12. AMIGA IMAGINARIA

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Cinco años después:

Amybeth.

Rueda una cabeza en el bar y brindo con Lilith, pues aquel hombre al que acabamos de matar intentó propasarse con nosotras, incluso cuando le advertimos de todas las formas posibles que no se metiera con nosotras.

Los años me han servido para despegarme de la antigua pelirroja que una vez mataron después de dar a luz. Ahora, cuando hacen detener mi corazón por unos segundos, saco mis colmillos para defenderme con la fuerza que me han intentado quitar un millón de veces.

Gracias a la velocidad adquirida he conocido junto a Robin nuevos lugares y culturas de las cuales me quedaron enseñanzas tanto buenas como malas, e incluso aunque ella no los recuerde en cuanto crezca, volveré a cruzar medio mundo si es necesario para que ella conozca todo lo necesario para defenderse. Ella será rica en sabiduría, belleza y amor.

Cada vez que miro a mi hija a los ojos no puedo imaginar a alguien haciéndole algún daño, es tan inocente y pura, que se me dificulta imaginarla frente a una sociedad tan hecha mierda. Le sacaría el corazón a quien sea necesario para protegerla de todo aquello que no merezca experimentar.

—¡Ahí están mis pelirrojas favoritas!

Ruedo los ojos cuando entra Megan con una sonrisa en el rostro mientras observa detenidamente la escena del crimen. Ella se convirtió en vampira hace aproximadamente dos años, luego de que la encontráramos desangrándose en el bosque, pues su padre había bebido lo suficiente como para perder la cabeza y asesinar a toda su familia. En ese momento logramos a salvarla a ella y a su hermana menor, pero la otra chica no sobrevivió a la transformación.

La rubia se acerca a mí y me roba la copa de la mano para terminar de beberse todo lo que quedaba en ella.

—Que poca clase tienen, ¿No sabían que se suele servir menos de la mitad en la copa?

—No me gustan las cosas a medias, menos si es por algo tan débil como la clase social —le respondo.

Desliza su pulgar sobre mis labios sin quitar la misma sonrisa torcida de siempre.

—Lo sé.

Se acerca lo suficiente como para que su boca se sienta muy cerca de mía, sin embargo, se aleja sin besarme.

—Me encanta la gente lo suficientemente versátil como para compartir —aparece Allard de la nada y hago una mueca girándome hacia donde se encuentra Lilith.

—Cállate, ese comentario sonó asqueroso —lo regaña mi compañera de crimen.

—Sí, no arruines todo como siempre. Además, no tengo ningún compromiso serio con ninguno de los presentes —gruñe Megan.

—No quería saber sobre la intimidad de nadie en este lugar, pero igual gracias por la información innecesaria —me quejo, aunque sé muy bien que la chica ha tenido sus momentos eróticos con Lilith, Allard y algunas veces hasta conmigo.

Los abandono cuando escucho una campana a lo lejos y me dirijo hasta donde se encuentra Robin, quien sostiene el objeto sonoro sobre sus manitos. Al lado tiene un libro.

—Mami, ya me cansé de leer los dibujitos.

Se puso un vestido, cosa que me deja en claro sus intenciones, ya que cuando no quiere salir de casa mantiene con alguno de los pantalones anchos que Lilith le regaló.

—Mami ¿Podemos ir a jugar con los hijos de la tía Lilith?

Me mantengo seria, como si estuviese pensando mi respuesta y pone las manos sobre sus caderas, esperando con paciencia mi decisión final.

BESTIA PELIRROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora