Esto es solo el principio de nuestro final

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—¿Qué tal estos?

San giraba la cabeza de un lado a otro, no muy convencido de lo que la dependienta le estaba enseñando.

—¿No tiene algunos más anchos?

—Déjeme ver —dijo amablemente y sacó una bandeja con más ejemplares—. Tenemos esta pareja —la cogió para mostrarle mejor—. Sin embargo, solo uno de ellos tiene más grosor.

—Es que buscaba que los dos fueran iguales —especificó.

—¿Es para su novia? Es que debido a que nuestras clientas suelen preferir más finos, no solemos tener parejas de anillos así —volvió a dejarlos en su sitio y continuó hablando—. Pero siempre puede comprar los dos iguales, aunque le saldrá algo más caro al no llevarse el otro.

San pensó en la sugerencia de la dependienta. No le parecía mala idea, pues viendo que le iba a ser difícil encontrar una pareja de anillos como él quería se tendría que conformar con aquello.

—Está bien, no me importa pagar algo más. Es que realmente es para mi novio y por eso los quería así, porque tan fino no le iba a gustar.

La chica tornó a una actitud avergonzada en ese momento.

—Lo siento, no quería... perdona por la confusión —se disculpó apenada.

—No te preocupes, no me molesta —le dedicó una sonrisa sincera. Volvió la vista a todos aquellos anillos y escogió uno de acero inoxidable—. Deme dos de este, entonces.

—Perfecto, ¿quiere grabar alguna palabra o mensaje en la cara interna?

Reflexionó por un momento en qué podría poner, se le ocurría varias opciones, pero solo una le convenció, posiblemente la más simple de todas. Asintió a modo de respuesta, diciéndole en lo que había pensado. La chica se los grabó y los preparó en una bolsita de tela, entregándosela cuidadosamente.

—Muchas gracias.

—¡Gracias a ti, que los disfrutéis! —hizo una pequeña reverencia y el pelinegro salió de la tienda.

Los metió en uno de los bolsillos de su bolsa de entreno, pues realmente paró en aquella tienda de camino al gimnasio. Quería regalarle algo a Wooyoung desde hacía un tiempo, y pensó que unos anillos de pareja tras unos cuantos años de relación simbolizaban de manera física su unión. ¿Era algo típico? Podía ser, pero realmente le hacía ilusión aquello.

••••••

En el día de hoy no le tocaba ninguna pelea, pero aun así se machacó entrenando duro. Sentía que tenía que hacerlo por alguna razón que desconocía todavía, que necesitaba prepararse para algo más grande; pues pronto pondría broche a este trabajo, si es que se le podía llamar así, y por fin empezar una nueva vida. El vapor llenaba los vestuarios mientras San se duchaba. El agua tibia caía sobre su cuerpo, relajando cada músculo y permitiéndole perderse en sus pensamientos. Su mente viajó de nuevo a la noche anterior, un recuerdo que hacía que su corazón latiera con fuerza, recordaba la forma en que los ojos de Wooyoung brillaban cuando se miraban.

Al cabo de un rato, notó que un murmullo había comenzado a crearse entre las paredes. Las voces de otros luchadores resonaban a su alrededor mientras se preparaban después de sus entrenamientos. Entre las conversaciones que se filtraban, escuchó a dos hablar con entusiasmo sobre peleas de alto riesgo que tenían lugar en Incheon.

—Os lo digo en serio, la semana que viene me presento allí.

—No le tienes apego a la vida, eh —comentó riendo uno de ellos mientras se quitaba las vendas de sus manos.

Claws and Bets | WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora