CAPITULO 20

367 18 2
                                    


Me dio un pequeño beso en los labios y con dificultad se levantó de la cama, mientras yo le sonreía. Me levanté después que ella y camine hacia el baño, cuando puse la mano en el picaporte sentí que me agarraba, me dio la vuelta y volvió a besarme apasionadamente, le correspondí unos instantes y después rompí el beso.

– __, por favor, detente – dije seria poniendo mis manos sobre su pecho alejándola.
– Es que no puedo evitarlo, me encantas Char – dijo mirándome a los ojos – pero, ganas otra vez, ya me debes dos.
– Anoche te cobraste una, ¿ya se te olvido tu amenaza?, me hiciste entrar en pánico.
– Discúlpame, estaba cegada y fue lo único que se me ocurrió para verte a solas.
– Lo pensaré, claro que si te vas ahora ayudará a aclarar mi mente.
– Chantajista.
– ¿Yo?, el ladrón cree que todos son de su condición.

Me sonrió y me dio otro pequeño en los labios, me quedé ahí parada para asegurarme que salía de la habitación, cuando lo hizo y cerró la puerta, entré al baño. Me metí a bañar y cuando termine de vestirme Engfa entro a la habitación, me saludó a lo lejos y me dijo que se daría un baño.

Bajé a la cocina para preparar algo de desayunar y Elizabeth estaba ahí tomando café y hojeando una revista.

Buenos días, Elizabeth.
– Hola Charlotte, buenos días – respondió y se levanto para saludarme de beso en la mejilla – justo estaba pensando en ti, estoy viendo un anuncio de la ropa de Scarlett – agregó enseñándome la revista y la miré unos segundos.
– Por cierto, ahora que lo mencionas, tengo duda de algo que me dijiste el día de la presentación – dije sirviéndome una taza de café.
– Adelante, con confianza.
– Cuando te dije que Engfa estaba de viaje, me dijiste que él no cambiaba, ¿por qué?
– Ah, es que el día que firmó el contrato con __ yo fui a la cena y estuvieron hablando de negocios toda la noche y mencionó que viajaba mucho y luego __ me ha contado que le llama y siempre está en juntas, por eso lo dije, ¿pensaste que yo y ella nos veíamos clandestinamente?
– No, para nada, no te creo capaz de engañar a __ – dije para ver su reacción.
– Jamás lo haría, la adoro – aseguró.
– Buenos días, señoritas – exclamó __ entrando a la cocina.
– Hola baby, buenos días – respondió ella y lo abrazó efusivamente.

Yo no respondí y le corrí la mirada con enfado, que amigas tan cariñosos eran, alguna de las dos me estaba mintiendo y dudaba que ella tuviera alguna razón para hacerlo. Abrí el frigorífico para no mirarlos y escuché que Engfa las saludaba, me abrazó por la cintura, yo volteé y nos dimos un beso en los labios. __ carraspeó y nos sugirió ir a desayunar a un pequeño restaurante que estaba a un par de calles. Todos estuvimos de acuerdo y salimos los cuatro.

Engfa y yo íbamos tomadas de la mano y Elizabeth sostenía del brazo a __, después ella la cargó sobre sus hombros y tuve ganas de golpearla y de paso yo darme de topes en un árbol, ¿cómo era posible que me dejara envolver por esa embaucadora de oficio? Sólo era una hermosa mentirosa, como dice una canción y, muy a mi pesar, me tenía vuelta loca sin remedio, jamás me imaginé perder así la cabeza por alguien, quizá debía recurrir a la ayuda de un psiquiatra.

Llegamos al restaurante y nos sentamos en una pequeña mesa, Elizabeth frente a Engfa y __ frente a mí. La camarera nos llevó los menús, la verdad yo no tenía mucha hambre, así que sólo ordené un zumo de naranja y fruta con yogurt, en un recipiente por separado. Elizabeth me miró de forma extraña y Engfa empezó a explicarle lo rara que soy para comer mientras ella se reía, luego se pusieron a intercambiar anécdotas curiosas.

Yo sentía las miradas de __ y trataba de evitarlas lo más posible. Minutos después nos dejaron los platillos y al llevarme un pedazo de piña a la boca sentí que __ puso su pie sobre el mío y lo subió un poco. Yo retiré el mío bruscamente mientras la miré frunciendo el seño, ella sonrió divertida, miré a Engfa, nerviosa y seguía hablando animadamente con Elizabeth, al parecer ninguno de las dos se había dado cuenta. __ lo notó y siguió con su jueguito, yo ya no sabía para donde moverme y tuve que ir al baño para tranquilizarme, esa mujer quería destrozarme los nervios. Al regresar ya habían pedido la cuenta y suspiré aliviada.

Elizabeth propuso ir a algún hotel de Las Vegas a jugar un poco y de paso ver algún espectáculo, así que regresamos a la casa y __ sacó del garaje un Audi que había alquilado. Engfa y yo nos subimos en la parte de atrás y Elizabeth encendió la radio después de subir. Engfa me abrazó y noté la mirada seria de __ a través del espejo retrovisor, pero me volteé y recargué mi cabeza en el hombro de Engfa no sé porque __ ponía esas miradas cuando ella jugaba con Elizabeth en los altos.

Llegamos a un hermoso hotel y entramos al casino, ellas se fueron a una mesa de póker y Elizabeth y yo a unas maquinas de esas que si te sale tres veces la misma figura ganas, pero con mi suerte lo único que logré fue perder cien dólares, en cambio ella ganó 250. Después Engfa me abrazó emocionada, me cargó y me dio vueltas porque ganó dos mil, cuando me dejó en el suelo __ nos miraba con el ceño fruncido, pero yo la ignore y tomé a mi novia de la mano.

Comimos en el restaurante del hotel y ahora opté por sentarme frente a Elizabeth, lo cual provocó que __ se riera divertida, nuevamente. Al terminar, compramos las entradas para un espectáculo musical y mientras esperábamos recorrimos las tiendas de suvenir y me sorprendió que Engfa comprara un oso de peluche que en la camisa decía I love Las Vegas, me dijo que era para la sobrina de Ryan que iba a cumplir años próximamente, no recordaba que él tuviera una sobrina y Engfa me explicó que era hija de un primo que acababa de mudarse a Nueva Jersey y que también trabajaba en la casa de bolsa.

Regresamos a la casa pasadas las once de la noche. Engfa se puso de inmediato la pijama y se metió a la cama, yo decidí darme una ducha, me sentía muy cansada y esperaba que ella se durmiera para evitar que se pusiera “romántico”, no lo hacía por __, sino por mí, aunque estuviera engañando a mi novia, tampoco era una cualquiera que se iba a revolcar con las dos en la misma casa.

Entré al baño, me desmaquillé y me lavé los dientes, todo muy lentamente para hacer tiempo. Aún con la bata de baño puesta abrí la llave de la regadera, gire para quitármela y colgarla y me topé con __ que alcanzó a taparme la boca para que no gritara. Se llevó el dedo índice de su otra mano a la boca, indicándome que guardara silencio, yo asentí con la cabeza y me soltó.

– ¿Cómo rayos entraste? – pregunté en un susurro mientras me preguntaba dónde estaría ahora Engfa que __ pudo escabullirse al baño sin problema alguno.
– Vaya que eres distraída, este baño conecta con las dos habitaciones – respondió y me mostró la puerta que yo no había distinguido – cuando escuché el agua correr me asomé para ver si eras tú y que suerte tuve – agregó soltándome la tira de la bata que se abrió dejando al descubierto parte de mi cuerpo desnudo.
– Ahora sí enloqueciste por completo, Engfa está en la habitación de al lado.
– ¿Y a poco no lo hace más excitante? – susurró mirándome con pasión.

Yo me quedé paralizada, ella se acercó y me quitó la bata, me recargó en la pared y mi cuerpo se arqueóhh ante el frío del azulejo, la adrenalina comenzó a recorrer mi cuerpo mientras ella pegaba el suyo al mío y sentí sus duros pesones. Me lamió el cuello, luego subió a mi mandíbula y después a mis labios mientras se pegaba más y más a mí. La abracé por la espalda, quise besarla, pero echó la cabeza un poco hacia atrás sonriendo y sólo pude lamerle los labios, así que eso seguí haciendo, primero, el inferior de un lado a otro y luego el de arriba. Sus manos estaban masajeando mis nalgas, yo bajé sus bragas y acaricié su centro, ella correspondió de la misma manera acariciando mi parte más íntima con dos dedos, nos besamos desesperadamente y luego siguió masajeando pero sin introducir los dedos, sólo me frotaba suavemente.

Me hizo darme la vuelta, tomó mis manos y las puso a los lados del lavabo. Yo lo sujete con fuerza, se colocó detrás de mí y se froto a mi trasero mientras entro en mí, me mordí el labio para no gritar y ella comenzó a mover sus dedos mientras con la mano libre me sujeto de la cadera, yo trataba de reprimir los gemidos, a pesar de que se escuichaba el agua cayendo. Ella salía y entraba de mí sin cesar, puso dos dedos en mi boca con su mano libre que igual salían y entraban de ella, apreté los ojos cuando sentí que ella explotaba, desencadenando que yo lo alcanzara segundos después.

– Estuve esperando todo el día por esto – susurró en mi oído – me trastornas Char, cada día ansío más estar contigo – agregó y me giro la cara para besarme.

Cuando desperté, a la mañana siguiente, Engfa no estaba en la cama, supuse que se había ido a correr de nuevo, miré el reloj y casi eran las diez de la mañana, así que me levanté. Después de lavarme los dientes, me ganó la curiosidad y me asomé a la habitación de __;, pero no estaba, entonces bajé a la cocina. Estaba por abrir la puerta y escuché murmullos.

– Yo también te extraño mucho princesa, te prometo que lo primero que haré mañana cuando regrese será ir a verte – dijo la ya familiar voz femenina y se me hizo un nudo en la garganta

ARDIENTE TENTACIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora