Eran las 19:24, pero le bastó con aquella corta y concisa frase para salir pitando. Brian estaba que se subía por las paredes, temía lo peor tras recibir aquel mensaje de su cibernauta. Así que se dio prisa en apagar el ordenador y salir cuanto antes del cuarto para poder llegar al encuentro con Y.
Cuando estaba abriendo la puerta de entrada para salir, vio a su madre sentada en el sofá, con la cabeza agachada, oyó unos leves lloriqueos, así que se acercó, y se sentó al lado de su madre:
- ¿Qué pasa Mamá?- le preguntó Brian preocupado a su madre.
- ¿Qué haces todavía aquí?- le respondió con otra pregunta la madre a su hijo, sobresaltada por la presencia de este en la sala, y secándose las lágrimas de los ojos rápidamente.
- ¿Estás bien?- reparó en el estado de su madre, Brian.
- No te preocupes ¡Vete hijo! Seguro que Olivia se va empezar a preocupar.
El chico no insistió más, y se fue con cierto malestar en el cuerpo tras ver a su madre tan afligida. En cuanto regresó al coche, no se vio con coraje para contarle a Sam lo que había sucedido; ni lo del mensaje de Y ni lo de mamá. Durante todo el largo trayecto estuvieron ambos mudos sin mediar palabra el uno con el otro, sumidos en sus propios pensamientos, sentimientos y secretos. Puede que después de todo, no se conocieran tan bien los hermanos como ellos creían, puede que ni siquiera fueran tan inseparables, puesto que ninguno de los dos era capaz de compartir sus inquietudes con el otro. Puede que lo hicieran por protegerse, pero Brian y Sam sabían que una parte de su ser lo hacía por no poner en una encrucijada al otro. En el fondo aquel año iba a cambiar todas sus expectativas, e iba a llevarles hacer cosas impensables, los iba a unir más que nunca como hermanos pero también acabaría por separarlos por mantenerlos a salvo. Aunque eso ellos no lo sabían ni podían llegar a imaginárselo en aquel coche mientras iban de camino a su nueva vida.
Cuando estaban a punto de llegar al punto de encuentro, Samantha hizo que su hermano estacionara el vehículo a un lado con las luces de emergencias, justo en la entrada del centro comercial de la ciudad.
- Te paso a recoger en hora y media, más o menos. ¡Entretente un rato! –propuso a Sam.
Brian se reincorporó a la vía, y se dirigió hacia el hospital Juan XXVI, dónde Y ya debía estar impacientado por su demora puesto que ya eran las 19:48. Efectivamente, cuando fue a aparcar su vespa 400 en una de las plantas del parking subterráneo de aquel hospital, vio a un sujeto de aspecto sombrío con una máscara de senufo, que dedujo, con buen ojo, que era Y.
Tras estacionar el vehículo correctamente, y parar el motor, Brian se quedó un momento absorto, mirando a la nada, perdiendo la noción del tiempo, sin saber ni tener claro si hacia la correcto al bajarse de aquel vehículo. Ya era tarde para él, ya estaba en el lugar donde tenía que estar, y ya no podía dar marcha atrás. El individuo de la máscara de senufo golpeó la ventanilla de la reliquia de coche en el que él estaba subido.
- ¡Bonito, vespa 400!- escuchó decir al ser enmascarado al tiempo que este se pegaba a la ventanilla del automóvil. –
Aquel desconocido empleó una voz irreconocible, que Brian no podía asegurar si se trataba de un hombre, de una mujer o de un robot. Por suerte, para él, así era como todos oían hablar a Y. El muchacho reaccionó, de inmediato, e indicó a aquel sujeto que se apartara de la puerta que iba abrirla para salir. El señor o señora se hizo a un lado, y dejó salir a éste del coche.
- Te estaba esperando Brian Gallows Sánchez. – le sorprendió desvelando su identidad.
- ¡Cómo!- exclamó él sin dar crédito.
- Tu madre, también, está en los registros de este hospital. – le reveló a Brian sin darle más alternativa a este que preguntar justamente por el asunto que Y estaba deseando explicarle con todo detalle.
- ¿Por qué?- le cuestionó el chico anonadado, obviando la burocracia.
- Igual que tu padre es un sujeto de estudio, pero ella es más difícil de "cazar".
- ¿De qué estás hablando?- interrogó inquieto él a Y.
- ¿Cómo crees que sobreviven los de arriba? Prueban en vosotros lo que ellos jamás en vida se harían.
- ¿La SASA que pinta en toda esto?- le exigió Brian a Y haciendo referencia a la documentación que había recibido hacia una semana de él.
- Te lo acabo de decir B, pero será mejor, que lo veas con tus propios ojos. Acompáñame. – le invitó con su brazo para que pasase delante de él.
Brian hizo caso de su compinche. Ambos accedieron a la puerta de emergencia. Brian se preocupó un poco, puesto que esa puerta no era la que se suele utilizar para acceder a unas instalaciones públicas, sin embargo no le dio más importancia que aquella. Entonces el agente Y se colocó al lado del chaval, se agachó un poco dirigiendo sus ojos a una cámara imperceptible que había en el pomo de la puerta. Justo entonces una compuerta se abrió.
- Aunque te parezca invisible, una simple pared, acaba de abrirse. – señaló enfrente.
- No es posible. – dijo el chico creyendo que dejaba en evidencia al internauta.
El sujeto que se hacia llamar Y, como la conjunción copulativa empleada en la gramática española para enlazar cualquier acción o frase, avanzó hacia adelante, y frente a Brian desapareció. El joven Brian tuvo tanto miedo, que cerró los ojos y corrió contra la pared. La "traspasó" o eso creyó, porque en ningún momento hubo puerta alguna en medio contra la que pudiera impactar.
- Todo es cuestión de ilusionismo, y mucha ciencia. – le descubrió Y.
- ¿De qué material está hecha toda la sala?- le inquirió Brian con bastante curiosidad.
- Al entrar, la luz de este recinto nos convierte en invisibles también. Es de un material que te hace "creer" en la magia. Una vez ya estás dentro, hay otra compuerta más que vamos a pasar, que esta sí que conduce a una auténtica guarida. Esto es sólo una distracción por si, alguna vez, alguien lograra hacerse con mi retina y acceder a este lugar. Para poder engañarlos con este truco hipnótico e increíblemente desconcertante. – le confesó a quien creyó su leal, fiel y justo confidente.
- Alguien así debe tener muchos enemigos- dejó caer el chico, sin apenas percatarse de que lo había dicho en voz alta.
No te lo puedes llegar ni a imaginar, incontables. Pero, no estamos aquí para hablar de mí. ¡Sigamos! – indicó a su acompañante, Brian.
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LOS INDESEABLES
Khoa học viễn tưởngSinopsis ¡Papá! ¡No!- Gritó Brian desconsolado y entre lágrimas, al ver como acompañaban a su padre, Joseph, que no paraba de toser, en plena pandemia, hacia las puertas que conducían a un pasillo profundo e interminable, que recordaba ni más ni men...