Así pasé de ser Kara Zor-El a Kara Danvers. Hija de Alexandra. Berlín era preciosa. Jonn también se había mudado con nosotras parecía ser algo así como un tío lejano. Me matriculé en una de las mejores escuelas de la ciudad, en una oportunidad los había escuchado conversar sobre mi y Alexandra había dicho que mi educación debía ser como de la nobleza. Entonces me cuestioné si ellos sabían quien era, o lo que era correcto, quien fue mi padre? Asumí que si, caso contrario no se habrían tomado tantas molestias era solo que simplemente no podía entender el porque de los motivos de Lena para salvarme de morir. Tenía sus razones, pero cuales. Demasiadas preguntas para una niña, pero mi padre siempre decía que mi mente trabajaba demasiado para una niña de mi edad y que eso sería mi mayor cualidad o mi peor defecto. Pero lo cierto es que si, yo era la nobleza dentro de mi gente. Mi padre era el patriarca de mi Clan y mi hermano algún día tomaría su lugar. Recuerdo haber leído en las bibliotecas de mi casa la historia de mis antepasados. Bestias pura fuerza y nada de inteligencia, en constante conflicto entre si por la supremacía. Porque es así como llevamos las cosas los de nuestra clase, con violencia. Hubo entonces un joven, que pudo conquistar su propia bestialidad y se convirtió en el dirigente de esa enfermiza masa de animales. Mi linaje proviene de ese hombre. Y soy la última de mi familia. Por generaciones enteras mi familia había conseguido mantenerse en el liderazgo con la exacta combinación de fuerza y astucia. Lejos estábamos se aquellos días donde solo se nos consideraban perros sedientos de locura y sangre.Sedientos de sangre eran los otros...
Dentro de lo que podía esperarse mi vida tomó su cauce. Alexandra y Jonn pronto se convirtieron en un poco mi familia y Berlín un poco mi hogar, nadie me conocía o sabía quien era. Iba a la escuela y al conservatorio, estaba interesada en aprender a tocar el violín. Hablaba
el alemán con fluidez mi lengua nativa el rumano y tres idiomas más aparte. Y si bien nada podría en el mundo borrar lo que había pasado esa noche el tiempo se ocupó de hacer que esos recuerdos se hicieran más tolerables.
Alexandra me consentía en casi todo. Disponía de una suma más que apropiada para que nada me falte sin caer en los excesos. Podría decir que fui creciendo como una niña normal y feliz. Pasábamos largas horas visitando museos y exposiciones de arte, a veces Jonn nos acompañaba o bien solo se mantenía a una prudente distancia en su rol de custodio.
Lena se apareció una noche, tarde. Y ya antes de que abriera la puerta yo sabía que estaba allí, esperaba encontrarla más...no sé...diferente. Alexandra en cambio empezaba a evidenciar el paso del tiempo. Últimamente se quejaba mucho de su lordosis, fruto de su vida como estibadora en el mercado de Ciudad del Cabo.
Salí de mi habitación casi como movida por un resorte, solo para saber que estaba allí. Aunque no me dirigiera la palabra. No me importaba. Solo deseaba verla y que su callada presencia calle esa molesta vocecita que me reverbera en las entrañas. Y por supuesto que ahí estaba, tan seria como siempre. Me detuve en seco al llegar al living y la vi volverse a verme.
Admito que no lo pensé. Y me animaría a decir que no sabía que estaba haciendo, solo obedecí un impulso y corrí a sus brazos. Su sorpresa fue tan grande como mi felicidad de verla, solo me sostuvo allí un momento. Jonn y Alexandra rieron por lo bajo.
-Has venido.-dije contra el cuello de su abrigo, su perfume me daba paz-
-Pues si.-respondió algo dudosa-Quería saber como estabas.
-Bien. Voy a la escuela todos los días y aprendo violín.
-Eso está muy bien.-convino-
-Vas a quedarte con nosotros?
-No. No hay habitaciones para mi.
-No importa. Puedes dormir en la mía si quieres, y haremos de cuenta que estamos de campamento.
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LAZOS DE SANGRE
General FictionDos razas enemigas, ocultas de la vista del hombre. El amor las une y deberán pelear en contra del destino. Un juramento que se convirtió en amor.