KARA ZOR EL

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-Papá?

-Que haces despierta a esta hora eh? Tu madre nos matará a los dos si se entera.

-¿Estas preocupado por algo?

-Eres muy sagaz pequeña.-sonrió-Demasiado...-susurró -

Me senté en su regazo, frente a el había un papel escrito y al pie figuraba una firma que no conocía con un sello. Y la de mi padre con el suyo.

-¿Que es?-pregunté señalando la hoja-

-Esto Kara, es un acuerdo de paz con nuestros vecinos.

-Puaj! Me dan asco.

Rió de buena gana y me abrazó con más fuerza. Apoyó sus labios en mis cabellos.

-No debes hablar así pequeña. Al menos no en público de acuerdo? Ellos son nuestros amigos ahora.

-¿Por que lo hiciste? Que no son nuestros enemigos?

-No podemos luchar por siempre hija. Eso nos debilita. Nos hace retroceder en lugar de avanzar. De evolucionar.

Junto al papel había un sobre cerrado. En el tenía escrito un nombre con la letra de mi padre. Lena.

-Mañana se hará una celebración en festejo por esto.-me miró sonriente-Te gustaría ir a una fiesta?

-Si.-dije entusiasmada con la idea-

-Sabia que dirías eso.

Se levantó y tomo el papel para guardarlo en otro sitio en vez de su caja fuerte como lo hacía con las cosas muy importantes que tenía. En su biblioteca tenía un libro bastante viejo, un cuento antiguo sobre nuestra gente, acerca de como Kriptón, el hombre lobo que pudo dominar su naturaleza nos llevo a la libertad. Tomó el libro y metió el papel cuidadosamente doblado allí. Se volvió hacia mi y se llevó el dedo a los labios.

-Shh.-dijo guiñándome el ojo-Este es un secreto entre tu y yo. Me prometes que no se lo dirás a nadie?

-Lo prometo.

De la noche a la mañana el cubil de Amos y su padre se convirtió en el centro de reuniones. Mi intento por pasar desapercibida había fracasado miserablemente, todo el que llegaba no hablaba más que de volver a lo que éramos cuando mi padre vivía. En vano había intentado explicarles que eso no estaba en mis planes. Que no sería usada como excusa para un enfrentamiento con nadie. Vampiro o lupino. A mi pesar algo se había puesto en marcha y no podía detenerlo. Así que me limité a mantenerme al margen.

Sin embargo era de la nobleza. Y no se necesitó de mucho para averiguar mis gustos, y mas allá de todo lo que pudiera haber aprendido de Egon en el fondo seguía siendo una bestia...me llamaban por mi nombre. Bebían conmigo y en mi honor. De repente era el centro de la fiesta. Mujeres de todas clases y gustos se acercaban a mi ofreciéndome el cielo o el infierno según el caso. Me descubrí buscando unos ojos verdes que volvían a acosarme, despierta o dormida, desde los confines de mi mente en donde la había enterrado para no tener que verla nunca más. Escuchar de su boca mi nombre. Hundir mi rostro en la curva de su cuello...su olor...su esencia misma...amarla al punto de no desear nada más que su vida. Y maldecirla una y mil

veces por dejarme vivir. Para que lo hizo si me iba a condenar a una vida de infierno? Al abrir los ojos de nuevo el hechizo se había roto, a mi lado duerme alguien que no es ella. Que nunca será ella.

Salí a buscar algo de quietud. El encierro y yo nunca nos llevamos bien. Las calles son tranquilas a su modo, el detalle de la gorra me libra de atenciones inoportunas, me hice afín al whiskey. Me relaja la mente y me hace pensar que soy alguien más. Alguien menos complicado. Alguien menos solitario. Alguien menos yo...descubro que me siguen. Y continuo caminando sin rumbo aparente por los límites de su territorio, coqueteando con la idea de provocarlos un poco. Son vampiros. Me meto al callejón la botella se resbala de mi mano y cae al piso con un sonido seco. Me oculto en las sombras esperando, mis sentidos se despiertan de un sacudón ante la perspectiva de una buena pelea. Y eso hago. Soy veloz y fuerte. Papa Oso hizo un excelente trabajo conmigo y Egon le dio el acabado perfecto. No los conozco. Pero sus trajes caros hablan de a quien pertenecen.

LAZOS DE SANGREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora