13. HOGUERA PROPIA.

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Amybeth.

Por suerte, la única que puede escuchar los latidos del corazón aquí soy yo, porque o sino Daphne sabría todo lo que no soy capaz de demostrar. Estoy muriendo de los nervios y emoción, tengo muchas preguntas, guardo mucha rabia y escondo unas enormes ganas de abrazarla.

No pensé volver a ver a Robin tratar a una persona como si fuera su mundo entero, aparte de mí. Ella siempre es muy expresiva con lo que siente o piensa, por eso me enoja que vea a Daphne con la misma admiración de hace años.

—Estás grandísima, tu cabello es igual de hermoso que el de tu madre.

Voy a fingir que no escuché eso.

—Gracias, tú también eres muy linda, tanto como mi mami Amybeth. ¡Por fin vamos a poder jugar juntas!

Escucho varios pasos acercarse a la puerta de afuera y los reconozco de inmediato.

—Robin, Michelle y los demás ya llegaron.

Me mira a los ojos y da un salto de emoción antes de correr a abrir la puerta, dejándome sola con Daphne. Ella se intenta acercar a mí y me alejo a la velocidad de la luz, no quiero ni siquiera mirarla y no entiendo cómo es capaz de actuar como si nada.

—Escúchame primero.

Verla y tenerla tan cerca de mí después de tantos años me produce un remolino de sentimientos, no puedo ni siquiera respirar sin sentir que es un gran esfuerzo. Me siento furiosa.

—Puedes quedarte a compartir con ella en su cumpleaños.

—Gracias —dice entre dientes.

Los gritos y las habladurías de los niños nos ponen una máscara, como si no tuviéramos ganas de más aparte de sonreír.

Lilith entra tras los niños con una sonrisa que al ver a Daphne se engrandece y la burla cubre su rostro. No me puedo quitar de la cabeza que ella sabía algo de esto y no quiso decirme.

—Que bueno verte, es toda una sorpresa.

—Claro, me imagino —ella le responde con el mismo tono de ironía.

—Ah, por cierto, Megan te espera afuera.

Ignoró la mirada de Daphne y salgo de ahí prácticamente corriendo, no quiero enfrentar nada de lo que aquella bruja significa para mí.

Me encuentro a la rubia moviendo el largo de su vestido sobre un charco, cuando me ve, sonríe y me muestra lo que parece una caja envuelta en seda, se ve un poco nerviosa.

—Es un presente para tu hija.

Ella nunca ha hablado con Robin, no le he permitido la entrada a la casa, pues ahora soy muy cuidadosa a la hora de permitirle a alguien que se acerque a ella, por eso me sorprende tanto que esté aquí.

—Que linda eres, gracias —Daphne aparece para quitarle el obsequio de la mano—. Ya te puedes ir.

—¿Y tú quién eres?

—Soy la otra madre de Robin.

Megan me observa frunciendo el ceño, creo que más que estar decepcionada o algo por el estilo, está es confundida, nunca le había hablado de Daphne. Nunca he tenido algo más que sexo con Megan, ambas sabemos que aquello no significa mucho más que placer, por eso sé que no está celosa, pero sí me puede ayudar a que Daphne lo esté.

—Que por cierto, se alejó hace mucho de nosotras.

—Siempre estuve presente para Robin.

La miro, cada que decide abrir la boca me enciende más la rabia que he estado cargando entre pecho y espalda, tengo reprimido este sentimiento hace mucho tiempo y con ella ahora haciendo acto de presencia en nuestras vidas, una vez más estoy a punto de explotar.

BESTIA PELIRROJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora