t w e n t y

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Era hora de "ir a las pistas" y lo más probable es que me avergonzara porque no tenía idea de cómo esquiar. Una vez que llegamos al remonte, decidí sentarme en mi propio asiento, lejos del de Birch, para evitar hablar de Judd. Esperaba poder estar a solas con mis pensamientos, pero un hombre se unió a mí en la silla. El hombre era bastante alto, tal vez un poco más bajo que Judd, y tenía cabello castaño oscuro. Sus ojos eran de un azul helado, muy parecidos a los míos y tenía una sonrisa descarada en su rostro.

-Lo siento, justo le estaba diciendo a mi amigo que pensaba que eras linda y me empujó para que me sentara contigo.- Se puso ligeramente rojo mientras hablaba, obviamente avergonzado por toda la situación. Me di cuenta de que era británico mientras hablaba, pero con un acento más común que el típico inglés de Queens. Me reí brevemente, sintiéndome definitivamente un poco incómoda.

-Está bien, gracias por cierto. Soy Bella.- Le tendí la mano para estrecharla, lo cual él tomó con una sonrisa tonta.

-Joe, encantado de conocerte. ¿Vienes aquí a menudo?- Él visiblemente se encogió ante la pregunta, lo que me hizo resoplar ligeramente. Negué con la cabeza mientras sonreía.

-Estoy aquí con la familia de mis amigos. Nunca había estado antes, pero necesitaba un descanso del mundo real.- Suspiré, mis ojos se dirigieron al asiento frente a nosotros en el que estaban Judd y Elliot. El objetivo de este viaje era relajarse lejos del drama, pero eso es todo hasta ahora. Me notó mirando hacia adelante.

-Aunque no parece que esté funcionando. ¿El tipo en el asiento frente a tu novio o algo así?- Me coloqué el pelo detrás de la oreja mientras me reía entre dientes.

-No. Él no es nada para mí, solo el hermano de mi amiga.-

-Eso es bueno, de lo contrario coquetear contigo sería un poco incómodo.- Me sonrojé ante sus palabras, mi garganta se sentía un poco seca por los nervios.

-No, coquetee, buen señor.- ¿Buen señor? ¿buen señor? ¿Qué carajo me pasa?

-¿Quieres ayuda para esquiar? No soy un profesional, pero tengo la sensación de que seré un poco mejor que tú.- Saltamos de la silla y caímos en la nieve donde tropecé un poco. Joe me atrapó mientras se reía entre dientes, con una brillante sonrisa en su rostro. Noté como sus rasgos no se habían tensado ni tenían una mirada asesina de ninguna manera. fue realmente refrescante. Me reí con él mientras me equilibraba. Moví mis ojos hacia el abedul donde noté que Leah y Grace susurraban con sonrisas mientras nos miraban mientras Judd me miraba como de costumbre.

-Sí, eso suena genial. Ven conmigo para decírselo a mis amigas, por favor.- Le indiqué que me siguiera. Me acerqué al grupo, casi cayendo sobre mis pies varias veces, pero me contuve.

-¿Quién es, Bell?- Leah me guiñó un ojo y me empujó juguetonamente. Me puse un poco más rojo que antes.

-Este es Joe. Él me enseñará a esquiar, si les parece a todos.- Leah asintió rápidamente.

-Ve a buscarlos chica, te mereces un poco de coqueteo.- Grace sonrió inocentemente, al no darse cuenta de su comentario, Judd se molestó aún más. Parecía que iba a hacer un comentario. Pero decidió no hacerlo. Decidió esquiar y descender por algo llamado el "diamante negro". El abedul está todo alineado para seguirme, saludándome un poco antes de bajar.

-Él no es nada, ¿eh?- Joe bromeó, llevándome a una pequeña colina. Le puse los ojos en blanco y sostuve su brazo como apoyo mientras caminaba.

-Está bien, dormimos juntos.- Admití, escondiéndome debajo de mi cabello por la vergüenza. Me sonrió amablemente, alineándome en el lugar donde comenzaríamos.

-Oye, claramente no quieres hablar de eso, así que no lo hagamos. Esquiemos.- Procedió a explicarme todo el proceso, asegurándose de dejar claro lo que decía para que lo entendiera completamente. Al final de todo, había logrado esquiar de manera mediocre. Me las arreglé para caerme de cara un par de veces, pero la nieve era un buen colchón, así que logré reírme. El día fue divertido y, al final, Joe me invitó a un café y me acompañó de regreso al albergue.

-¿Puedo tener tu número?- preguntó finalmente mientras estábamos en la puerta del albergue. Sonreí y lo pulsé en su teléfono. Tenía una gran y tonta sonrisa en su rostro y besó mi mejilla mientras se despedía. Entré al albergue y noté que no había nadie excepto Judd, que se estaba preparando un café.

-¿Se divirtieron?- No se giró hacia mí mientras hablaba, pero salté un poco porque esperaba que me ignorara.

-Uh, sí. Es un buen tipo.- Dije torpemente, apoyando mi taza de café en la isla.

-No pareces tu tipo.- Se encogió de hombros mientras hablaba y finalmente se dio la vuelta y me miró. Tenía una mirada en sus ojos que no pude detectar, pero su rostro mostraba que estaba pensando. Me burlé un poco.

-¿Quién es mi tipo? ¿Tú? Te lo dije, Judd, no me gustas así.- Miró al suelo por un segundo, el silencio se apoderó de nosotros. Colocó la taza en el mostrador antes de acercarse a mí. Agarró mi rostro y chocó sus labios con los míos, el beso fue agresivo pero apasionado. Me derretí directamente en él, mis manos encontraron el camino hacia su cabello.

-Me gustas.- Habló mientras rompía el beso, todavía mirándome a los ojos mientras hablaba. Su expresión era casi maníaca, como si me estuviera rogando con sus ojos que le respondiera lo mismo. En lugar de eso, empujé mis labios hacia los suyos, atrayéndolo hacia mí por su camisa. Me levantó por el trasero y me colocó sobre el mostrador, evitando por poco su café pero sin romper el beso. Nunca antes había habido tanto fuego entre nosotros y por más vergonzoso que sonara, podía sentir los fuegos artificiales de los que todos hablan.

-¡Ay Dios mío!- Nick jadeó cuando toda la familia entró. Nos separamos y mi cara se sonrojó cuando miré a la familia Birch. Leah tenía una sonrisa en su rostro mientras se reía.

-Callense la boca.- Judd gruñó, ayudándome a saltar del mostrador. Elliot aplaudió con entusiasmo cuando notó que la mano de Judd permanecía en mi cintura.

-Te dije que le gustaba después de que se fue ayer. Nuestro pequeño Judd está enamorado.- Diane dijo efusivamente, corriendo y besando a su hijo en la cabeza. Se alejó torpemente, con las orejas calentándose.

-Mamá, lo estás arruinando. No es amor. Simplemente no me gustó verla con esa herramienta.- gimió, tomando un sorbo de su café. Puse los ojos en blanco y le di un ligero codazo.

-Sí, eso es todo. No es que hayas estado demasiado asustado para admitirlo.- Me reí entre dientes, caminando hacia la isla.

-No tengo miedo de nada, simplemente no me di cuenta. Luego te vi riéndote con ese tipo y me imaginé poniéndole un cuchillo en...- Leah lo interrumpió.

-Estuviste siendo lindo por un minuto, Judd, te sugiero que te detengas mientras estás adelante.- Él asintió ante sus palabras y me miró.

-¿Entonces estamos bien?- Se mordió el interior de la boca.

-Estamos bien, pequeño idiota.- Le revolví el pelo y comencé a caminar hacia su habitación.

-¡¿A dónde vas?!- Leah me llamó.

-Judd está a punto de compensarme por ser un idiota.- Le guiñé un ojo a Judd, por lo que sorbió su café y corrió a mi lado, llevándome a su habitación.

-Esos chicos. Es tan agradable verlos tan sexualmente positivos.- Elliot abrazó a su esposa mientras hablaba. Me encogí un poco, pero lo olvidé tan pronto como Judd cerró la puerta y me lanzó una mirada diabólica.

-Cama ahora.-


Vive un poco - j.birchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora