En cierto modo estaba en casa. La ciudad no había cambiado demasiado en los últimos treinta años como yo creía. El teatro de Roy Palmer continuaba en su mismo sitio solo que más viejo y ahora servía de refugio para drogadictos y ladronzuelos. La calle lateral similar a esta que serpenteaba hacia la colina donde estaba mi hogar...de niña solía caminar por estas mismas calles de la mano de mi padre.
-Este es tu reino princesa, algún día todo esto será tuyo.-me dijo al cargarme sobre sus hombros-
Aún no sabíamos que mi madre esperaba otro hijo.
Caminábamos y todos nos saludaban con respeto y leves inclinaciones de cabeza.
Me detuve frente al hotel y renté un cuarto, subí a darme un baño y mudarme de ropa. El conserje me señaló un bar donde podía comer algo decente sin perder la ropa interior.
Al final de la calle escuché el ruido. Y el olor era inconfundible, inmediatamente me sentí atraída, era la primera vez que alternaba con los de mi propia clase. Todo lo que sabía de ellos se resumía en lo que Papa Oso me había dicho y mis vagas memorias de cuando era niña. En definitiva no sabía nada. Hasta ese momento nunca me había dado cuenta de que estaba viva, si, pero había perdido mis raíces. Educada por vampiros en un mundo de lobos. Ay Papa Oso, en que me has convertido.
El olor impregnaba mis cosas nasales. Rancio. Húmedo y caluroso. Nadie se percató de mi, en la barra pedí un whisky doble y busqué una mesa. Más atrás en las mesas de billar dos sujetos corpulentos se echaban en cara una estafa y parecían próximos a ir a las manos. Jugaba con el vaso mientras la música sonaba estridente y mis oídos parecían a punto de estallar cuando un olor extraño se coló en mi mente. Se sentó a mi lado lo suficientemente cerca como para que sus pechos me rozaran el costado de la espalda. Una hembra joven y receptiva, su cercanía no me pasó por alto. Vagamente suponía que mi fascinación por Lena, además de lo obvio, escondía algo más mundano...por decirlo así. Deslizó su mano y me agarró el brazo, entonces la miré fijo y ella a su vez me miró también.
-Por favor. Sólo quédate aquí conmigo unos minutos.
-No se que pretendas pero...
-Shh.-pidió con suavidad-Espero a alguien y no quiero que me vea sola de acuerdo?
-No soy un juguete.-dije y me levanté-
-Hola Imra.
Otro hombre maduro de aspecto sucio estaba frente a mi. Saludó a la chica con un gesto y a mi me miró de tal modo que me hubiera partido a la mitad si tenía algo con filo en las manos.
-Max.-fue su escueto comentario-
Tiró de mi para volver a sentarnos. El hombre llamado Max se ubicó frente a nosotras y ella volvió a pegarse a mi.
-Que puedes ofrecerme?-preguntó jugando distraída con los dedos de mi mano que tenía sobre la mesa-
-C-4. Nitramina. Y todo un lote de municiones.
-¿Algo más?
-Depende de lo que busques.
-EDTA.
-Vamos, sabes que no se consigue de la nada. Ellos controlan el maldito comercio de esa porquería!
-Entonces no me sirve Maxwell. Necesito armas efectivas, ellos cada día son más fuertes y nosotros...-señaló el bar con un gesto de su mano-
-Están locos.-señaló con su dedo sucio-Y lo van a sufrir. Y tu quién rayos eres? Jamás te había visto antes y conozco a cada maldito animal de esta cloaca.
ESTÁS LEYENDO
LAZOS DE SANGRE
General FictionDos razas enemigas, ocultas de la vista del hombre. El amor las une y deberán pelear en contra del destino. Un juramento que se convirtió en amor.