Capitulo X

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Cierto pelinegro se encontraba leyendo un libro mientras tomaba té, se había levantado temprano y se encontraba en un momento de paz antes de cualquier misión. Mientras leía, por alguna razón recordó lo que había pasado el día anterior, desde el enfrentamiento en aquella mansión hasta cuando la muchacha lo curó.

Por su mente pasó la imagen de la peliblanca, una muchacha delgada, de baja estatura (aunque mas alta que Shinōbu), cabello amarrado con una orquilla color celeste y dorado, que no traía el típico uniforme de cazador, y por el contrario vestía un traje de sacerdotisa, muy poco común por esos lugares, también su peculiar espada y lo más misterioso, era que portaba una máscara blanca escondiendo su rostro.

¿Que esconde? — Pensó mientras dejaba de lado el libro y miraba a la nada intentando imaginar el rostro de la joven — Solo hemos tenido una misión y tuve la oportunidad de ver uno de sus ataques. Su velocidad me sigue sorprendiendo.

El muchacho recordó como la chica pudo cortar la cabeza del demonio de un movimiento rápido y certero. Podría asegurar que era más rápida que Shinōbu.

— Es un hecho, es más rápida que ella — Aseguró mientras veía para afuera de la ventana — Le ganó a Mitsūri, y no parecía tan afectada ahora que lo pienso. En aquella batalla, solo se contuvo.

El muchacho seguía dando vueltas por la misteriosa muchacha. En realidad a todos los pilares les parecía una chica misteriosa y estaba seguro que muchos se encontraban pensando en ella.

(...)

Una pelirrosa se encontraba comiendo junto a algunos compañeros suyos, tales como Obānai, Kyōjuro, Shinōbu, Mūichiro y Tēngen.

— ¡No les parece que deberíamos invitar a _____-san con nosotros! — Exclamó la ojiverde con una sonrisa luego de terminar su décimosexto plato de Ramen — ¡Para poder conocerla más!

— ¡Yo creo que es una excelente idea! — Exclamó el rubio de igual forma mientras la veía — ¡Además quisiera ver qué hay atrás de su máscara!

— Pues está su cara — Respondió Igūro sin mucho entusiasmo, a lo que maestro y alumna lo vieron con una gran sonrisa — Solo digo.

— ¡Yo también quisiera ver su rostro! — Chillo el más alto con una sonrisa ladina — Seguro es un rostro plenamente hermoso, si es así, podría ser mi cuarta esposa.

— Realmente yo también tengo curiosidad~ — Mencionó la ojimorada con una estática sonrisa — ¿Y si intentamos quitarle la máscara?

— ¡La idea me está convenciendo! — Volvió a gritar el peliblanco — Pero deberíamos intentar cada uno. No sé, invitarla a algún lugar, asustarla, intentar cortarla o quitarla. ¡Incluso pedirle a algún cuervo que lo haga!

— ¡Podríamos pedirle que haga un entrenamiento para que se canse y así se quite la máscara! — Exclamó el rubio con los brazos cruzados y una gran sonrisa viendo a sus compañeros — ¡Sería algo infalible!

— ¡Yo también quisiera! — Exclamó Mitsūri con una gran sonrisa y brillo en los ojos — ¡Todos intentemos que se quite la máscara! ¿Que dices Tōkito-san?

— Eh... — Mūichiro no entendía mucho, pero solo porque la muchacha tenía el título de Pilar de la Nube dijo — Podemos intentar.

— Pero faltan algunos más — Igūro metió su cuchara nuevamente, aunque no le interesaba, veía que la pelirrosa estaba realmente entusiasmada, por lo que podía hacer un esfuerzo — Himējima, Sanēmi y Tomiōka.

— Dudo mucho que Sanēmi quiera participar en esto — Dijo la peliengra mientras sonreía — Al igual que Tomiōka-san.

— ¡No sé preocupen de eso me encargo yo! — Exclamó Tēngen para luego mirar a Rengōku — ¡Kyōjuro tu te encargaras de Tomiōka y yo de Sanēmi!

— ¡Me parece bien! — Exclamó el rubio mientras reían, exepto Igūro y Mūichiro.

(...)

Tal como lo anunciaron, Tēngen Uzūi fue a convencer a Shinazūgawa Sanēmi, para que colabore en la misión “Por la revelación de la nueva”.

— ¡Ni hablar! — Exclamó el Pilar del Viento con los brazos cruzados — Eso es algo totalmente estúpido e innecesario.

— Bueno, pensaba que si tal vez le lograrás quitar la máscara, ella se molestaría y pelearia contigo de verdad — Tēngen sabía que ese era el punto clave para que el peliblanco aceptará — Pero como no quieres... Pues no verás eso. Nos vemos.

— ¡Tsk! — Sanēmi sabía que no podía resistirse, esa muchacha lo había humillado, y aún sigue esperando que ella luche contra el — ¡De acuerdo! ¡Lo haré! ¡Pero no por que me lo pides! ¡Sino porque quiero ver de que es capaz esa mocosa!

— ¡Perfecto! — Exclamó el Shinobi mientras reía y lo abrazaba por los hombros — El plan es el siguiente...

(...)

Tomiōka estaba caminado de vuelta a su hogar, pues había salido a comer un rato. Se encontraba tranquilo hasta que se detuvo por qué había oído algo.

— Sal de ahí — Dijo mientras veía como los arbustos se movían, y de ahí salió un rubio con una gran sonrisa — ¿Rengōku?

— ¡Oh, Tomiōka, me descubriste! — Exclamó cerrando los ojos y cruzando los brazos — ¡Eres bueno para descubrir cosas!

— ¿Necesitas algo? — Preguntó esperando que dijera algo importante

— ¡Venía a pedirte que te unas a nuestra misión! — Le dijo directamente mientras su sonrisa se agrandaba — ¡Todos intententaremos ver el rostro de Hikōmi! ¡O mejor dicho haremos que se quite la máscara!

— No cuenten conmigo — Soltó secamente mientras volvía a caminar, está vez cerrando los ojos dejando atrás a Kyōjuro, quien no se iba a dar por vencido.

— Tal vez luego de esta misión, tengas una buena relación con los demás, hasta podrías hacer más amigos — Exclamó mientras se daba la vuelta con una sonrisa — Pero como no quieres. Esta bien. ¡Nos vemos!

Giyū no dijo nada y Kyōjuro se fue. Sin embargo este último sabia que el pelinegro se iba a unir a ellos y se presentaría a su reunión.

Por otro lado tenemos a una peliplata corriendo hasta el Norte, dónde su cuervo le dijo que probablemente otra luna estuviera atacando esos lugares. Aún faltaba mucho camino, posiblemente llegaría en la noche.

— Uh... — La peliblanca se detuvo al ver un lugar para comer — Deberíamos comer algo Shiro, hoy no pude hacer la comida.

— ¡Caw caw! — Asintio el ave mientras se ponía en el hombro de su dueña — ¿Cree que tengan semillas?

— Yo traigo si no tienen — La muchacha levanto una bolsita en donde había alimento para el ave — No dejaría que estés con hambre Shiro, para mí eres importante.

— ¡_____-san no diga eso que me hará llorar! — El cuervo ya hasta tenía lagrimitas en los ojos pero se las secaba con sus alas.

La muchacha solo río, lo que sorprendió al cuervo. Desde que le asignaron a _____ como dueña, muy pocas veces, por no decir nunca, la había visto o escuchado reír. Por lo que oírla en ese momento lo hizo feliz.

— Pensé que _____-san había perdido la capacidad de reír después de todo lo que pasó — Pensó el cuervo mientras ingresaban al lugar — Pero veo que aún la conserva, aunque no sale a relucir muchas veces.

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•[Gélido]• || «Giyūū Tomiōka Y Tú»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora