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Capítulo 8

Susto

Me apoye en la cama luego de haberme bañado y quitado todo rastro de lo que había pasado.

Mire la hora del reloj que descansaba en la mesa de noche, eran las tres de la mañana. No podía pegar el ojo, no sabiendo que estaba en casa de asesinos y de personas malas.

Me levanto de la cama analizando la habitación, es bastante grande, me acerco a un mueble alto donde había adornos, veo un portarretratos.

Lo tome en mis manos, Daven junto a Murat y una señora, estaban posando en la foto. Todos miraban a la cámara serios como si de una obligación se tratase. Lo dejo en donde estaba y empecé a curiosear en todos lados, abrí cajones, busqué en muebles, algo me tenía que ayudar para por lo menos librarme de ellos unos días.

En uno de los cajones que revolví, encontré una pistola envuelta en una camiseta.

Trague grueso.

¿Qué podía hacer con ella? La guarde en la parte trasera de mi pantalón y me apresure a salir de la habitación con cuidado, el pasillo de habitaciones era un balcón, pude asomarme para ver que ningún guardia estuviera cerca. Era tan tarde que los que estaban custodiando, estaban sentados dormidos.

Caminé despacio hasta las escaleras, empecé a bajarlas intentando minimizar el ruido de los zapatos. Llegué a la planta baja y me dispuse a buscar la puerta por donde entramos, esa daba al estacionamiento, el cual daba a la calle.

Era mi momento, todos estaban dormidos, podía correr.

Recuerdo haber entrado por la cocina, camine rápidamente o lo que mi memoria me permitía, llegar hasta la cocina.

― ¿A dónde piensas ir? Querida ―Pregunto una señora mayor.

La mire asustada

―Haga silencio, por favor. ―Pedí.

―No hay salida, estamos en una hacienda, aproximadamente cuarenta minutos del centro de la ciudad. ―Pronuncio suave.

―Ayúdeme a escapar, por favor. ―Suplique.

―No niña, terminaremos muertas las dos, no tarda en cambiar el turno de guardias, estos si van a estar más atentos. ―Dijo suave, estaba intentando tranquilizarme.

―Necesito ayuda, señora, estoy secuestrada, por favor.

Ella elevo la mirada, había alguien detrás de mí, su mirada intentaba darme tranquilidad. No dijo más nada, solo se retiró.

Me gire lentamente mirando a Daven parado de brazos cruzados a unos pocos metros de mí.

―No, ya no estas secuestrada, ahora eres mi esposa. De aquí no puedes escapar. ―Soltó firme, pero en voz baja.―Vamos.

Hizo un movimiento para acercarse, pero saque el arma de mi espalda y la cargue rápidamente. Le apunte al pecho.

Las manos me temblaban, estaba muerta de miedo, que si me matan primero por mis ocurrencias.

El levanto las manos y empezó a acercarse lentamente.

―No te acerques. ―Moví la pistola.

Me miro y en un movimiento rápido se acercó a mí me abrazo por atrás y empezó a forcejear conmigo para quitarme la pistola.

Dispare el gatillo sin pensarlo, de un momento a otro caímos al suelo y mi ropa empezaba a impregnarse con liquido rojo.

Le había disparado.

Sentencia De Muerte © BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora