Capítulo 3.3. La verdad puede ser como el fuego, no dejes que te haga arder

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El ciberdelincuente Y levantó una de las baldosas invisibles del suelo, en la que introdujo una clave en un comando, a continuación realizó unos determinados movimientos sobre una pantalla táctil y para acabar ejecutó sobre un cerrojo una combinación rápida, larguísima y extraña de números letras y signos. Aquellos objetos estaban todos enlazados unos con otros a modo de cadena, que debían hacerse funcionar por ese orden para poder acceder a la puerta secreta. Al cerrar de una patada las baldosas, aquella compuerta oculta entre tanta invisibilidad se abrió.

- ¡Pasa! Solo tenemos diez segundos antes de que se cierre. Así que espabila, novato- instó a Brian a apresurarse en cruzar.

Entraron uno detrás del otro, y Brian corrió como un caballo desbocado tirándose a modo de placaje como hacen los jugadores de futbol americano al suelo, para que Y tuviera tiempo de pasar. Su compañero, Y, empezó a descojonarse de la risa al tiempo que pasaba lentamente por la entrada de la puerta ante el asombro de él.

- ¿De qué te ríes tío?- le increpó a Y.

Brian, de inmediato, se puso en pie tras el ridículo que acababa de hacer.

- ¡De nada! – dijo aún llorando de la risa, a pesar de que no podía verle la cara, sus gestos exagerados y su voz risueño lo delataban.

- ¡Imbécil!- exclamó Brian al darse cuenta de que los diez segundos de la puerta era una broma para poder mofarse de él en sus narices.

La amplitud de la sala y la cantidad de equipos que había en aquella habitación, dejaron anonadado a Brian:

- ¡Alá! ¡Esto es la ostia!

- Una pasada- repitió él usando otra expresión semejante- ¿verdad?- reiteró a modo de pregunta de la que no esperaba respuesta alguna y siguió sin siquiera hacer ninguna pausa- Vengo cada mes a echar un vistazo, está todo el hospital de Viamed Monegal III monitorizado y controlado por cámaras incluidos los baños. No seas mal pensado- comentó al ver el semblante desencajado de su nuevo agente- La intimidad está asegurada, lo que hagan dentro de cada lavabo es cosa de cada uno. Y los puntos muertos los cubren mis mini arácnidos tecnológicos. Mira esto-

Al dirigir la vista hacia uno de esos monitores, distinguió en una de sus pantallas a su ex-novia, Olivia, entrando en un cuartito de la limpieza acompañado de un hombre, que le guardaba las espaldas. Brian se quedó petrificado al verla y no dudó en interrogarle sobre la chica, pasando por alto que desde allí estaban vigilando otro hospital.

- ¿Y esa chica, Y?- indagó consternado.

- Pasa algo B, ¿la conoces?- le interrogó de vuelta, el cibernauta.

- No, para nada. – tragó saliva algo nervioso.

- Ya, B- miró a su compañero con una mirada gélida y realmente perturbadora- ella es O, la he traído para extraer documentación. Está en el otro hospital. Se juega el pellejo, están equipándose de material antes de dirigirse a la sala a la que le han ordenado ir. Ella ha aceptado el trabajo. Supongo que tú no sabrás el por qué.

- A caso, ¿dudas de mi palabra, Y?- le replicó Brian.

- ¡No!- contestó él cortantemente. – Eso no era lo único que quería que vieras.

Después de aquellas imágenes, Brian no podía dejar de atormentarse por haber puesto a Olivia en peligro. Brian sabía perfectamente que lo que Olivia había hecho era actuar a despecho, sin pensar en el riesgo al que se estaba sometiendo. Puede que ya no fueran pareja, puede que ya nunca volvieran a serlo, pero, para él, Olivia era su mejor amiga y no podría perdonarse jamás que le sucediera algo malo y sin duda eso se notaba en su rostro. El internauta, Y, también, lo veía. Sin embargo, no quería meterse en asuntos personales e intentó sacarlo de ese bucle de pensamientos que no le dejaban centrarse.

LOS INDESEABLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora