Imagina gustarle a Pedro, el chico más tímido y reservado de tu clase de música.
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Por lo general, en la clase éramos todos amigos. Al ser poca gente, no más de 15, era normal hacer salidas entre todos más allá del salón, y siempre invitabamos a todos. Pero había un chico en particular que nunca se reunía, y casi nunca hablaba tampoco. Simplemente se sentaba con sus auriculares a tocar el bajo, sin tener interacción con nadie. Y yo al ser tan extrovertida, trataba de sacarle tema de vez en cuando.
- ¡Hola, Pedrito!, ¿qué haces?, ¿sacando un nuevo tema?
- Hola, sí, estoy en eso.- Dijo levantando brevemente la mirada, sacandola al segundo.
- Que bien...a la salida vamos a ir con los demás a tomar un café, ¿te gustaría-...?
- Tengo cosas que hacer, disculpame.- Poniendose nuevamente sus auriculares.
- Ah, está bien...
Durante el resto de la clase, intercambiabamos miradas de vez en cuando. Yo trataba de sonreírle, pero siempre desviaba su vista. Me hacía sentir un poco mal, pero entendía que era debido a su timidez. Quizás la idea de salir con todos era un poco abrumadora.
Finalizada la jornada, mientras empezaba a empacar sus cuadernos y su bajo, me acerqué nuevamente a él.
- Sé que estás ocupado después...pero podemos ir a tomar algo nosotros solos otro día. Si querés, claro...
- Me gustaría...- Dijo algo avergonzado.
- Dale, nos vemos Pedrito.
Y, mientras salía con el resto de la clase, un compañero me dijo algo que me descolocó.
- ¿Sabés qué le gustas a Pedro, no?
- ¿Eh?, nada que ver. Ni hablamos.
- Dale nena, no hay que ser un genio para darse cuenta. Te come con la mirada.
Ante tal comentario solté una risa neviosa. Extrañamente, me gustaba la idea. Sería cuestión de tiempo hasta descifrarlo.
