Bar parte 3

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Ingresar al lugar no es difícil; ignorar la mirada sospechosa de Suguru sí que lo es. Le saluda mostrando la totalidad de su palma, llamando su nombre en un tono alegre. Mao muestra dificultad para responder de la misma forma, pero en cuanto recuerda que Satoru se quedó atrás, su expresión se relaja y le es más fácil caminar rápido hasta donde están, sintiéndose libre de tomar asiento junto a todos los demás alrededor de la mesa.

—Satoru no ha perdido esa costumbre de llegar tarde aún, ¿verdad? —dice Suguru entre risas, acomodándose sutilmente sobre su puesto. Mao bufa del disgusto, dándole la razón.

—Se quedó atrás por idiota. —Dobla sus rodillas y se cuela dentro del pequeño espacio, sentándose a un lado de Shoko, quien aporta a la conversación.
—Ha sido así desde que éramos estudiantes —Su expresión cansada cambia, mostrando ligera irritabilidad—. Llega cuando menos lo están esperando.

—Yuji me dijo que siempre llega ocho minutos tarde a sus clases —agrega Mao—. Es fan de molestar a los demás... En fin, ¿qué pediremos?
—Me gustaría dar algunas sugerencias... —Nanami se mete a la conversación—. La comida de aquí es bastante buena.

Mao no comenta nada acerca de cómo ignoró descaradamente el tema de Satoru. Alza la cabeza con curiosidad, viendo las opciones que Nanami muestra en la pantalla de su celular. Este lugar parece tener un sinfín de platillos para el paladar más quisquilloso, y sinceramente quiere intentar cada uno de ellos.

La conversación fluye, Mao comienza a divertirse. Compartir una convivencia como esta en lugar de jugarse la vida le recuerda que su existencia no es tan mala. Tiene compañeros agradables y competentes —dejando de lado al idiota de Satoru que sólo busca molestarla—; el olor de la comida le inunda el sentido del olfato, y la temperatura aquí es más cálida que afuera. La combinación la relaja lo suficiente como para beber alcohol sin necesidad de preocuparse, sin pensar en Satoru y las tonterías que podría estar haciendo.

Nanami y Shoko muestran una tolerancia al alcohol considerable; Suguru les hace segunda. Mao... Mao tiene las mejillas rojas, y puede que una que otra oración se le complique, pero continúa con los pies en la tierra. Satoru aparece al cabo de un rato, en el mismo estado con el que se fue. Se cuela en la mesa como si nada, consume parte de la comida que ya está servida, y hasta se atreve a tomar un trago de la botella de sake que se encuentra al alcance de todos. Mao ignora su presencia durante los primeros segundos, pero casi escupe cuando siente un tosco zapato tocando su pantorrilla.

—¿Todo bien, Mao? —cuestiona Suguru, alejando los palillos de sus labios. Mao asiente con rapidez, incitando su silencio al meterse un pedazo de carne a la boca. Satoru, por su parte, no deja de tocarla con la punta de su zapato, y de repente se siente tentada a soltar una patada.

—Consíganse un cuarto —suelta Shoko, cuando los constantes sobresaltos de Mao la despojan de su paciencia—. Realmente no quiero verlos ponerse cariñosos en frente de mí.

—¡¿Shoko?! —chilla Mao—. ¿De qué...? No. ¡¿Por qué dices eso?!
—Satoru está riéndose, tú no dejas de moverte. No son sutiles, Mao.

—No seas así —Satoru muestra los dientes, sonriendo de oreja a oreja—. Estoy ayudándola a rascarse. ¿No ves que se mueve mucho por la comezón?

—Eso es hostigamiento, Gojo-san —Nanami interfiere, y después su mirada cae en Mao—. Tomemos en consideración que estamos dentro de un establecimiento. Un poco de prudencia te vendría bien.

Satoru le dirige una expresión que implora auxilio a Suguru, pero este lo ignora. Es consciente de que está esperando que lo defienda, pero para este tipo de cosas prefiere dejarlo solo. No quiere solapar sus tonterías con Nanami en frente, así que finge estar ensimismado en su comida.

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