UNA LARGA SEMANA BAJO LA LLUVIA

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—Yo... no quiero utilizarte, Jungkook—me dijo en apenas un susurro.

Pero no le creía, ya no podía creer en nada de lo que me decía. Me quedé mirándole en silencio, como a él tanto le gustaba hacer.

—¿Tú me estás utilizando a mí? —preguntó entonces.

Fruncí levemente el ceño. Todavía tenía los ojos empañados y ganas de mandarlo todo a la mierda.

—¿Para qué iba a utilizarte, Jimin? —le pregunté con una voz un poco ronca.

—Para... —tardó un momento, pero eligió la palabra precisa— comerme.

No había dicho «follar», sino que había utilizado aquella forma que tenía de referirse a cuando hacíamos algo sexual donde él no tenía poder. Quizá Jimin pensara que yo era una especie de maestro del mal que le manipulaba para que me dejara hacer lo que quisiera con él.

—Eso no es verdad —negué, casi con ganas de reírme de la idea.

—Te vas y tardas en volver, te llamo y no respondes, te doy la oportunidad de disculparte y no lo haces, te despido y no te importa, ni dejar mi casa ni... a mí.

—Pedir una mamada a cambio de perdón no es una oportunidad de disculparse, Jimin—le aclaré—. Es solo humillante.

—Es demostrar que te importo.

No supe si reírme o seguir llorando, pero terminé por negar con la cabeza.

—A veces me da miedo como piensas —le confesé.

El señor Park se inclinó hacia delante, dejando su postura de follador para apoyar los codos en las rodillas y mirarme de una forma más íntima.

—Quiero que me demuestres que te importo, Kook—me pidió—. Y hacer cosas por mí es...

—Tú no entiendes las cosas que hago por ti, Jimin—le interrumpí.

—Sí las entiendo —respondió, inclinando su cabeza para poder mirarme por el borde superior de los ojos, y apretando un poco los dientes como si le costara decirlo, añadió—: pero no sé qué significan.

Asentí con la cabeza, pero fue un gesto irónico.

—Y comerte la polla e ir a la orgía sí que van a demostrar que me importas.

Eso le enfadó un poco, pero se contuvo y ladeó el rostro un momento mientras tomaba una respiración.

—Los demás hacen cosas así cuando quieren complacerme —dijo.

—Yo no quiero complacerte, Jimin, yo me preocupo por ti —a mí también me costó decir aquello, porque era abrir una puerta que me daba miedo abrir—. No es lo mismo.

—Preocuparte por mí es tú trabajo —alzó la voz, pero no llegó a gritar.

—No, mi trabajo es organizar la agenda y facilitarte las cosas.

Compartimos un breve silencio en el que el señor Park cruzó los dedos e hizo chocar los pulgares entre ellos con cierto nerviosismo.

—Yo también hago cosas por ti —dijo, pero sonó a la defensiva, como si estuviera indignado—. Te cuento cosas... te dejo hacerme cosas... te...—pero se detuvo y cambió de idea a mitad de la frase—, te trato mejor que al resto.

—Lo sé —respondí, porque eso era lo que me había hecho pensar que yo le importaba, al menos un poco.

—Entonces, ¿por qué me enfadas, Kook? —quiso saber—. ¿Por qué me retas y me obligas a hacerte daño?

EL JEFE Y EL AYUDANTE - JIKOOK (ADAPTACION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora