XX

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Alba

Hace dos horas que había amanecido y Rose seguía sin hablarme. No se porque lo hacía, pero me molestaba que solo me mirara sin decir nada... Me molestaba y me asustaba.

Sus ojos estaban hinchados y el color verde de sus pupilas se veía apagado, al parecer había estado llorado. Su cabello había crecido un poco y ahora se encontraba un poco más abajo de sus omóplatos, enroscado y sucio.

—¿Qué pasó anoche?— Volví a preguntarle por quinta vez, pero como las veces anteriores esta tampoco me la respondió.

Prefirió girar su rostro a hablar conmigo. Eso se me hizo demasiado extraño ya que Rose y yo nos contábamos todo.

La puerta se abrió y dejó a la vista a Brais. Iba vestido con una camiseta blanca y por encima un abrigo negro con capucha. Sus pantalones negros completaban el conjunto de chico peligroso, más su mirada asesina. Al parecer hoy se había levantado del lado izquierdo de la cama. No dejaba de mirarme y eso me puso un poco nerviosa, hasta que cambió su vista en dirección a Rose.

—¿Estás lista? — le preguntó a mi amiga y esta en silencio asintió— Entonces vamos.

Se acercó a ella y la tomó del brazo para sacarla de la habitación. Yo me quedé observándolos mientras ellos desaparecían a medida que Brais cerraba la puerta. Lo último que vi fue una mirada triste de Rose y una de sus manos temblorosas. Los pasos alejándose fue lo último que oí antes de sumirme en un silencio acompañado por la suave ventisca del día.

No entendía que estaba pasando, ¿Por qué se habían llevado a Rose? Y, ¿Por qué ella no se había resistido? Algo estaba pasando aquí. Tal vez la habían vuelto a hipnotizar, como habían hecho antes. Ella me lo había contado, en la cueva. ¿Y si eso había pasado? Debía salir de esta habitación, tenía que hacer algo por ella. No podía dejar que la lastimaran.

Intenté levantarme, pero los pasos de alguien acercándose me hicieron detener el acto. La puerta volvió a abrir, pero esta vez fue Dasher el que entró. Se quedó en el marco de la puerta, escaneándome y yo estaba ahí, como una ridícula sin poder hacer nada más que mirarle con odio, como había hecho últimamente con todos. Un sonido de las paredes le hizo mirar atentamente hacia todos lados, con algo de, ¿Temor? ¿Dasher le tenía miedo a los ratones?

Tuve que aguantar la risa, porque necesitaba odiarlos y más a él que me había rasgado la cadera y casi había muerto desangrada por su culpa.

—¿Hay ratones?— me preguntó y yo elevé una ceja.

— No—, dije y vi un poco de tranquilidad en su semblante— son ratas—. Solté con un poco de diversión y lo vi tensarse.

Se que dije que iba a odiarlo, pero es imposible, ¿Desde cuando los vampiros tienen miedo de los ratones? Y no solo los vampiros. Dasher era mitad lobo, ¿Ellos no cazaban ratones? ¿O eso solo lo hacen los gatos?

— Muy chistosita—, me dijo serio y yo me aguante la risa— y pensar que venía a cambiarte de habitación—.Mis ojos se abrieron e iluminaron como luna llena.

—¿De verdad?— le pregunté y este asintió— ¿No lo vas a hacer ahora por asustarte?— volví a preguntar y él soltó una pequeña risa.

— En primer lugar—, dijo enseñando un dedo— no me asustaste. En segundo—, sacó otro dedo— aún no he hablado con Aiker acerca de esto—. Se quedó en silencio, pensando.

—¿Y el tercero?— le pregunté y este dejó de pensar para centrar su mirada en mí.

— No tengo una tercera—. Concluyó y se adentró en la habitación para acercarse a mí y agacharse a un costado— Déjame ver tu herida—. Dijo y yo me elevé la blusa de mala gana para dejar a la visita una pequeña cicatriz.

La Sed De Los Vampiros [Sin Corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora