[Shooting Stars] ➳ PerthSaint ©

[Chapter twenty three - Revenge or love]

[𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒕𝒉𝒓𝒆𝒆 - 𝑹𝒆𝒗𝒆𝒏𝒈𝒆 𝒐𝒓 𝒍𝒐𝒗𝒆]

—  Señora, encontré a este sujeto merodeando por los alrededores, cerca del joven Saint. — Tiró delante de ella a una persona que se cubría con la gorra de su suéter —. ¿Quiere que me haga cargo de él?

Alice se puso de pie hasta quedar parada cerca de su empleado, viendo el momento en el que aparta la gorra para dejar al descubierto a un chico que recordaba a la perfección.

El ceño fruncido, la mirada llena de rabia, sus ojos desbordando lágrimas que empapaban sus mejillas y los labios temblorosos. El miedo era evidente en el conjunto que era su expresión.

— No. — Respondió sin apartar la mirada de aquellos orbes chocolate —. Llama a Máximo, dile que prepare la camioneta.

— Sí, señora.

××

— ¿Esté es Perth? — Preguntó el hombre con sorpresa —. Eres mucho más alto de lo que recordaba.  Me alegro mucho de verte.

Perth se limitó a dedicarle un amago de sonrisa puesto que su cuerpo continuaba tenso. Siempre alerta.

— ¿Puedes llevarnos a un buen café?

— Por supuesto.

××

— Esté lugar es muy bueno. — Opinó Máximo, tratando de animar el ambiente.

— Toma cualquier mesa, Máximo. Pide lo que quieras, yo pago. — Ofreció la señora Alice —. Tengo una charla pendiente con Perth.

El hombre accedió, yéndose a una mesa cercana a la que habían tomado la señora Suppapong y Perth. Estaban lo más alejados posible de las demás personas.

— Puedes pedir lo que quieras Perth. — Le dedicó una sonrisa amable.

Tanapon no bajó la guardia. Continuaba mirando a la señora Alice manteniéndose recto contra la silla.

— Adelante, por favor. — Insistió, acercándole el menú.

Los dedos de Perth vagaron por la carta, leyendo con atención, dando vistazos rápidos a la mujer que tenía delante. Se detuvo en una pasta.

Cuando el mesero llegó a pedir su orden Perth agachó la cabeza, tratando de alguna manera esconder su rostro.

— Qué sean dos pastas, agua y una tarta de almendra, por favor. — Los ojos del azabache brillaron con anticipación —. Tu favorito, ¿verdad?

Asintió tan pronto como el mesero se retiró de la mesa. Se sintió más tranquilo.

— ¿No vas a hablar conmigo?

— Lo siento. — Susurró, apenas audible.

— Solo quiero saber, si vas a responder a mis preguntas. — Recibió con una sonrisa el segundo asentimiento del chico —. ¿Qué hacías entrando a hurtadillas al jardín?