Esto es lo que sacrificamos

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Cuando amanecieron al día siguiente, Wooyoung no esperó para contarle con detalles la conversación que tuvo con los acreedores. Había prometido no ocultarle más las cosas, no si quería mantener a San a su lado. El pelinegro prestó atención a sus palabras, le contó cómo le amenazaron, pero que finalmente le ofrecieron una posibilidad de obtener algo más de tiempo. El menor explicó que simplemente tenía que ir con ellos a algún lado y allí le dirían el resto.

—¿Dónde es exactamente?

—No me lo dijeron —contestó. Ambos iban caminando por el río Han, necesitaban hablar tranquilamente mientras el viento fresco de aquella mañana les golpeaba en la cara y se colaba entre sus ropas—. Lo único que tengo que hacer es acompañarlos, y una vez allí supongo que me dirán exactamente para qué me quieren.

—¿Aceptaste entonces?

—Claro que acepté, qué otra cosa más podía hacer. No íbamos a conseguir el dinero de todas formas.

—¿Y sabes ahora cómo conseguirlo?

—No, pero por lo menos tendré más tiempo para pensar. Una semana —especificó.

—Eso no es prácticamente nada.

—Oye —detuvo su paso. Su tono mostraba molestia—, hice lo que pude.

—Lo sé, perdona —le dio un empujón suave para que reanudase la caminata junto a él—. Es solo que tengo miedo de que a pesar de que te vayas con ellos a saber dónde, luego no sirva de nada.

Wooyoung no dijo nada, pues él también había contemplado esa posibilidad. Era bastante incierto qué iba a ser de ellos, y todo dependía de lo bien que hiciese su tarea mañana y el devenir de los próximos días. El menor estaba hastiado de esta situación que lo ahogaba desde hace ya un tiempo, cuando decidió apostar muchísimo dinero en aquella pelea. Ojalá nunca lo hubiese hecho, pues ahora no estaría entre la espada y la pared, pero lo hizo porque le manipularon. Como un tonto se puso él las cuerdas en sus extremidades para que lo manejasen a su gusto, aunque él seguía teniendo consciencia de sus actos y pudo evitarlo.

San le advirtió que no ganaría porque su hombro le estaba dando severos problemas y que no apostase más dinero por él. El menor por un segundo le iba a hacer caso, sin embargo, él ya tenía su estrategia planificada. Un hombre anónimo se le acercó días atrás en otro de los muchos enfrentamientos de esa semana, y le dijo que iba a haber una pelea amañada, que el contrincante que se iba a enfrentar a San próximamente se iba a dejar perder porque de esta forma ganarían mucho más dinero si el pelinegro obtenía la victoria. Le dijo cuantos apostantes estaban al tanto, y el día de dicha pelea se fijó que muchos susurraban cosas entre ellos y cómo apostaban grandes cantidades por San. No le quiso decir nada al pelinegro para no bajarle la autoestima, ya que ganaría no por su determinación, sino porque realmente lo dejaron ganar fácilmente.

Su mente en ese momento se autoconvenció, llevaban arrastrando problemas de dinero mucho tiempo y vio su oportunidad de salir de ellos. Por ello había pedido un préstamo a los acreedores con anterioridad, pensando en que pasase lo que pasase iban a ganar de todas formas. Pero todo pareció ser un engaño, pues hay gente que se dedica a manipular a los apostantes para que arriesguen todo su dinero para luego salir beneficiados ellos. Y esto Wooyoung lo sabía, llevaba la experiencia de cuatro años consigo a cuestas, sabía cómo se movía todo, y aún así su avaricia de aquel momento le nubló el juicio. Salió de allí sin más que una palmadita en la espalda por parte de los estafadores y con una deuda que sería mucho mayor.

Claws and Bets | WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora