Casamiento

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Un papel que parecía de seda, su color blanco del más puro, como el vestido de una feliz novia

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Un papel que parecía de seda, su color blanco del más puro, como el vestido de una feliz novia. Decorado en cada punta, dibujada con tan bellas flores, reconocía entre ellas blancos narcisos y tulipanes que fuera del papel tendrían que ser tan rojos, como la sangre, como un sonrojo, como el color de las pieles al rozarce pasionalmente. Las letras parecían escritas con chorros de oro, y se unían las unas con las otras como hilos brillantes que se volvían blancos a contraluz, terminando por esa carta de mandala con cortecitos y sellada por un simple lazo verdecino, tan pulcro que ni siquiera se deshilachaba por las puntas.

Tanto cuidado, todo tan pensado, hecho con tanto cariño como la pareja de casados que tan amablemente habían enviado aquella invitación por su correo.

Y en letras grandes, doradas, brillantes, blancas a contraluz debido a ese imparable brillo, reflejando cada una en el techo de su hogar solo para remarcar el tamaño de esa importancia:
Venezuela
Se escribía claramente en ese puro blanco sedoso.

Y, oh, como hubiera deseado, rezado y llorado por ser el nombre que se entrelazara con esa cursiva preciosa.
Cómo suplicaría ser el acompañante de tal nombre tan hermoso.

Pero no, el nombre que le seguía no era Argentina, sino Brasil.

Hermosa mujer, honestamente, su voz melodiosa como el canto de un ruiseñor, amable como ningún otro, mil veces y más Argentina había llorado en su hombro, mil veces y más Brasil lo abrazó y aconsejó como si estuviera hablando con un niño perdido, inteligente también, y con un conocimiento igual al de alguien que se hubiera leído todas las enciclopedias habidas y por haber.
Su cuerpo y forma tampoco se quedaban cortos, pero Argentina ni siquiera quería empezar a pensar en eso...

Ya tenía suficiente con que Brasil le robara el estrellato en los deportes, ahora también le había quitado a su mejor amigo.

O, bueno, "Mejor amigo".

Había firmado para asistir solo, sí, si es que asistía.
No sabía si podía re-enviar esa invitación ahora que se le marcaban las varias lágrimas que mojaron su papel sedoso, cada una de ellas tan calientes por el fuego de una pasión no correspondida que a Argentina le sorprendía que el papel no se consumiera en llamas.

Desde ayer que se la entregaron que no dejaba de mirarla, incluso ahora, tanto como antes, como si fuera lo único al rededor...
Era abrumante... una simple carta lo había hecho pedazos.

Entonces jadeó con sorpresa ante el sonido del timbre, recordándole que seguía viviendo en el presente.
Se levantó de la cama como quien recién vuelve a tener el alma en el cuerpo, y se peino rápido mientras insultaba mentalmente su tonta tristeza.

- ¡Ya va! ¡Dame cinco! - Gritó cuando volvieron a tocar el timbre

Bajó de la cama y tuvo que correr mientras se ponía un abrigo para no recibir a la persona en sus ropas de dormir y demostrar que seguía en la cama después del mediodía...

De la A a la Z  (MexVeneArg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora