Bar parte 4

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Siente que ha sido puesta en evidencia por los únicos y más cercanos amigos que Satoru tiene. La presencia de Nanami pudo haber evitado este desenlace, cosa que la hace cuestionarse por qué no se retiró junto a él.

—¿No se supone que tiene la técnica maldita inversa? —desvía el tema con una pregunta, irritándose poco a poco—. ¿No puede revertir lo que le provoca el alcohol?
¿Está decidiendo no hacer nada al respecto a propósito? Es lo que apenas puede evitar agregar.

El silencio de Suguru y la manera en la que su sonrisa no desaparece la dejan intranquila. Basándose en su sentido común, algo como los efectos del alcohol debería ser revertido con facilidad. Da igual si no es desgaste de energía maldita, o algo que tenga que ver con los seis ojos; debería ser más simple que las últimas cosas mencionadas, de hecho. Y si no lo es, vaya, están hablando de Satoru Gojo. Las cosas irreales e imposibles se reflejan en sus técnicas.

La risa que se le escapa es involuntaria. Desconoce si son nervios, un tic extraño, o algo dentro de ella se regocija al presenciar el actual estado de Satoru; uno donde no puede joderla, burlarse, y, en resumen, restregarle sus diferencias; ser más tolerante al alcohol ya se puede considerar una pequeña victoria en sí.

—¿Por qué hablan de mí como si no estuviera? —Satoru se queja, observando con sumo interés lo que tiene en manos: otro trago de sake—. Están hiriendo mis sentimientos.
—¿Tienes? —interfiere Shoko. Satoru balbucea algo que nadie entiende; ni siquiera Mao, que se encuentra a una menor distancia que el resto. De hecho, se distrae viendo lo mismo que Satoru, antes de decidir quitárselo.
—¡Mao! —lloriquea, pero Mao le pone la mano en la cara para que no se le ocurra acercarse.
—Deja de beber de una vez —gruñe, dirigiendo el trago a su boca. Basta tirar la cabeza hacia atrás para verter todo el líquido en su garganta, y Satoru se ofende de peor forma—. ¿Cómo piensas salir de aquí cuando todo termine?
—Sabes, eso tiene mi ADN-
—¿Y qué hay de diferencia? —con todo lo que ya han hecho. Deja el recipiente de vuelta en la mesa, apartado de Satoru—. No somos desconocidos.
Esa contestación da pie a muchas interpretaciones; Satoru y Mao entienden lo mismo. Ninguno de los presentes decide hablar al respecto; aunque lo hagan, Mao no quiere estar cuidando su lengua, y puede que actuar más imprudente que de costumbre logre liberar la presión acumulada que tiene en contra de Satoru por todas las tonterías que ha soportado cuando se encuentra sobrio.

Satoru, para su sorpresa, no hace un espectáculo al escucharla. Opta por burlarse, colocando el peso de su espalda de vuelta en el respaldo.
—Eso está más que claro —afirma, escuchándose sarcástico—. Creo que cualquiera con dos neuronas funcionando lo notaría; cómo nos conocemos tan bien.

Sus hombros están agitándose levemente. Busca contener su risa, pero con el alcohol quitándole parte de sus limitaciones y la laguna mental apareciendo, se vuelve difícil disimular el comienzo de una carcajada. Mao quiere borrarle la sonrisa de un puñetazo, pero lo siguiente que escucha la frena en seco.

—Oh, Mao —Su risa se descontrola más, hasta el punto de alzar unas cuantas miradas curiosas y distorsionar las expresiones de todos en la mesa—. No sabía que estuvieras desesperada por admitirlo ante los demás-
La presión en su pecho se ha acumulado gracias a la fuerza de sus carcajadas. Satoru siente algo burbujeando en su garganta, creando una cantidad generosa de saliva en el interior de su boca. Su monólogo es interrumpido por su triste tolerancia al alcohol y el sutil recordatorio de que, a pesar de todo, cierta parte de él continúa siendo humana.
El largo hilo de saliva que se le escapa y mancha la mesa los toma por sorpresa. Mao reacciona lento a comparación de Suguru, quien usa una servilleta para apretarla firmemente contra la boca de Satoru. Satoru sostiene su antebrazo y abre los ojos de par en par, escuchando con atención la amenaza de su mejor amigo.
—No te comportes como un simio y ve al baño, Satoru —Presiona su mandíbula—. Ahógate, o trágalo, pero no se te ocurra llenarnos de tu maldito vómito.

I wanna be yours Donde viven las historias. Descúbrelo ahora