e l e v e n

309 32 6
                                    

Resoplé mientras veía a la furgoneta de Judd desaparecer calle abajo, cruzando los brazos sobre el pecho. Realmente no sé qué esperaba, considerando que Judd era tan diferente como él. Era conocido por ser el adolescente frío y sin corazón que quería ver arder el mundo. ¿Por qué debería haber esperado algo diferente?

Terminé mi porro y pisoteé la colilla con dureza, tratando de hacer que absorbiera algo de mi ira. Estaba harto de que los chicos pensaran que podían elegir cuándo podía estar en su vida y cuándo no, así que al diablo con ese tipo.

Me balanceé de lado a lado mientras caminaba de regreso a mi casa, mi buen humor ahora se volvió amargo. Caminé directamente a la cocina donde estaba la mayoría de las bebidas y agarré una botella de vodka y bebí unos cuantos tragos, haciendo una mueca por la sensación de ardor.

-¿Estás bien hermosa?- Leah se cayó al costado en el que yo estaba vertiendo mi bebida y derribó una botella vacía. Ella se rió mientras lo hacía, decidiendo ignorarlo.

-Estaré mejor una vez que hayas hecho un trago conmigo.- Le sonreí con un brillo diabólico en mis ojos. Ella se rió y agarró dos vasos de chupito. Vertí el vodka en él y vitoreamos antes de arrojárnoslos de nuevo a la garganta. Mi interior se sentía como si se estuviera blanqueando por la cantidad de vodka que acabo de ingerir, pero me sacudí la sensación.

-¿Te apetece un baile?- Leah me tendió la mano después de pasarse el pelo por encima del hombro. Un largo mechón de cabello aún estaba pegado a su mejilla, pero ambas lo ignoramos mientras tomaba su mano. 

Saltamos a la sala de estar y bailamos juntas por un rato. Balanceamos nuestras caderas y gritamos letras y, en general, nos tropezamos con algunas buenas personas durante lo que parecieron horas. Una vez que me sentí completamente jodida y sin aliento, le dije a Leah que iba a buscar una bebida fresca. Ella asintió y sonrió.

Al entrar a la cocina, había un par de personas tiradas alrededor. Me di cuenta de que un niño estaba golpeando su tarjeta de crédito a lo largo de una línea de polvo blanco, dividiéndola en líneas más pequeñas.

Me di cuenta de que era cocaína cuando otra chica se acercó con un billete de un dólar enrollado en forma de pajilla y se lo esnifó por la nariz. Decidí ignorarlos y servir mi bebida.

Fui a agarrar la botella de Jack Daniels, pero decidí no hacerlo cuando esa estúpida cara de idiota nervioso apareció en mi mente. Le gruñí, optando por limitarme a las limonadas con vodka.

-Sírveme uno por favor, cariño.- dijo el chico que estaba alineando la coca-cola mientras su mano acariciaba mi costado al pasar. A pesar de que acababa de verlo consumir drogas, parecía que apenas estaba borracho.

-Claro. ¿Ya tomaste un trago?- bromeé con él, decidiendo hacerlo un poco más fuerte que el promedio. Él sonrió.

-He tenido demasiado en todo caso. Para eso está mi buen amigo Charlie.- sonrió, moviendo una pequeña bolsita de polvo blanco en mi cara. Arrugué mis cejas hacia él.

-¿Seguro que las drogas te hacen peor? No pareces más sobrio.- Volví a pensar en la fiesta de despedida, encogiéndome internamente por el estado en el que me encontraba. Se encogió de hombros y tomó un gran sorbo de la bebida que le acababa de servir.

-Este pequeño es diferente. Claro, te hace hablar un montón de mierda la mitad del tiempo, pero es como si absorbiera la mayor parte del alcohol. Parece que te vendría bien un poco.- Se rió entre dientes, una sonrisa instalándose en su rostro. Su rostro parecía relajado y feliz, a diferencia de..

-Vamos a hacerlo.- Terminé mi bebida, tratando de hacer que mi cerebro se callara. Sonrió con picardía y comenzó a golpear el polvo fino en líneas de nuevo. Se hizo una línea gruesa y la resopló en cuestión de segundos, levantando la cabeza y golpeándose el puente de la nariz mientras inhalaba con fuerza. Me entregó el billete de un dólar enrollado.

Vive un poco - j.birchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora