Mi regresión

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Hola me llamo Karla, soy una chica normal de 1.60 con una complexión delgada, siempre he sido muy sociable pero últimamente me he alejado de las personas. Este último año estuve haciendo mi servicio social en una guardería. Ahí conocí a Eva que tenia 9 años más que yo. No teníamos una amistad muy cercana pero nos frecuentábamos mucho, ella me ayudó a adaptarme al lugar y en cualquier duda que tenía existía confianza para acudir por su ayuda.

Era un día de primavera, yo me encontraba en el área administrativa en una hora muerta. Así que fui a buscar a Eva en el área de niños y cuando la encontré se encontraba amamantando, se me hizo una escena linda pero de pronto no podía dejar se mirar sus pechos, era grandes y redondos, era la primera vez que admiraba de esa forma el cuerpo de una mujer.

- Hola Karla, ¿Como te encuentras?

- Bien Eva, iba a comprar algo de comer y pregunta si querías algo.

- Tráeme un café por favor.

- Esta bien, ya vengo.

Regrese con un par de cafés y me agradeció, entonces le dije:

- Que tonta, olvide ir por crema.

- No te preocupes, aquí tengo leche.

Tomo uno de sus pechos y empezó a poner de su leche materna al café y me pregunto

- ¿Quieres?

- No gracias estoy bien.

- No te asustes, es mejor que la de vaca.

- En verdad, esto es muy nuevo para mí, pasaré por ahora.

- Y a todo esto ¿como es que puedes lactar?

- Hace tiempo tuve un desorden hormonal y como mi hermana había tenido una hija decidí ayudarla, después quise aprovechar esa condición para ofrecer mis servicios a otras mamas.

- La verdad me sorprendes, eres muy buena cuidando niños. Veo que los tratas con tanto cariño y atención.

- ¿Tuviste una infancia difícil?

- No, pero me hubiera gustado tener más atenciones y mimos.

Ella se levanto y me dio un abrazo.

- Pequeñas muestras de afecto necesitamos todos.

- Gracias. Bueno, volveré a mi puesto. Me dio gusto charlar.

Pasó una semana y nos hicimos más intimas. Sucedía algo curioso con la comida la cual desaparecía en el refri que utilizábamos todos los que trabajamos ahí. Sospechábamos de algunos pero como nunca fue algo grave no le di importancia. Un día vi a Eva comerse un panquecito y le dije:

- Se ve bien, ¿de que es?

- De vainilla, te hubiese ofrecido antes pero la última vez note que preferías algo que no tuviera mi leche materna.

Todos voltearon a vernos, incluso una chica fue corriendo al baño a vomitar, pero a mi me causo mucha gracia.

- Esta vez te lo aceptaré si no es molestia.

- Claro, espero que te guste

Lo tomé y me lo empecé a comer. Me gusto mucho el sabor, era muy dulce

- ¿Que te pareció?

- Me encantó, gracias.

Los demás después de vernos raro volvieron a sus asuntos y nunca hablaron del tema, o no que yo escuchara. Nosotras solo nos reímos.

Llegó el jueves y no tuve un buen día, durante el camino llovió, perdí el transporte, me tropecé y llegué tarde, estaba muy molesta. Al llegar perdí algunos reportes y mi computadora no encendía y para colmó durante el almuerzo me habían robado mi comida. Yo estaba muy triste y empecé a llorar. Entonces llegó Eva y me empezó a consolar.

- Tranquila, solo se te juntaron muchas cosas malas, no es común que suceda.

- Lo sé, solo quería desahogarme

- Quieres que te abrace

- Si, por favor

Ella me abrazó junto a su pecho y yo empecé a meter un poco mi cara entre sus senos.

- ¿Quieres chichi bebe?

- Shi, mami

No sé que impulso me hizo decir eso, pero ella saco su pecho y con mis labios busque su pezón, los tome y empecé a succionar. Sentía una sensación de seguridad que no había sentido antes. Tome el otro y el tiempo pasó sin siquiera percibir.

- Ya debo volver al trabajo y nos pueden ver, no sabes lo agradecida que estoy.

- Aquí estaré por si me necesitas.

Unas horas al final me sentía mal, la mojada me había resfriado y necesitaba recostarme. Fui con Eva y le dije:

- Puedo recostarme en tu sofá.

- Mejor recuéstate en esta cuna, es suficientemente grande para ti.

Me ayudo a subir y me recosté. El tiempo voló y desperté todavía débil.

- Eva, ¿Estas ahí?

- Si corazón, ¿como te sientes?

- No muy bien, ¿que hora es?

- Ya pasan de las 10

- Es muy tarde, debo ir a casa

- No estas muy bien, tienes fiebre, voy por medicamentos

- Apenas y me puedo mover

Eva llegó con una bolsa de medicamentos y una carriola, me subió y me llevo a su auto.

- Prefiero llevarte a mi casa donde pueda cuidarte

- No quiero ser molestia

- Esta bien, prefiero tenerte vigilada

Llegamos y me coloco sobre la cama, me desnudo para bajar la temperatura, tomo el termómetro y me lo metió por el recto.

- Auch

- No esta tan alta pero mejor quédate así

- Que pena que me veas así

- Yo te veo dulce y vulnerable, como un bebe recién nacido

- Te gustan los bebes, verdad

- Si y para ser sincera me gustas tù

- También tú me gustas

- ¿Quieres ser mi bebé?

- Si quiero

- Recuerda que ahora eres mi bebita recién nacida, yo me hago cargo de ti, te doy de comer y te cambió...

- ¿Me cambias?

- Si, usaras pañal y por cierto las bebes no hablan.

Hice un ruido infantil tratando de llamarla. Ella se acerco y me abrazo. Yo volví a meter mi cara entre sus pechos y ella los volvió a sacar. Se acomodo y empezó a amamantarme, me tranquilizo y la tranquilidad se volvió sueño.


La bebeficación de KarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora