Parte 7

39 4 1
                                    

—¿Mao?
No hay respuesta. Mao se ha quedado dormida con la ropa hecha un desastre y el cuerpo sucio. Al parecer el alcohol hizo magia para noquearla hasta este punto, pues ni siquiera hace ruido alguno cuando Satoru intenta moverla para que se despierte.
Satoru la despoja de su calzado, pantalones y bragas, siendo estos últimos dos los más perjudicados por sus actividades, no sin antes tomar evidencia. Se quita la chaqueta holgada que tiene para cubrirla, por un momento teniendo la impresión de que está vistiendo una muñeca, aunque Mao no tiene la delicadeza ni porte de una. Una vez vestida, la termina cargando.
¿Qué la molestaría más? ¿Amanecer en su propia habitación con un montón de marcas que no sabe quién dejó? ¿O despertar en la cama de Satoru y unir los cabos sueltos? Puntos extras si Satoru está a su lado para refrescarle la memoria y arruinar de inmediato su mañana. Por el momento, podría excluir las fotos y el vídeo que tomó. Eso puede servirle para más tarde.
Puede hacer muchas cosas. Descubrir su piel es una opción, pues Mao le ha dejado marcas. El hecho de que ambos estén con secuelas nada más le dará pistas a los demás de lo ocurrido, resultando en una forma sutil de molestarla, pero efectiva.
Satoru abandona el aula con Mao en brazos. No siente ni observa rastros de energía maldita de otras personas, así que los pasillos son todos suyos. Mao no parece despertar pronto; puede tomarse su tiempo.

Opta por largarse a uno de sus departamentos; el más cercano al instituto. Para agregarle drama y sazón a la próxima confusión con la que Mao se despertará. Se quita el calzado tan pronto como entra, teniendo la habilidad suficiente para abrir y cerrar la puerta una vez que Mao acaba sobre su hombro. No pesa nada.
Mao sigue sin dar señales de despertar. Satoru por lo pronto la deja en un sofá cercano, quitándole los zapatos. Le da unos golpes en la mejilla para ver si reacciona, pero Mao le suelta un manotazo, demandando dormir más.
—¿Dormirás en estas condiciones?
No hay respuesta.
Satoru suspira antes de levantarse y dejar de estar de cuclillas frente a Mao. Es peso muerto; sería un milagro que sobreviviera la noche sin despertarse y correr al baño a vomitar. Por ahora sólo queda dejarla ahí mientras Satoru se da una ducha y se cepilla los dientes. Su estómago no está de humor para recibir alimentos.
Como espera al regresar: Mao está profundamente dormida. Parece haber cambiado de posición, pero sigue en el mismo lugar.
Por alguna razón, se ve en la necesidad de hacer una limpieza provisional. Le quita la chaqueta (Mao pelea por ella medio dormida, pero eventualmente logra quitársela) y usa una toalla húmeda para deshacerse de los rastros de fluidos que tiene encima. Cuando separa sus piernas para limpiar el desastre mayor, Mao parece estresarse y balbucear que no puede hacerlo otra vez.
—Estoy limpiándote para que puedas dormir —rectifica, separando sus piernas de vuelta—. ¿O prefieres estar sucia?
Mao vuelve a murmurar, pero después su respiración cambia y se queda dormida. Satoru sólo puede rodar los ojos. ¿Cómo es capaz de descuidarse a este nivel? ¿No se supone que lo... odia? ¿Odiaba?

Satoru se ve forzado a llevarla consigo al terminar. La deja en el espacio opuesto al que normalmente usa en su cama. Le quita las prendas restantes y la viste con una de las camisas más pequeñas que tiene, aunque sigue quedándole grande. Cuando la cubre con la manta, se la lanza de mala gana para ver si se despierta, y le da risa cuando no se inmuta.
Esa noche duerme como de costumbre: bastante poco. Mientras Satoru es el primero en despertar, Mao sigue siendo peso muerto. Aunque, se las ha arreglado para adueñarse de la mayor parte de la manta y terminar en una posición diferente. Es una fortuna que la cama sea espaciosa, porque Satoru tiene la impresión de que alguna de las extremidades de Mao pudiese terminar enredándose con él.
La mira un rato, notando que las marcas de hace unas cuantas horas se ven mucho más escandalosas que en un principio. Contrastan bastante con la imagen de Mao en sí: dormida sin preocupaciones, ajena a que Satoru la está observando.
Satoru toma uno de los extremos de lo que la cubre, alzando el brazo para arrastrarlo. La manta deja de proteger el cuerpo de Mao, y parece incomodarle porque busca a tientas, haciendo un ruido confundido. Mao siente frío de inmediato, más porque lo único que la cubre es una miserable camisa. Seguramente costosa, pero no cálida.
Satoru lanza la manta al costado de la cabeza de Mao para terminar de despertarla, y exclama con alegría:
—¡¿Lista para ser un adulto funcional de nuevo?!
Mao endereza la espalda de golpe, reaccionando en automático. Tarda en digerir su alrededor, así como su vestimenta. Las marcas que se esparcen por la extensión de su piel no las ha visto, pero la siente sensible, maltratada.
La zona de sus muñecas es la más perjudicada al tacto, y el culpable está delante. Su energía maldita es indiscutible. Está oscuro aún, pero el cielo tiene la suficiente claridad como para distinguir siluetas.
Cuando termine de amanecer no va a soportar la luz para nada.

I wanna be yours Donde viven las historias. Descúbrelo ahora