Capítulo 4.4. ¡No entres en su juego, no todos logran salir con vida!

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- Los del 2020, ¿está usted loca? Eso es cosa mía. Aunque puedo hacer una excepción si acepta una invitación conmigo para cenar el próximo mes, ¿qué tal le va el viernes?- le propuso.

- ¿Quién se cree que soy?- le increpó empreñada.

- No me malinterprete. Será una velada de negocios, nada romántico, de por medio, ¿qué le parece?- instó ansioso.

- Me lo pensaré. – recapacitó ella sin dejar nada claro.

- Tenga, por si al final se lo piensa mejor- alegó al tiempo que le entregaba en mano un teléfono. – los costes van a cargo de la empresa, los del móvil, digo, y me he tomado la molestia de apuntarte mi número, ¿puedo tutearte?- indagó con sus ojos inquisitivos.

- ¡Bueno!- marmulló ella.

La chica se marchó por la puerta sin más, tal y como había entrado, sin mirar hacia atrás y sin esperar conversación alguna con aquel depravado y loco sanitario. Allí fuera, en la entrada del angosto pasillo la esperaba, el agente M, siendo el inspector Lucas en aquel hospital. Mientras caminaba por la oscuridad del angosto y estrecho corredor, escuchó un ruido procedente de la habitación 701, la que se encontraba apenas unos veinte metros de su compañero, M. Cuando pasó por al lado, un trabajador de la limpieza que estaba allí dentro, salió y agarró a Olivia por el brazo. Con su cara completamente ensangrentada y las manos llenas de heridas le comunicó:

- Esto no es un hospital, es un puto manicomio. –

Fue lo único que logró proferir antes de que dos señores lo cogieran por banda de los brazos y lo arrastraran entre gemidos para adentro, sin siquiera mediar palabra con la chica. Olivia siguió su camino con la respiración un poco entrecortada, y cuando se encontró con M, no pudo aguantar más, y lo abrazó. Al darse cuenta de su gesto, de inmediato, se apartó de él, sin siquiera mirarle a los ojos. Ambos se fueron callados, el uno al lado del otro, mirando al frente y sin intercambiar palabra alguna. Para la doctora Ana lo que había visto allí era normal, pero no para Olivia, la auténtica persona que se encarnaba tras aquella identidad. El agente M, que encarnaba al inspector Lucas, como inspector debía ver todo cuanto acontecía en aquellas instalaciones como mundano y habitual. Vamos el día a día de cualquier médico del siglo XXI, pero para él como agente M todo aquello rebasaba la línea de lo ético. Allí había muchos secretos, muchos compinches, muchos lagartos, y, sobre todo, muchos interesados en desbancar, matar y ganar pasta. El agente M dejaba la ética en casa, cada día al salir por la puerta, y eso le dolía, aunque tenía la plena certeza de que algún día valdría la pena todo ese sacrificio por sacar la verdad a la luz.

Cuando estuvieron fuera, el joven se ofreció a acompañar a Olivia. Se subió en el coche con ella y condujeron hasta el hospital Juan XXVI. Allí estaba Y con otra máscara, de senufo, acompañado de otro chico, a quien Olivia pudo reconocer de inmediato. Brian acompañaba al señor de las redes, y parecían haber hecho muy buenas migas ambos. Se estaban riendo o, al menos, Brian a quien podían verle la cara, mientras conversaban. Olivia aparcó el vehículo, algo apartado de ellos, y se dirigió caminando junto con su agente compañero, M hacia donde se encontraban ambos.

Brian se sobresaltó al verla allí, tenía tantos sentimientos encontrados, que prefirió callar a abrir el pico para no cagarla. Sin embargo, no pudo evitar disculparse en cuanto la tuvo justo enfrente:

- ¡Lo siento, O!

- Ya da igual. Todos estamos aquí por trabajo, ¿no es así, B?- le reprochó Olivia molesta.

- ¿Cómo estás?- le preguntó consternado.

- ¿Ahora te importa? – le echó en cara ella.

LOS INDESEABLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora