John Soap Mactavish

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Llevabas ya un buen tiempo trabajando en la base, eras una de las encargadas del papeleo, nada importante, aunque siempre habías querido ingresar al campo y hacer misiones, tenías un pequeño problema que te lo impedía, y ese pequeño problema no era más que asma, no podías correr o te quedarías sin pulmones, bueno, era eso lo que sentías, por lo que nunca pudiste calificar para ser soldado. Aunque claro, no ibas a abandonar tu sueño así nada más, por lo que decidiste que a lo menos harías el papeleo en el cuartel.

Un día se te había echo tarde, eras la última que quedaba en la oficina, eran más o menos las once de la noche por lo que tampoco habían mucho soldados rondando por ahí.

Una vez terminaste todo el papeleo saliste, y como era normal, pasaste por enfrente del campo de entrenamiento, no había nadie, sin embargo las luces aún estaban prendidas, te quedaste mirando hacia esa dirección durante unos minutos, te imaginabas a ti misma allí, entrenando hasta no poder más, y en las mañanas prepararte para hacer misiones. Toda una vida que habías soñado, y una que tu enfermedad te había negado.

Miraste a tu alrededor y pudiste ver que no había nadie, así que pensaste "no hay nadie, cinco minutos adentro no me harán daño" por lo que silenciosamente abriste la puerta y entraste, quedaste maravillada al ver las máquinas para hacer ejercicio de cerca, los sacos de boxeo, pesas, y demás cosas propias de un campo de entrenamiento físico.

"supongo que probar no me hará daño" pensaste y te acercaste a una de las pesas que había, la levantaste y sentiste una sensación extraña, te sentías realizada, era lo que siempre habías querido, tanto el lugar como la actividad eran parte de tus sueños, no podías sentirte mejor.

Sin saber por qué dejaste la pesa en el suelo, te quitaste el saco y dejaste tu bolso a un lado, y como si hubieras olvidado que desde que tienes diez años habías tenido asma, te acercaste a un saco de boxeo, no supuso mucho esfuerzo para ti, después de todo, ¿un par de golpes que iban a hacer?, es cierto que tu respiración se volvía cada vez más difícil pero no le prestaste atención al asunto, y decidiste acercarte a una caminadora.

"Solo serán unos minutos, nada va a pasar" pensaste y la encendiste, empezaste un trote ni muy suave ni muy lento, y como era propio de ti, por no sentir los efectos de inmediato pensaste que estarías bien, como si mágicamente tu asma se hubiera curado. Que gran error.

A los tres minutos tu respiración se volvió más difícil de lo normal, pero no te alarmaste, ya te pasaba muy seguido, solo tenías que ir a tu bolso y agarrar tu inhalador, no era una tarea difícil, bueno, no lo hubiera sido de no ser porque no recordabas donde dejaste el bolso.

-Carajo- Dijiste con un tono errático, ya empezabas a preocuparte por ello.

"¿Por qué este lugar tiene que ser tan jodidamente grande?" pensabas y te maldecías por tu mala memoria, y en algún punto, por el simple hecho de entrar allí, y más siendo casi media noche, ¿quién iba a socorrerte? probablemente para cuando te encontrasen sería de mañana.

En un punto sentiste como tus bronquios se cerraban cada vez más, y tuviste que sentarte, divisaste una banca pero no pudiste sentarte en ella, a tan solo unos pasos caíste al suelo y como pudiste recostaste tu espalda contra la banca.

Ya lo estabas dando todo por perdido cuando escuchaste como una puerta se abrió.

-Ayuda...- Dijiste en un tono realmente suave y con una respiración extremadamente irregular. -Alguien, por favor... ayúdenme...-

Pasaron los segundos y el silencio inundó la habitación.

"claro, como si alguien pudiera escuchar mis débiles suplicas" Pensaste y cerraste los ojos tratando de calmar tu respiración, "joder" era realmente difícil, no sabías ni como no te habías desmayado aún, era casi imposible respirar.

One Shots Call Of DutyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora