-Capítulo 20-

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Había perdido la noción del tiempo. Ya no sabía qué hora era, qué estaba pasando fuera ni qué pasaría luego. Dejo caer mi cabeza hacia atrás y suspiro aburrida.

-A ver qué hacemos con esta... -La puerta se abre y un hombre vestido de traje entra en la sala seguido de una mujer rubia muy arreglada y con pinta de psicóloga o algo por el estilo.- Elodie Fodst, ¿verdad?

-Sí, sé como me llamo.

El hombre se sienta frente a mi y la mujer se queda a su lado mirándome fijamente.

-Encantado, yo soy Orlando y ella es Lilith. -Miro a esa tal Lilith y me sonríe ampliamente. Me da escalofríos.- Estamos aquí para que nos ayudes a entender qué mierdas es todo esto.

-Vete a...

-No, aquí no podemos hablar.

Orlando mira hacia la puerta y hace unas señas que invitan a dos policías a levantarme de mi silla para sacarme de la sala. La mujer y el hombre se adelantan y recorren un largo pasillo hasta llegar a una puerta. Se quedan quietos y la puerta se abre. Un policía sale de aquella sala y seguidamente sacan a Callum de allí. El chico me ve y no se lo piensa dos veces.

-¡Elodie! -Intenta correr hasta mi, pero la sujeción de dos policías se lo impiden.- ¡Soltadme ya joder!

Pero no lo consigue y lo único que gana es un puñetazo en el estómago por parte de uno de ellos. Lo arrastran lo más alejado que pueden de mi y Callum se limita a sonreirme y a susurrarme algo que logro entender tras leer sus labios: "Delátame"

-Anda.

Los policías me obligan a entrar a la sala y me sientan en una silla exactamente igual a la anterior. Uno de ellos hace el intento de quitarme las esposas, pero el otro le para y habla con Orlando.

-¿La dejamos suelta?

El hombre asiente y, ahora sí, me quitan las esposas. Podría haberme lanzado a por ellos, pero entierro mis ganas de revelarme. No es un buen momento para cagarla.

-Bien, Elodie, ahora sí. Cuéntanos todo lo que sepas.

Recuerdo lo que Callum me había dicho hace apenas unos minutos y retiro ese pensamiento de mi mente. No iba a delatarlo.

Me quedo en silencio y le sonrío. Ahora es Lilith la que intenta sacarme información.

-Oye, sabemos que esto es algo complejo, pero créeme que si nos cuentas algo será todo mucho mejor.

La miro fijamente a los ojos y le dedico una cara de asco.

-Que os jodan.

Ambos se miran entre ellos, convencidos de que aquello iba a ocurrir, y la mujer le dice algo al oído al hombre. Orlando asiente y apoya los codos para mirame más de cerca.

-Esto es algo que no le hemos dicho a nadie, pero como eres la última en ser interrogada y no vas a ver nunca más a ninguno de tus compañeros, no hay problema en decirte esto: ¿Conoces a un tal Arlo?

La sangre recorre mi cuerpo de una forma mucho más acelerada, pero guardo la calma con la intención de autoconvencerme de que ese pensamiento que se me había pasado por la mente no era cierto.

-¿Por qué debería conocerlo?

-Bueno, él nos contactó hace unos días y nos reveló todo. Nos da exactamente igual si nos cuentas o no la historia, lo único que queremos es conseguirte la menor cantidad posible de años encerrada.

La ira se apodera de mi cuerpo y no puedo hacer otra cosa que reunir todas mis fuerzas y volcar la mesa.

-¡Puto Arlo! ¡Eres imbécil!

Automáticamente, los mismos policías de antes entran y me sujetan. Le doy una patada en el estómago a uno de ellos, pero el otro sí que consigue ponerme las esposas.

-Sacarla de aquí.

Los policías asienten y me sacan de la sala. Tras esto, me llevan a toda prisa a otra furgoneta, un poco más pequeña que la anterior, y conducen durante un largo período de tiempo. Al sacarme de la furgoneta me arrastran hasta el interior de un edificio, que yo nunca había visto, y otro grupo de personas nos acompañan hasta una sala. Se cambian los turnos y ahora otros dos hombres se encargan de sujetarme mientras que los dos policías hablan con la mujer, que tiene pinta de ser la dueña del lugar. Al terminar se despiden y salen de allí, dejándome sola con el nuevo grupo de gente. La dueña indica que solamente se queden los que me retenían y el resto desaparece.

-Hola Elodie.

-Hola.

La señora me sonríe.

-Bienvenida a lo que será tu casa durante el resto de tu vida. Espero que te parezca muy agradable.

La señora se ríe y le contagia la felicidad a los otros dos hombres. Luego, busca entre unos papeles y recita unos nombres.

-John, Rosa, Weisth, Callum, Knox... ¡Aquí está! Elodie Fodst.

Pero a mi no me importaba aquello. La señora había nombrado a Callum, lo que significaba que él también estaba aquí.

-¿Has dicho...?

-Shhh, no hables. -La mujer lee el documento y encuentra lo que estaba buscando.- Bien, celda 24. Vamos allá.

Me acompañan hasta la dichosa celda y antes de encerrarme allí me presentan al que será mi vecino.

-Hola guapa.

Observo al joven impactada. Nunca antes había visto a alguien con la piel tan pálida y con un contraste tan fuerte entre sus tonalidades. El chico tenía zonas rojas por todo su rostro, el pelo de color negro opaco y la piel demasiado blanca.

-Él es Knox, te hará compañía durante tus horas en la celda. No podréis veros porque os separa un gran muro de piedra, pero sí que podéis hablar.

No estoy muy convencida, pero asiento y, ahora sí, me encierran en la celda 24. Antes de irse, la dueña me dice una última cosa.

-Ah, y que sepas que Carnival está cerrado. No volverá a abrir nunca. Se os ha acabado la felicidad.

La señora se aleja riendo sin parar. Me siento sobre el frío suelo y no puedo evitar llorar y soltar toda la rabia que llevaba reteniendo desde hace mucho.

-¡Eh, nueva!

-¿Qué quieres?

-¿Qué narices es Carnival?

Y pienso en la respuesta. ¿Era un parque de atracciones? ¿Un refugio? ¿Un cementerio? ¿Un... Hogar?

-Es el lugar de mi fin.

Carnival ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora