t w e n t y - t w o

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**No se ha leído la prueba, lo siento por los errores :/**

Me acosté en mi cama, jugando con mis dedos mientras miraba al techo. Tenía música de fondo pero no le prestaba mucha atención. Escuché el clic de la puerta de mi habitación y me senté más rápido de lo que me gustaría admitir, me dolía el cuello por los movimientos rápidos.

-¿Esperando a alguien?- Mi papá entró en la habitación con una sonrisa tensa. Le devolví una pequeña, y me apoyé contra la pared. Se sentó al final de la cama y me miró mientras yo encendía mi porro.

-No importa, ¿estás bien?- Le pregunté antes de dar una larga bocanada. Me quedé mirando mi teléfono, intentando mentalmente hacer que sonara y que apareciera el nombre de Judd. Mi papá notó esto.

-Sólo venía a ver si estabas despierta para poder despedirte antes de que tu mamá y yo nos fuéramos a la ciudad. Creo que la verdadera pregunta es si ¿estás bien?- Le hice un gesto para que tomara un poco del porro, lo cual aceptó con gusto. Mi familia creía que nos tranquilizaba a todos y, para ser honestos, nos llevamos mejor desde que empezamos a fumarlo.

-Sí, estoy bien.- Mentí. Él notó.

-¿Se trata de ese chico con el que has estado saliendo? Tu mamá me habló de él, hermano de Leah, ¿no?- preguntó papá, tratando de reconstruir lo que me pasaba. Suspiré y me froté las sienes.

-Judd. Sí. Nos llevábamos muy bien y él simplemente desapareció de la faz de la tierra durante una semana.- Agarré mi teléfono y volví a ver los mensajes para Judd. Todavía no hay respuesta. Pasé una mano por mi cabello que necesitaba ser rehecho.

-Oh no. ¿Pasó algo?- Me devolvió el porro y se arregló la ropa. Negué con la cabeza, incapaz de identificar nada que pudiera asustarlo.

-Todo iba tan bien.- Resoplé. Miré mis zapatos al otro lado del piso. Salté, agarré el par más cercano y me los puse.

-¿Adónde vas?-

-Con Leah, Diane o Elliot deben saber algo. Voy a ir a ver si pueden pensar por qué no me envía mensajes ni me ve.- Mi papá se levantó de un salto y me abrazó un poco.

-Sé que no puedo pasar mucho tiempo contigo mi pequeña Bella, pero sé que eres una chica increíble. Estos chicos no saben lo que se están perdiendo. No dejes que llamen a la puerta. Si estás deprimida, la persona adecuada te hará saber que es la indicada.- Me apretó con fuerza, antes de darme palmaditas en la espalda y sacarme de la casa. 

Se ofreció a llevarme porque él y mamá ya se iban de todos modos. El viaje tomó literalmente alrededor de 2 minutos, pero se sintió como si se arrastrara. Le di las gracias a mis padres y me acerqué a la puerta grande, esperando que al llamar fuera recibido con los fríos ojos verdes a los que me había acostumbrado.

-Hola cariño, ¿cómo estás?- preguntó Elliot mientras abría la puerta y me saludaba con un fuerte abrazo. Le di una sonrisa temblorosa, un rayo de esperanza en mis ojos.

-Hola Elliot, estoy bien. ¿Está Judd aquí?- Le pregunté, mirando a mi alrededor para ver si veía alguna señal de él. Su abrigo no estaba por ningún lado y tampoco sus botas. Elliot me dio una mirada triste.

-¿Qué tal si vienes a sentarte con Leah, Diane y yo?- Cuando alguien responde a tu pregunta con una pregunta, no será una buena respuesta. Asentí y dejé que me llevara a la cocina donde los Birch estaban sentados cenando. Parecía que habían terminado. Me senté en el asiento del medio entre Diane y Elliot.

-Cariño, Judd no está aquí. No ha estado en casa en toda la semana.- Se me cortó el aliento ante sus palabras.

-¿Qué quieres decir con que no ha estado en casa en toda la semana?- Le pregunté a la familia Birch. Elliot me abrazó y Diane tomó mi mano con firmeza mientras Leah estaba sentada enfrente con una expresión molesta en su rostro.

-Lo hace mucho Bella. No sé por qué. Supusimos que al menos te lo haría saber.- Pasé una mano por mi cabello y me mordí el labio inferior. Judd no era mi novio así que no debería esperar nada de él. ¿Pero quién diablos se levanta y se va sin decirle a nadie adónde van? Por lo que sabemos, puede estar muerto en una zanja. Mis nervios se aceleraron un poco, pensando en todas las posibilidades.

-Estoy seguro de que está bien, Bell. Nunca ha estado fuera más de un mes.- Prácticamente salté ante las palabras, con los ojos desorbitados.

"¡¿un mes?!"

————

-¿Puedes creerle al señor Johnson hoy? Hablando de que necesito "prestar más atención". Tal vez lo haría si no hablara como un viejo imbécil.- Le refunfuñé a Leah mientras caminábamos a casa desde la escuela. Me subí más el bolso al hombro mientras ella ponía los ojos en blanco y se reía de mí.

-Sí, ese divorcio debe estar afectándolo mucho. Incluso a él ya no le importa la ciencia y fue el único al que le gustó.- Leah se encogió de hombros y tecleó su teléfono mientras hablábamos. Era viernes y esta noche estaba durmiendo con Leah para una "noche de chicas". 

Leah intentaba constantemente distraerme del hecho de que faltaba una semana para Navidad y Judd aún no había regresado a casa. Ella asumió que yo estaba pensando lo peor, y así era. Estaba casi completamente convencido de que de alguna manera le había crecido una cola de caballo y había sido apuñalado por el escurridizo asesino de la cola de caballo.

-Mamá dijo que podíamos pedir comida china para la cena y dijo que estaba horneando algunos de sus famosos brownies.- Leah me informó, comenzando a sacar las llaves de su bolsillo y abriendo la puerta. Sonreí y le di un codazo.

-Conoces el camino a mi corazón, ¿no es así, Leah? Será mejor que te calmes o tendré que llevarte bien...- me interrumpí tropezando con un zapato. Una bota negra y embarrada. Mi corazón se detuvo mientras lo miraba con los ojos muy abiertos. Leah sonrió y me abrazó mientras chillaba y me hacía saltar.

-¡Judd está en casa! Apuesto a que tiene algo muy romántico...- Leah se interrumpió una vez que entramos a la cocina, la vista la dejó sin palabras. Judd estaba parado en la puerta trasera sosteniendo un cigarrillo. Dio una larga calada antes de pasársela a la chica bajita que estaba sentada a su lado. Tenía el cabello verde lima, la mitad hasta el hombro y la otra mitad rapada. tenía múltiples perforaciones en los labios, las orejas, las cejas y el tabique. Tenía la misma mirada aburrida en su rostro y los ojos marrones muertos que Judd solía tener. Su brazo estaba sobre su cintura.

-¡Oh, Leah! ¡Bella!- Diane cruzó corriendo la cocina y se acercó a nosotras, con una mirada preocupada en sus ojos. Ella me abrazó, como para ponerme en una burbuja protectora para salvarme de cualquier daño. No estaba funcionando.

-¿Quién diablos es esta Judd?- Leah cruzó los brazos sobre el pecho, mirando a su hermano y a su nueva...¿novia? joder amiga ¿amiga?

-Harriet.- respondió sin rodeos, negándose a mirar hacia mí. Tragué una gran burbuja en mi garganta y la aclaré.

-¿Puedo hablar contigo un minuto, Judd?- Le pregunté, tratando de mantener mi voz lo más firme posible. Sus ojos verdes finalmente encontraron los míos, pero no había ninguna emoción en ellos.

-¿Por qué?- Mi sangre empezó a hervir. ¿por qué? ¿por qué? tal vez porque la última vez que te vi, me tenías atado a tu cama y con los ojos vendados mientras..

-¿En serio? No quería avergonzarte delante de Harriet.- Dije su nombre como si fuera algo sucio. No debería haberlo hecho, pero no pude evitarlo. Él no me respondió, simplemente sacó otro cigarrillo y lo encendió a pesar de que Harriet estaba apagando el otro.

-No me ignores, Judd.- Caminé hacia él, ya no podía contener mi ira. Harriet me dio una mirada extraña mientras lo hacía, pero la ignoré.

-¿Qué quieres Isabella?- Me echó humo a la cara. Pero no de una manera burlona, de una manera que sabía que sólo me enojaría.

-Hmmm. ¡Me pregunto! Desapareciste durante como un mes sin decir una palabra, cuando la última vez que te vi fue cuando estabas desnudo y encima de mí. Ahora, estás de vuelta con quienquiera que sea y tienes la mejilla para preguntar ¿qué quiero?- Mi voz se hizo cada vez más fuerte, hasta que prácticamente le grité en la cara. Parecía imperturbable.

-No eres mi novia.- Eso fue todo. Le di una fría bofetada en la cara, toda mi molestia se manifestó en eso. Puso los ojos en blanco y arrojó el cigarrillo a medio fumar. Agarró la mano de Harriet y comenzó a arrastrarla escaleras arriba, cerrando la puerta detrás de ellos.

Vive un poco - j.birchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora