Joya

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Remus le sonrió, el movimiento tirando de las cicatrices en su rostro. Su mano se deslizó por su cuerpo, rozó sus senos, se arrastró hasta su ombligo y se deslizó dentro de sus bragas.

—¿Algo que necesites, Harrie? —dijo, inclinándose para besarla.

«No, eso no estuvo bien, no, no...»

Se sentó en el sillón cerca de la ventana, con un libro abierto en su regazo. Aburrido, muy aburrido. Remus se había ido por el día, y ella no tenía nada que hacer más que esperar...

«No, no...»

El rostro ensangrentado de Remus, su sonrisa temblorosa.

—Lo hicimos. Tenemos uno.

«Detente, detente...»

—Soy tuyo —dijo Snape, en un gruñido.

Su sangre estaba en sus labios, su polla en su coño.

«¡Sal de mi cabeza!»

—Zorra —le decía Snape al oído, mientras la embestía por detrás—. Ese es tu único uso. Un agujero húmedo que toma mi semen.

Su mano en su garganta, apretando.

—Dilo, puta.

—Soy tu zorra, soy... soy un agujero húmedo que recibe tu semen...

—Así es. Un poco de manga de pene para mantener mi pene caliente.

Él gruñó y se corrió dentro de ella, la calidez de su liberación provocó su propio orgasmo.

«¡Fuera, fuera!»

Más imágenes, pasando rápidamente, más palabras, su nombre, Harrie, Harrie, y la lengua de Snape en su boca, y la fuerte carcajada de Bellatrix, y el dolor de un Cruciatus explotando a lo largo de sus nervios, eres un Horrocrux, Harrie, Harrie, no te vas a morir, te amo, te amo...

Todo se volvió borroso, los colores y los sonidos se arremolinaron juntos en una mezcla alienígena imposible, y luego algo frío y penetrante se sacudió en la cabeza de Harrie, justo en la base de su tronco encefálico, y ella estaba mirando a la cara de Voldemort, a los ojos rojos, rojos, el rostro pálido como la tiza, los labios sin sangre.

Parpadeó, las lágrimas escapaban de sus ojos, rodando por sus mejillas.

Voldemort apartó la mirada de ella. La fuerza invisible que la había mantenido inmóvil se desvaneció. Se desplomó en el suelo, de rodillas, respirando con dificultad. El sabor de su propia sangre cubrió su lengua.

—La chica confía en ti, Severus. Está convencida de que estás de su lado. Que te preocupas por ella.

—He hecho bien mi papel, mi Lord. Y la mente joven de Potter es particularmente fácil de manipular.

Voldemort emitió un largo siseo, el sonido brotó de su cruel boca, una extraña risa en pársel que raspó la piel de Harrie.

Ah, ¿escuchas eso, Harrie? Tu amo disfruta jugando contigo.

Snape me ama —respondió ella, obstinadamente.

Lo había visto dentro de su cabeza, no podía ocultarlo de todos modos. Había tratado de resistirse a la Legeremancia de Voldemort, y sus escudos mentales se habían desmoronado en segundos. Su ataque no se había parecido en nada al de Snape el año pasado, cuando trató de entrenarla. La Legimilencia de Snape era como humo, algo que se filtraba y abrumaba su mente hasta que parecía estar en todas partes a la vez.

Voldemort era una aguja. Una aguja al rojo vivo y abrasadora. Había atravesado, directo al corazón de ella, y no había podido evitar que él examinara sus recuerdos a voluntad.

𝒞𝒶𝓊ℊ𝒽𝓉 𝒾𝓃 𝓉𝒽ℯ 𝒶𝒸𝓉 (𝒯𝓇𝒶𝒹𝓊𝒸𝒾𝒹ℴ) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora