rápidamente.

-¡Oh! Lo siento yo, no te vi, venia algo distraída – Me dijo la chica.

Hice una O con mi boca, es hermosa, blanca, cabello rizado castaño que le llegaba a la cintura, hermosos ojos cafés, de una hermosa figura, medianamente alta, a diferencia de mí, que medía 1.65 y parezco un minions.

-¡Debí tener más cuidado! – Le dije con una sonrisa amable.

-¿Eres nueva? – Me pregunto tambien con una gran sonrisa.

-Si – Junté mis manos, jugando con ellas – Estoy buscando el salón de primer año de negocios internacionales o en su defecto la decanatura.

-Yo voy para allá – Me estiró la mano – Soy Laura ¿Y tú?

-Yo soy Alessia Veretti – Le correspondí el saludo.

Me dio otra sonrisa y me indico para que la siguiera. Gracias a los cielos encontré a alguien, no iba a soportar estar sola, me gusta siempre tener alguien con quien hablar, soy como una lora, nunca me callo.

LUCIFERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora