9. Regaños y dudas.

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– ¿Qué horas son estas de llegar?

Pregunto mi papá con cierta molestia en su voz y de repente mi mamá dio un pequeño grito.

– Por dios Alessia ¿Qué te paso en el brazo?

– Salí a correr cuando venía de regreso me caí y me hice un esguince en la muñeca Sasha y el señor Zack me encontraron me llevaron al hospital me pusieron un yeso – dije mientras les mostraba mi brazo – el que tengo que usar por un mes, más aparte que tengo que estar en reposo una semana y después de que me quiten el yeso usaré una muñequera eso fue lo que paso.

– Pero ¿cómo? Ian, Max ¿Dónde estaban? – dijo mi tía más que enojada – se supone que son los mayores la deben cuidar ¿Cómo se supone que no se dieron cuenta cuando se fue?

– Ian, Max y Ginger habían salido a comprar algunas cosas - explique – y en ese momento aproveche para salir sin que alguno de ellos quisiera ir conmigo.

– Te entendemos hija, pero debiste pensar en las consecuencias.

Volvió a decir mi tía un poco más tranquila.

– Tu tía tiene razón aparte apenas te estabas recuperando del esguince anterior.

Dijo mi tío a lo que todos a excepción de Max y Ginger me miraron sorprendidos yo solo pude sonreír.

– Helen, Marc tenemos que irnos ya es tarde, pero cualquier cosa no duden llamarnos y a ti pequeña – dijo señalándome – vendré a visitarte todas las veces que pueda.

Me dijo con una sonrisa mientras me abrazaba.

– Que va ni te preocupes, por cierto, Sasha, señor Zack muchas gracias por la ayuda de hoy.

– No hay nada que agradecer Alessia y por favor solo dime Zack.

– Vale está bien, pero enserio muchas gracias.

Ellos solo me sonrieron y se despidieron de los demás.

– Bien chicos vallan a dormir ya es tarde.

– Ginger querida te prepare la habitación de invitados, Max te llevara.

Todos asentimos ante las ordenes de mi papá y mi tía llegué a mi cuarto y fui a bañarme ¿Cómo le hice con el yeso? pues tuve que usar una bolsa de plástico para no mojarlo, aunque fue muy difícil si les soy sincera, sin pasar por alto que cambiarme tampoco fue muy fácil que digamos.

Al día siguiente...

Era demasiado temprano y yo ya estaba despierta algo demasiado raro en mi sin embargo, en estos momentos estaba buscando mi celular el cual no estaba por ningún lado, cansada de buscarlo me senté en el suelo junto a mi ventana creo que era lo mejor que podía hacer.

– Es muy temprano para que estés despierta ¿no crees?

Oí que dijo mi tía a lo que yo asentí sin dejar de mirar la ventana.

– Si demasiado temprano pero ya no podía dormir y mi celular no está y.... tengo que esperar a que Ian despierte para hablar con el director que no podré ir a entrenar a los chicos hoy, ni mañana y la semana que viene.

Dije suspirando mientras mi tía se sentaba junto a mí.

– Tu papá ayer hablo con el director así que no tienes de que preocuparte – me dijo a lo que asentí nuevamente – y ayer que saliste a correr ¿Por qué no quisiste que nadie te acompañara?

Me pregunto a lo que yo me encogí de hombros sin dar una respuesta coherente.

– Vamos Nini sabes que puedes confiar en mi ¿no? – dijo y yo asentí – entonces ¿Qué te puso tan triste que saliste a correr?

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