Galopada

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!! Humanos / Hetalia

El hipódromo retumbaba como si se hubiera convertido en la cuna de Zeus, una energía electrizante recorriendo la tribuna en dónde gente gritaba con emoción, sabiendo que habían tirado plata por los animales que ahora veían galopar, golpeando el su...

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El hipódromo retumbaba como si se hubiera convertido en la cuna de Zeus, una energía electrizante recorriendo la tribuna en dónde gente gritaba con emoción, sabiendo que habían tirado plata por los animales que ahora veían galopar, golpeando el suelo con fuerza, como si pudieran generar un terremoto en cualquier momento solo con sus pasos.
El jockey temblaba cada vez que sus oídos captaban el nombre de su caballo siendo aclamado por una audiencia de fanes ya afónicos, sus voces se volvían truenos que impactaban contra Miguel y lo llenaban nuevamente de una ardiente hambre por seguir avanzando. Hechaba humo mientras sus ojos chispeaban, sosteniéndose fuerte de su yegua Siren mientras apretaba los dientes, tratando de forzarla a aumentar la velocidad un poco más.

Con el turf llegando a su final, los oidos de Miguel se cerraron por completo, en su lugar el tiempo se volvió lento y los únicos con la capacidad de ver en esos momentos pasados fueron sus ojos, ellos flamearon incluso cuando el viento dejó de funcionar y solo se podían fijar y trabar unos metros mas adelante.
Sabía a quien tenía en frente, lo vio en esa misma posición cientos de veces, más nunca tan cerca... casi podía saborear el aroma de su cabello claro, incluso con el cubre-casco celeste y blanco.
Siempre tan arrogantemente adelante, pero Miguel sabía que podía superarlo está vez.
Ahí estaba.
Podía incluso tocarlo.

Solo necesitaba que Siren diera un esfuerzo más.
Un galope un poco más veloz.
Un poco más de fuerza.
Compartirle esa electricidad.

Solo un poco y lo alcanzaría.

Lo pasaría.

El primer lugar podía ser suyo, ya lo saboreaba en su paladar.

Un metro más...

...

Nuevamente lo veía bañado en la luz del sol, sus cabellos platinados ganando el mismo brillo que el de sus ojos verdes, era como si Dios mismo estuviera bendiciendo a uno de sus ángeles, y todo mientras le colocaban arriba una capa de rosas a modo de celebración, como un rey, y él les centellaba una sonrisa fugaz a la audiencia y luego a su competencia...

A Miguel le daba asco, como si fuera poco haber terminado otra vez un puesto atrás de él, ahora más encima tenía que aguantarse su sonrisa burlona de mal campeón.

Niccolò Parisi.
Miguel tenía su nombre clavado en el cerebro, se lo cruzaba en cada competición que se atrevía a pisar, desde las pro hasta las amateur, ese italiano idiota parecía estar en todos lados.
Pero lo peor no era tenerlo siempre de competencia, no... lo que más alimentaba su rabia era siempre quedar uno o dos puestos atrás suyo, siempre.

Si Niccolò quedaba primero, Miguel era el segundo.
Si Niccolò terminaba cuarto, él sería el quinto.
Y si por algún milagro Niccolò terminaba último... entonces probablemente Miguel ni siquiera había cualificado para la competencia.

De la A a la Z  (MexVeneArg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora