9. CORTEJO PASIONAL.

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Daphne.

Los nervios se apoderan de mi ser, he quedado de verme con Amybeth, parece que estuviera viviendo algún tipo de cortejo con esa chica, es emocionante. Desde que tiene a su hija y ya no se siente atada a su pasado, es más atenta conmigo y nos vemos muy seguido.

Llevo mi mejor vestido y me perfumo lo necesario, se supone que debo quedarme a aprender a controlar mis poderes, pero a diferencia de ello hago todo lo contrario, la casa ha temblado unas cuantas veces gracias a mí. Todo es demasiado frustrante.

No tengo una idea del lugar que me quiere enseñar esta vez, solo sé que la seguiré como siempre. Miro hacia el espejo e intento fingir que no me siento aún más bonita por ella, Amybeth tiene algo en su forma de mirarme que me hace sentir la mujer más hermosa del mundo.

Cierro los ojos y me concentro para hacer uno de los trucos que mi madre me enseñó, muevo las manos tal cual recuerdo y al abrirlos me encuentro con una flor de pétalos morados flotando en el aire.

Mi emoción dura tan solo unos segundos porque cuando quiero a tomarla entre mis manos se desvanece, frunzo el ceño y lo intento de nuevo, al menos al quinto intento ya no solo desaparece, sino que se convierte en un polvo morado brillante que cae a mis pies. Respiro e imagino su rostro, al cerrar los ojos visualizo la emoción que me producen sus besos.

Suspiro y abro los ojos rendida, sin embargo me encuentro con una flor morada con un brillo especial y delicado en sus pétalos, estiro un poco la mano con el temor de destruirla en cuanto la toque. Me sorprendo al tomarla entre mis manos como si la hubiera robado de algún jardín o algo parecido, es real. Lo he logrado.

—¿Qué haces?

Doy un brinco y escondo rápidamente la flor tras mi espalda, espero que no la haya visto antes del tiempo.

—Hola, Amybeth.

Ella entrecierra los ojos y yo suelto una pequeña risa al notar que viste un vestido del mismo color que la flor y casi con el mismo brillo.

—¿Me veo graciosa? —baja su cabeza para mirar el vestido y luego se hace frente al espejo, mirando su reflejo.

—No es eso, te ves muy bonita.

—¿De qué reías, entonces?

—Es que sin imaginarlo, te hice una flor que combina a la perfección con tu atuendo —me atrevo a mostrársela, sus ojos se iluminan cuando la ve, me acerco un poco más a ella y acomodo mi regalo sobre su oreja.

Casi no puedo respirar cuando noto la belleza que desprende la mujer frente a mí, siempre suelo quedar sin aliento al verla, pero hoy mi sensibilidad es extrema y no pude evitar sonrojarme. El morado es su color, hace una combinación hermosa con el rojizo de su cabello y el azul de sus ojos.

—Es hermosa ¿La hiciste tú?

—Así es —evito mencionar lo mucho que me costó.

Tomo aire por la boca cuando ella se acerca aún más a mí y me sorprendo al enterarme que me gusta estar así con Amybeth. Atrapa mis labios y de manera inmediata pongo mis manos en su nuca, sonreímos antes de continuar con el beso que se extiende en cuanto ella se aferra a mis caderas.

—Esa fue mi manera de agradecerte.

—Maravilloso, creo que seguiré practicando para ver si recibo más agradecimientos así.

Aún no nos hemos alejado, tengo su respiración acariciándome la piel.

Salgo por la ventana con su ayuda y esta vez no me lastimo gracias a que su ayuda hace que todo sea más fácil. Caminamos en la calle como si fuéramos unas completas desconocidas, ella adelante y yo siguiéndola con discreción.

BESTIA PELIRROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora