Frey nació en Kattegat, hija de una noruega y un inglés, una decisión la noche de Bealtine la llevará a tierras lejanas donde los dioses decidirán su suerte.
Frey no podía quitarse al atractivo dorniense de la cabeza, respiró hondo acostada en la cama, no se podía dormir, pensaba que al amanecer volverían al barco y no lo vería ya más. Su primer beso, jamas lo olvidaría, aunque pasen años...Y si dejaba todo y huia con él? Y si lo de la serpiente roja era sólo uan excusa pára cruzar sus caminos? Suspiró y se levantó lentamente. Observó a Geralt dormido y a Jaskier abrazado a su laud cantando en sueños, tomó su abrigo, abrió la puerta suavemente y salió de la habitación.
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La posadera se había ido a descansar y no quedaba nadie mas en la taberna, las sillas volteadas hacia arriba, las mesas vacías, afuera aún llovía. Frey sintió un vacío en su alma, como cuando tienes algo hermoso y de pronto desaparece, se rompe, se esfuma entre tus dedos. Suspiró mirando a su alrededor y se acercó a la ventana ¿Y si Heahmund tenía razón? ¿Y si sólo debía empezar de cero en Inglaterra?
Tovar: sabía que ibas a volver... ( dijo mirándola desde un rincón oscuro) lograste escapar de tu bufón, princesita?
Ella se acercó a él.
Frey: Te dije q no soy una princesa...
Tovar: déjame ser tu príncipe... ( le susurró al oído haciendo q la piel de Frey se erizara por completo)
Tovar la abrazó, atrayéndola y, muy pronto, aquellas manos no se quedaron quietas. Se colaron por debajo de la falda y acariciaron las suaves y torneadas piernas de Frey. Recorrieron sus muslos y acabaron aferrando las redondeadas nalgas. Frey se estremeció al sentirse tocada, pero no le importaba. Ella también se lanzó, metiendo sus manos por dentro de la rústica camiseta, palpando su pecho.
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La situación se descontrolaba, pero a ninguno parecía importarles. De forma repentina, Frey le quitó la camiseta y, a continuación, Tovar desabrochó los botones de la falda, deslizándola por las piernas de Frey. Volvió a besarla y muy pronto, dejó su boca para empezar a besarla por todo el cuerpo.
Los labios del muchacho recorrían cada centímetro de la fina piel, haciendo a Frey gemir con cada beso o lamida que recibía. Descendiendo por su cuello, se topó con los pechos medianos y con sus pezones rosados bien duros a causa de la excitación. Comenzó a besarlos y no tardó en tomar uno de aquellos con su boca, succionándolo y, hasta incluso, mordisqueándolo. Frey no dejaba de gemir , Tovar pasaba de uno a otro, haciendo que la chica gozase como nunca antes en su vida.
