Decir que tenía la vista perdida sería un poco incorrecto. Venelana no supo cómo describirlo cuando observó desde la distancia a ese joven.
Permanecía sentado en aquel extenso jardín donde ya tuvieron un par de encuentros, lo único que de él se movía eran los erizados cabellos que se mecían al compás de la brisa y así mismo dejaba notar la paz y tranquilidad que le embargaban.
Se preguntó en las cosas que podría estar pensando, y no evitó recordar una conversación pasada donde él le relató la forma en que percibe el mundo, una que no era limitada por un sentido o la memoria, podría corroborarlo al ver ese rostro sereno que esbozaba una cálida sonrisa. Debió admitir que verle en absoluta paz fue una imagen agradable de encontrar.
La Gremory se mantuvo un poco distante, pero finalmente él se percató de su presencia. Se volvió hacia ella poniéndose de pie inclinándose de inmediato.
—Buenas tardes Lady Gremory.
—No debes ser tan formal.
A pasos lentos le invitó a sentarse nuevamente, y ella hizo lo mismo ofreciéndole compañía, o tal vez buscando una, quien sabe.
—¿Pensabas en algo?
—Es que sentí algo raro, es como si ya hubiera estado aquí, de hecho, ahora es más familiar.
Ella volvió a reír por las conjeturas del joven que solo se desconcertaba más y más.
—No te equivocas. —Dijo ella con un tono cálido. —No es la primera vez que nos reunimos aquí.
—¿No lo es?
Algo de incomodidad se notó en su incógnita, rascó su cabello y dejó notar frustración, porque muy seguro era que buscaba imágenes que ya no estaban con él, Venelana se preocupó de inmediato.
—No pienses en eso. —Dijo tocando su hombro. —Dime ¿Qué tal tu primer día?
Inmediatamente buscó cambiar el tema de conversación y esta vez el ambiente resultó ser más ameno para ambos.
—El palacio Gremory es muy extenso y hay muchos sitios para entrenar, contiene bosques, ríos y montañas, me tomará tiempo memorizarme cada uno de ellos.
—¿Y qué tal el equipo?
—Son fuertes, utilizan magia y técnicas que no sabía que podían existir, además, Sairaorg es tan poderoso como siempre.
Terminó de resaltar con emoción y para Venelana resultaba agradable su forma de actuar, las cosas más simples le causaban Felicidad y tal cual lo esperaba, él supo llevar la situación sin verse limitado por su condición. Desconoció al joven que conoció bajo la lluvia, una persona sumergida en odio y rencor que ahora destellaba de carisma y alegría, no pudo no perderse en esa expresión simple.
—¿podría pedirle un favor?
Gokú interrumpió sus pensamientos con esa tímida incógnita.
—Por supuesto.
—No sé si ya lo comenté, pero tengo amnesia. —explicó un poco incómodo. —Normalmente no debería afectarme, o tampoco es que recuerde haber tenido un problema antes, pero esta mañana resultó ser extraña.
Su relato despertó un poco más de intriga en la dama demonio.
—¿Extraña? ¿en qué forma?
—Sabía que renuncié a mi trabajo para venir aquí y recordé nuestro convenio, pero salir de la rutina es algo nuevo, dudé si realmente yo habría tomado la decisión de involucrarme con demonios, no tenía confianza ni supe que hacer, hasta que escuché su voz.
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