CAPITULO 40

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Pero, a cambio sólo le frote su sexo, quería enloquecerla un poco más, ella abrió las piernas y entonces los introduje con rudeza, ella enterró sus manos en mi espalda y comencé a mover mis dedos rápidamente mientras me comía sus senos alternadamente, ella bajó hasta mis nalgas y me las apretó, pidiendo con ello que los introdujera más profundo, se escuchaba el sonido de su centro al chocar con mis dedos, los intensos gemidos de ambas y seguí moviéndolos sin parar, de pronto un grito de ella inundó la habitación cuando llegó al orgasmo, a mí me faltaba aún, así que me apoyé con la mano libre sobre la cama para hacer los últimos movimientos casi salvajes y terminé.

Me acosté a su lado sin decir nada, tratando de recobrar el ritmo normal de mi pulso y mi respiración, aún estaba jadeando y cuando estuve controlada.

– ¿Quién te dio mi número? – pregunté intrigada, una belleza así no hubiera pasado desapercibida por mí, si estuviera en la universidad.

– Otro integrante del club.

– ¿Del club? – exclamé más intrigada, pertenecía a un par en la universidad, pero no encontraba quien pudiera conocerla.

– Demasiadas preguntas, bien sabes que eso quebranta las reglas – respondió y me abrazó por atrás, acariciando mi abdomen y pechos.

– ¿Reglas? – dije extrañada.

– Espero que aún tengas energías – fue su respuesta y se paró frente a mí para volver a besarme.

Ahora ella tomó el control y me tiró sobre la cama. Se acercó a mí y se tumbó sobre mi cuerpo, me besó y mordió mis labios mientras su mano subía y bajaba por mi sexo que respondió a sus caricias volviéndose humedo. Se sentó a horcajadas sobre mí, tomó mis dedos con su mano y lo llevó hasta su centro para introducírlos. Comenzó a subir y bajar y mi mano libre se aferraron a su cintura para ayudarla en sus movimientos, se acariciaba sus senos y jalaba sus pezones, aumentó la velocidad y yo también buscando desesperadamente el objetivo hasta que lo logramos, nuevamente ella primero e instantes después yo. Se bajó luego de unos segundos, tomó su ropa y se vistió sin decir palabra alguna.

– ¿Volveré a verte?, no me has dicho tu nombre – dije desde la cama.

– Creo que eres nueva en esto, quizá vuelva a llamarte, gracias por el momento – respondió y salió de la habitación dejándome con mil preguntas en mi cabeza.

A la mañana siguiente me encontraba cerrando la última caja cuando sonó mi celular, era Kitty, así que de inmediato le contesté.

– Hola chica, ¿cómo estás? – saludé mientras me sentaba en la cama.

– Muy bien, ¿y tú?

– Bien, aquí ya preparando todo para mandarlo por paquetería a mí casa.

– Al fin terminamos la carrera, por cierto, ¿te gustó tu regalo de graduación? – preguntó con su característica sonrisa.

– ¿Cuál regalo? – exclamé volteando a todos lados a ver si había algo que no fuera mío.

– El de anoche… la chica – respondió volviendo a reírse.

– Ah, ¿con que tú fuiste la que le dio mi teléfono?, claro, no podría haber sido alguien más, por supuesto que me gustó amiga, la chica era un bombón.

– Bienvenido al club.

– ¿Club?, ¿de qué rayos estás hablando? – dije desconcertada y su respuesta fue una carcajada que no supe como tomar.

– Resulta mi amiga que hace cinco meses fui invitada a pertenecer a un exclusivo y secreto club de sexo, de gente de nuestro nivel social y uff, es la gloria, así que conociendo tu historial de la universidad, eres la candidata perfecta para pertenecer a él – explicó Kitty.

– Pero, ¿cómo te atreves a meterme sin consultarme primero?

– Vamos __, no te vas a hacer la santurróna conmigo que te conozco bien, ¿a poco no disfrutaste la experiencia de anoche?, tú misma dijiste que la chica era un bombón, así que no te hagas la ofendida.

– Es que tan siquiera me hubieras avisado chica, ahora comprendo varias cosas, ¿qué es eso de las reglas?

– Ah, es que el club se rige por tres rigurosas reglas que no hay que romper, tú sabes se trata de mantener esto en secreto, no tienes idea de quienes pertenecen a él, por eso te digo que es la gloria, a muchos no les conviene que salga a la luz pública. Las reglas son simples: uno: no nombres, dos: no preguntas personales, tres: no lazos afectivos, así que, como verás, se trata única y exclusivamente de gozar de un buen sexo sin ningún tipo de compromisos, así como nos gusta a ti y a mí.

– Sexo entre desconocidas, ¿ah?

– Así es mi amiga, de lo más excitante, aunque puede que te encuentres con alguna chica famosa, pero tú pretende que no la conoces, ese es el juego, yo tengo mi regla personal, no más de tres revolcones con la misma, eso crea lazos y sería romper con una de las reglas, te vas a divertir, ya lo verás.

– ¿Y a ti quien te invito?

– Una amiga, por cierto, casi lo olvido, existe una cuarta regla: no repartir los teléfonos indiscriminadamente y menos a desconocidas, te digo que es exclusivo, puedes pedir más teléfonos o proporcionar otros, como yo lo hice en tu caso, pero siempre y cuando sea gente de nuestro nivel social y que sea sumamente discreta.

– ¿Y si no quiero pertenecer?

– Ay por favor, __, en primera, ya estás dentro, en segunda, sé muy bien que no podrás resistirte, así que recuerda muy bien las reglas y si por algún motivo te encuentras en la calle con alguna de las chicas, recuerda, tú no la conoces y olvida volver a citarla, la cosa es que no se sepa nada de la vida personal.

– Pues hoy me regreso a Seattle.

– Por eso no hay problema, en un momento te mando el teléfono de una preciosa chica que vive allá, el club es nacional, así que donde quiera que te encuentres podrás conseguir a alguien, así que tú diviértete, hermana, como lo hemos hecho.

– Bueno chica, pues te dejo, ya vinieron a recoger mis cosas.

– Vale, seguimos en contacto, nos vemos.

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