Es tu culpa #26

6.3K 895 124
                                    


Capítulo 26 

Es tu culpa 

Grace 

—Tienes quince —finalizó Luka terminando de contar los lunares en mi espalda.

Sonreí acostada boca abajo, completamente desnuda a su lado, mientras él acariciaba mi cuerpo, deteniéndose y comentando cada detalle de este. Era muy temprano en la mañana y la luz se filtraba a través de las finas cortinas blancas iluminado ligeramente la habitación, nuestra ropa estaba por todo el suelo sucia con merengue. 

Después de una noche de sexo romántico y un poco de esa pasión y posesión que le agregaba Luka, nos dimos una larga ducha y nos fuimos a la cama. No tarde nada en quedarme dormida sobre su cálido pecho mientras él me decía palabras en Italiano, tan dulces que aceleraban mi corazón. 

Lo amaba, con todo lo malo y con todo lo bueno. No cambiaría nada de él. 

Me giré y encaje mi barbilla en su pecho para mirarle a los ojos, él mostró su linda sonrisa que hacía que mi mundo danzará a su alrededor. 

—Te quiero —dije besando su pecho.

El acomodo mi cabello —Lo sé, eres la cosa más preciosa que tengo en mi vida y también te quiero.

De ser posible mi corazón estaba bailando la Macarena. Me levanté de la cama y me cubrí con la sábana, él no me dejó salir, me rodeo con sus brazos y beso mi hombro desnudo.

—Sabes que odió cuando te cubres, ya he visto tu cuerpo —susurro contra mi piel—. De ser posible, quiero que te sientas con confianza para caminar frente a mi desnuda.

Acaricie su mejilla, como siempre hacía para sentir su barba, raspar la palma de mi mano.

—Si hago eso, no me dejarás salir de la cama —expuse con confianza.

Él sonrió, lo sentí hundir el rostro en mi cuello y oler mi piel.

—Antes verte desnuda se volvió un lujo, ahora es mi fascinación y mientas sepa que te tendré podré controlarme —murmuró dejando un reguero de besos por mis mejillas. 

Me levanté de la cama, envuelta con la sábana —Vale, entonces esto se va.

Deje caer la sábana con coquetería al suelo, ame ver cómo su respiración se aceleró con ese simple gesto. Caminé por la habitación y me acerqué a las ventanas para abrir las cortinas. Me estiré y entonces lo sentí detrás de mí, encajándome su dura erección en las nalgas, sus dedos aferrándose a mis caderas y su boca extendiendo besos en mi cuello. 

—¿Señor Caruso, no dijo que se controlaría? —recordé cerrando mis ojos para perderme en esas caricias.

—Mentí, es imposible controlarse contigo —me empujó contra la ventana.

Su mano acarició mi vientre, descendió hasta alcanzar mi sexo y tocarlo mientras mecía las caderas junto a mí. Solté un gemido cuando me acaricio haciendo círculos con su pulgar y presionando mi clítoris para luego soltarlo y darle una pequeña palmada. 

—¿Por qué estás tan caliente? —pregunto él, amaba cuando me hacía preguntas o decía cosas—. Te excita provocarme.

Asentí —Me excita mucho —respondí con seguridad—. Y es que también me encanta verte. 

Lo sentí abrir mis nalgas y acariciarme ahí donde nunca nadie había tocado. Me tensé, había escuchado cuentos horribles, la mayoría decía que era muy doloroso y nunca por mi mente había pasado experimentar ese tipo de sexo.

Él empezó a reír —¿En serio nunca nadie ha disfrutado de esta parte? 

Negué con la cabeza —No me gusta. 

Atrévete y ámame [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora