[𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝒕𝒉𝒊𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏 - 𝒇𝒊𝒏𝒂𝒍𝒍𝒚]
Cada día le resultaba más fácil aguantar las miradas de los estudiantes que pululaban a su alrededor. Su relación con Saint no pasó desapercibida para nadie, y la verdad, ellos no intentaron ocultarla tampoco. Todos creían que ellos no durarían mucho debido a la fama con la que todos conocían al castaño, pero con el tiempo se darían cuenta lo en serio que iba lo suyo.
El uniforme del equipo le quedaba ceñido al cuerpo y la chamarra negra con letras doradas le daba un aspecto rudo a su apariencia.
Tan pronto como llegó al campo de juego, se quitó la chamarra para sentarse en las bancas y esperar hasta que su chico terminará los ensayos, para entregarle lo que ahora le pertenecía. No pasó desapercibido para la mirada ámbar que desbordaba emoción. Sus movimientos eran lentos y sensuales sin apartar la mirada de él. Pasaba las manos por su cuello, cintura y entre sus muslos sin dejar de sonreírle. Otra vez Saint provocándolo.
Aunque no era el único que apreciaba la belleza de Suppapong. A unos metros se encontraba un grupo de chicos que lo miraban de manera lasciva, haciendo comentarios por lo bajo sobre las cosas que querían hacerle. Por un momento, pensó en ponerse de pie y golpearlos, pero esa idea se desvaneció en cuanto sintió el cuerpo de Saint sentarse en su regazo con las rodillas en dirección a donde iba su mirada.
— ¿Qué estás mirando? — Con sus delgados dedos le giró el rostro para verle.
De cerca era mucho más guapo con sus facciones masculinas e imponentes. Siempre lo miraba con adoración, pero en esta ocasión parecía un poco molesto por algo en especial que él parecía ignorar.
— No me mires así, me di cuenta que tu atención estaba en otro lado, y he venido a recuperarla. — Le quitó la chaqueta de los hombros para colocarla encima de sus piernas y poder acariciar el nombre grabado con letras doradas.
— Mi atención es tuya, bonito. Mi corazón se agita solo cuando te miro a ti.
Una sensación agridulce le hizo quedarse estático y con las mejillas sonrosadas. Perth era un hombre único que siempre sabía que decir; uno en un millón. Era realmente una piedra preciosa en una tienda llena de baratijas. Esas manos grandes acarician sus piernas por debajo de la chamarra negra, alternando besos en su hombro y cuello.
— Odio la manera en la que se expresan de ti, de tu cuerpo, de tu manera de actuar y vestir. Sus comentarios me asquean. — Otra vez su mirada penetrante fue hacia el grupo de chicos que ahora lo observaban con cierta envidia —. Quiero matarlos, realmente quiero hacerlo. Ponerme de pie y romperles el cuello. Será sencillo. — Confesó, chupando el lóbulo de su oído, dejando ir aire caliente.
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[Shooting Stars] ➳ PerthSaint ©
FanficGavik University of Bangkok; la definición de sexo, drogas y alcohol. "Voy a buscarte en las estrellas del cielo. Hasta nuestra próxima vida, Sirio" - Deberíamos terminar. - No puedo creer que haya sido la última vez que escuché su voz. «Certificad...