-Capítulo 1-

10 3 43
                                    

Intenté hablar con él. No hicimos nada más que darle vueltas al mismo tema sin terminar de encontrar una solución. Estaba claro que Anthony tenía ganas de terminar nuestra relación y utilizó mi nuevo trabajo como excusa. Si os soy sincera, a día de hoy sigo sin entender qué hice mal para acabar así con él. Había sido mi compañero de vida en los últimos años y aún así pareció que me había conocido unos días atrás. Tuvo el alma tan fría como para acabar todo con un simple "ok" después de que yo le dijera que no me hablara nunca más. Lo amo, y eso no va a cambiar nunca, pero ese comportamiento nunca lo entenderé.

Coloco el móvil sobre la encimera de la cocina y tecleo los números indicados al final del mensaje. Dejo que la llamada suene y mientras tanto saco las pizzas quemadas del horno. Las miro con una mezcla de ira y tristeza. Mi corazón se encontraba incluso peor que esos trozos de masa.

-¿Hola?

Una voz grave me saca de mis pensamientos. Miro hacia todos lados para averiguar de donde provenía pero no veo a nadie. De inmediato me acuerdo de la llamada que yo misma había iniciado y corro hasta el móvil.

-Hola, hola. Perdón, estaba un poco distraída.

Camino para sentarme en el sofá mientras limpio las lágrimas que bajaban sin control por mi rostro. Creo que hice algún tipo de ruido que delató mi tristeza ya que la persona al otro lado del teléfono me preguntó.

-¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

Esas preguntas sonaban estúpidas en mi mente. Es obvio que me pasaba algo, se notaba incluso por mi voz, y claro que necesitaba algo. Necesitaba a alguien cerca para desahogarme y que me abrazara fuerte hasta que mi mente se aclarara.

-No, estoy bien.

No sé si lo que voy a decir es del todo cierto, pero no me extrañaría nada que la mentira más repetida en el mundo fuese esa. Sí, estoy genial y con ganas de saltar de felicidad cuando realmente estás tirada en la cama con una caja de pañuelos vacía y los ojos hinchados.

-¿Segura? Te noto la voz un poco cargada.

-Estoy bien, de verdad.

-Vale, pues me quedo tranquilo.

Lo siguiente es muy simple.

Silencio incómodo.

Supongo que él esperaba a que le dijera lo que quería ya que yo había sido la que inició la llamada, pero hasta ese momento no me di cuenta de ese pequeño detalle.

-Se me había olvidado que te había llamado yo, perdona de nuevo. Es que hoy ha sido un día raro y ya no sé ni lo que hago.

Mientras digo eso suelto una risa incómoda y camino de nuevo hasta las pizzas quemadas. Corto una de ellas y coloco dos pedazos sobre un plato para luego dirigirme hasta la mesa para comérmelos. Nada más podía ir a peor así que comer pizza quemada no era un problema.

-Tranquila, dime.

-Me gustaría saber a qué hora debo de estar en el parque.

El chico suelta una risa. No sé interpretar si le hizo gracia mi pregunta (lo cuál no tendría mucho sentido) o es que se dió cuenta de lo que le esperaba al tenerme allí como la nueva. Sea como sea me contestó amablemente y la llamada terminó.

---

Las piernas me temblaban. Parecía estúpida y estaba segura de que desde fuera cualquier persona pensaría que me estaba por dar un ataque. Y realmente no estaban tan equivocados.

La última vez que me sentí así fue justo antes de un examen de matemáticas. Nunca he sido bastante buena en esa asignatura y tener que enfrentarme a un papel lleno de números sin sentido era mi peor miedo.

Carnival ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora