Imagina cuidar a tus sobrinos junto a tu novio, Gustavo.
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Mí hermana era una mujer muy ocupada por su trabajo. A veces me molestaba que consciente de eso haya tenido dos hijos, quizás yo era demasiado joven para entenderla, pero casi siempre nos encargabamos de los niños entre la familia. Por suerte eran niños maravillosos, increíblemente talentosos e inteligentes...en eso salieron a ella también.
Era una mañana primaveral hermosa. Yo estaba recostada en el descubierto pecho de mí pareja mientras el acariciaba mí espalda desnuda. El ambiente era inquebrantable, éramos solo nosotros en el mundo. O eso parecía...
Escuché el timbre sonar desesperadamente. Cómo pude tomé una bata y bajé corriendo del dormitorio por las escaleras. Cuando abrí la puerta era lo que me esperaba. Mis sobrinos saltaron a abrazarme, y con amor los correspondí. Aunque la visita era indeseada, me llenaba de felicidad verlos.
- Podrías haberme avisado por lo menos...estaba acostada con Gustavo. - Dije en un tono sutilmente molesto.
- Lo siento, me surgió una reunión de último momento...vuelvo en unas 2 horas...
- Ve tranquila. Suerte.
Cerré la puerta y me giré a recibirlos. Los senté en el sofá y prendí el televisor para después dirigirme a la cocina a prepararles algo.
Tras unos pocos minutos escuché las risas de los chicos y la voz de mí novio. Por suerte él los adoraba, y ellos a él.
Mientras calentaba el agua para hacerles un té con galletas, unas cálidas manos me envolvieron junto a unos besos en mí cuello, lo cual me hizo sacar una repentina sonrisa.
- Lamento haberte levantado. Sabés cómo es mí hermana.
- No son un problema, además, nos vamos preparando para cuando tengamos a nuestros hijos.
Reí fuertemente ante el comentario. La idea de tener hijos estaba muy lejana a mí por ahora.
- Puede ser, pero eso va a ser en un largo, largo tiempo...
- Está bien...mientras tanto, los seguimos practicando, ¿no?...- Dijo acercándose a mí oído en un tono seductor, a lo cual yo lo empujé en tono de broma para echarnos a reír.
