La espera era eterna, no aguantaba un segundo más, ya quería llegar al día de la boda y que sea inolvidable.
- Wey, no puedo creer que nos cansaremos en menos de una semana.- mencionó Samy mientras sonreía hacia su novio.
- Pues debes creértelo, nos casaremos en menos de una semana, y estoy tan feliz, siento que es un sueño y que no quiero despertarme jamás. Solo quiero que sepas que voy a hacerte la mujer más feliz del mundo, desde ahora nadie nos va a separar.
Las sonrisas de ambos se conectaron, sus ojos brillaban al compás, y sus manos se acariciaban las unas a las otras, se podría decir que era una pareja completamente enamorada, y que menos de una semana iniciarían la hermosa vida de casados.
Día de la boda.
Félix estaba igual de nervioso que Samantha, aunque a diferencia de esto, Samantha estaba mucho más confiada, tenía todo listo, desde el vestido hasta cómo se maquillaría para ese día especial.
Félix en cambio estaba confirmando junto con sus amigos y los amigos de ella qué hacerse en el cabello, era algo muy tonto, pero los nervios le ganaban y no sabía qué más hacer dentro de ese lapso de tiempo.
Antes de iniciar, Félix habló con los padres de su prometida, para prometerles que cuidaría y amaría a su hija como si fuera su vida y la única persona que quedara en ese universo, aunque eso era para él en realidad.
Nadie iba a permitir que ese día no fuera igual de especial que todos los días que pasaban juntos, el cielo se tornaba de un color celeste, los preparativos perfectos y la compañía que ella más amaba, él.
Él era todo lo que ella deseaba en ese momento, dar el sí era todo lo que haría, poder vivir la vida de casados con Félix era un sueño más hecho realidad, lo solía soñar pero ahora estaba siendo realidad, su vida se tornaba de colores y sus ojos al verlo brillaban, demostraban amor y alegría, el amor que le tenía no era lo suficientemente grande para describir todos sus sentimientos, lo amaba, y si lo perdía se perdía ella con él, todo era diferente nada sería igual si él no hubiese llegado, lo amaba, y eso no lo cambiaría nadie.
Samantha estaba en una crisis, estaba nerviosa y ansiosa a la vez por su matrimonio, sus amigas la ayudaban a terminar con los últimos detalles su vestido blanco, sus tacones y su peinado.
Parecía un ángel, un ángel salido de una película de ficción, lo que verdaderamente era para Félix, un verdadero ángel a la vista del mundo, una persona que no merecía la maldad de nadie y que merecía ser amada, y Félix se encargaría de ello.
Llegar al altar y verla caminar hacia él con un vestido verdaderamente angelical, su rostro expresaba una felicidad y un amor inimaginable, al igual que en los ojos y la sonrisa de Félix, ambos sabían lo que estaban próximos a hacer, y que formarían una familia dentro de poco, aunque eso era menos importante, con o sin familia se amarían por el resto de sus días.
Nada ni nadie podía decir que no había amor entre Félix y Samantha, e incluso si alguien se atrevía a decirlo se arrepentía al segundo, pues los veían, los veían amarse y darse cariño, no necesariamente con acciones, con el simple hecho de mirarse el uno al otro se veía ese amor, ese amor sincero y puro que ambos se demostraban, ese amor que hizo que ambos dieran el "si" frente a un altar y frente a miles de personas.
- Félix, ¿aceptas a Samantha como tu esposa?
- Si, acepto.
- Samantha, ¿aceptas a Félix como tu esposo?
- Si, acepto.
- Los declaro, marido y mujer.
Se miraron, se acercaron y se dieron un sutil beso en la comisura labial, ahora tendrían una vida mucho más feliz, como casados y como dos personas que viven una vids de sueños y fantasías.
(¡Fin!, siento mucho que la historia y los caos sean cortitos, gracias por leer!)
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¿Dónde está el amor?
Science FictionFinal feliz , historia sobre Rivers y Producción, avanzará un poco rápido.