Collonges-la-Rouge era un pueblo mágico. Recorrer sus calles antiguas era como viajar al pasado, hacerlo al atardecer con el sol anaranjado arrancando un brillo especial a los ladrillos de las casas medievales... era como un sueño. Yo no era de los que se sorprendían con facilidad, no comparado con Karen, quien parecía estar a punto de sufrir un ataque cardíaco al cruzar cada nueva esquina; pero debía reconocer que aquel lugar era impresionante.
Saque bastantes fotos de la pareja del siglo e incluso alguna selfie discreta de Jimin y mía. Paseábamos a la luz del atardecer y le hacía un gesto discreto para que se acercara antes de levantar el móvil y sonreír. Aquellas no se las enviaría al señor Lee, por supuesto, aquello era solo para nosotros. Al caer la noche fuimos a un restaurante del casco viejo, otra casa antigua remodelada y con una preciosa terraza repleta de mesas bajo una techumbre de parras verdes y frondosas. Allí compartimos una cena bastante agradable y bañada con buen vino blanco. Yo estaba de muy buen humor y me resultaba mucho más sencillo sonreír y bromear. Tras una tarde tensa y silenciosa, hacer las paces con Jimin me había animado bastante.
Alargamos un poco la sobremesa y llegamos al hotel junto con una Karen un poco achispada tras dos vasos de vino. Era casi gracioso verla en ese estado, más dicharachera y relajada, menos nerviosa y preocupada por lo que el señor Park pudiera pensar sobre ella. También mucho más torpe y tambaleante, tanto que tuvimos que agarrarla para que no se cayera de camino; al final yo mantenía una mano siempre cerca de ella mientras Jimin paseaba a mi lado con la suya en mi espalda, despreocupado y tranquilo.
Cuando la dejamos a salvo en su habitación, no tardamos en oír un golpe seco tras la puerta.
—¡Estoy bien! —exclamó la joven desde el interior.
Se me escapó una sonrisa y miré al señor Park, quien se limitó a soltar una bocanada de aire y a rodearme los hombros para ir de vuelta al exterior. Las calles de Collonges-la-Rouge eran bastante oscuras al caer la noche, sin más alumbrado que los focos que iluminaban algunas partes del casco antiguo o las luces que salían de las casas antiguas.
Había algunos turistas y caminantes que atravesaban las calles, pero eran pocos, lo que me llevó a tirar del señor Park en cuanto atravesábamos uno de los túneles de piedra. Le empujé un poco contra la pared y le rodeé con los brazos para besarle. Jimin se sorprendió, pero fue apenas un instante antes de rodearme también y apretarme contra él.
Mi idea había sido darnos un beso repentino y romántico en la penumbra, pero al señor Park le gustó demasiado y lo repitió en varias ocasiones; hasta que de vuelta al hotel me arrastró a un lugar apartado, ajardinado y cercano al monasterio. Creía que sería otro beso en la oscuridad, hasta que Jimin me metió la mano dentro de sus pantalones y me desató el cinturón. Creía que sería solo un toqueteo en la oscuridad entre la vegetación, hasta que Jimin me puso de rodillas y me metió la polla en la boca. Ahí empecé a ponerme un poco nervioso y a sentirme algo violento, pero creí que solo sería una mamada improvisada, hasta que Jimin me levantó en brazos y me folló contra el muro del monasterio.
Podría describirlo sin duda como el polvo más confuso de mi vida. Por una parte, estaba el señor Park, besándome, rodeándome con los brazos para sostenerme en alto mientras gruñía y movía la cadera como solo él podía hacerlo; por otra parte, estaba el hecho de que aquello era un lugar muy público y a apenas siete metros del camino, si algún transeúnte prestaba suficiente atención, no tardaría en vernos allí follando como unos adolescentes salidos.
El señor Park, sin embargo, no pareció tan dividido como yo. Se corrió con fuerza y una gran sonrisa de felicidad en los labios. Me arrastró con él al suelo y nos quedamos allí, jadeando y con el corazón acelerado. Yo me había corrido un poco antes que él y de pronto había sido demasiado consciente de lo que estábamos haciendo y dónde lo estábamos haciendo. Jimin levantó el rostro tras un largo minuto recuperando el aliento. Estaba bastante sudado por el esfuerzo que había hecho al mantenerme en alto y follarme a la vez, y, cuando me besó, me manchó un poco con su sudor fresco.
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EL JEFE Y EL AYUDANTE - JIKOOK (ADAPTACION)
FanficPark Jimin es un empresario de éxito, serio y poderoso; pero tiene una oscura vida secreta repleta de sexo desenfrenado y una absoluta obsesión por el control. Necesita al alguien que le ayude a ordenar su agenda y se haga cargo de todo lo que él no...