Capítulo 2

1.2K 122 18
                                    


Vio su cabello castaño bañado por la luz que anunciaba el fin de la fría precipitación. Fue incapaz de apartar la mirada de aquel violeta que como un campo de petunias se perdían en esa pintura, un segundo pudo bastar para que admirase hasta la último destello de su blanca piel, aprovechando ese instante en que ella era inconsciente de su entorno, siendo completamente ignorante por los ojos que la observaban.

No recuerda haber visto a una mujer tan bella, y él mismo lo podría afirmarlo sin temor a equivocarse, y si eso no era suficiente; su cuerpo podría afirmárselo, pues casi pudo quedarse inmóvil por mucho más tiempo, pero para su buena suerte logró volver en sí.

—¿Y quién es él? —preguntó señalando un nuevo cuadro donde otro joven hombre era el protagonista, muy similar en apariencia al anterior, e igual de importante.

—Es mi hijo. Sirzechs, y el chico junto a él es mi Nieto milicias.—presentó y se dio el tiempo para hablar sobre ellos, pero, decir que él recuerda cada cosa que la dama dijo sería una completa mentira, no simplemente porque la admirase más a ella que a esas extrañas personas, podría decirse que está en su naturaleza. 

No solo se fijó en su atractivo, era educada y la nobleza irradiaba en cada palabra que expresaba, no podía comparársele a los arrogantes demonios de antes, era sumamente amable con él aún cuando no era más que un plebeyo, su voz era tan dulce que no insinuaba ningún sentimiento de rechazo, era distinta.

—¿Puedo saber por qué es tan importante para ti ese objeto? —fue su turno de curiosear y señaló la esfera que Gokú traía en sus manos, al menos quería saciar la incertidumbre que tenía respecto al extraño orbe.

—En realidad ni yo mismo lo sé.— dijo él. —La he tenido toda mi vida, creo que me da suerte. Debí perderlo de alguna forma, es por eso que lo estuve buscando.—simplificó y su tono mostró algo más de seguridad que antes.

—Ya veo, es un objeto muy interesante.

Su trayecto se reanudó, recorrieron los extensos pasillos hasta que finalmente más allá junto a la salida les esperaban algunos siervos.

—Mira, con este puedes ir a donde quieras.—dijo y entregó un pergamino, mas él se rehusó a recibirlo. —¿Qué sucede? —preguntó incrédula por la actitud del chico.

—Es un sello para muchos usos, no puedo pagarlo.—respondió indispuesto a aceptarlo, sus razones tenía, ni aún con el salario de un año entero podría darse el lujo de comprar uno.

—No te preocupes, puedes tomarlo como disculpa por todo lo que pasó.—ella propuso, pero él no aceptó el gesto. —Tenemos muchos y nadie hace uso de ellos.—buscó persuadirle, pero supo que no llegaría a ningún lugar cuando él la ignoró. 

Sin darle mucha más atención buscó entre su ropa una prenda grisácea que utilizó para vendarse los ojos.—Ya me he relacionado mucho con los demonios, si se enteran que causé problemas van a despedirme, y tampoco quiero deberle nada.—declaró. —Gracias por cuidar de mi, me marcho.—guiándose con su bastón se dio media vuelta y caminó hacia la salida.

—E-espera por favor.—dijo ella adelantándose para cerrarle el camino y él aguardó por lo que sea tenía para decir. —en realidad pensaba en pedirte un favor.

—¿Un favor? ¿A mi? —repitió desconcertado por la inesperada petición de la Gremory. —¿Qué podría necesitar un demonio de alguien como yo? —

—Bueno, hay un libro muy raro que quiero comprar, me preguntaba si podrías ayudarme con eso.—explicó, pero antes de poder continuar él la interrumpió.

Mirada Amatista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora