Razón

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No importa cuanto corras de tu pasado, al fin y al cabo este siempre termina alcanzandote y más si tienes una deuda con el, cuando alteraste su flujo sin recibir castigo alguno.

Esa convicción de hacer todo sin esperar nada, incluso un acto desinteresado tiene un costo y en este caso fue perder la mayoría de sus recuerdos felices, las horas de felicidad de su vida anterior a esta se reducirán a segundos y todo el amor recibido será no más que un recuerdo borroso de un oscuro pasado.

El castigo por desafiar al tiempo es ser dejado en el olvido y no ser recordado jamás, infinitas noches sin sueño y monstruos que tal como a los niños atormenta por las noches.

El castigo por desafiar al tiempo es convertirse en su mayor temor El Olvido.

Serás condenado a amar como nunca nadie ha amado y a su vez, recibir el mismo dolor que has causado con tus malas decisiones y egoísmo.

Serás condenado a permanecer en el olvido de quien más amas, verás a esa persona crecer y ser miserable por tus cuestionables acciones y no podrás hacer nada para evitarlo.

Aquellos quienes se han atrevido a jugar con los hilos del tiempo están condenados a sufrir y no ser ayudados, agonizar del dolor y sólo librarse momentáneamente en él día de su muerte. Condenado a vagar por el limbo sin una sola luz. Es tu castigo por desafiar a Dios.

— ¡Take! — el gritó se escuchó por todo el edificio, habían sido horas en las que intentaron despertarlo de su largo y doloroso sueño.

Takemichi despertó alterado, mirando a todos lados y con un sentimiento de peligro en el pecho, lo último que recordaba era estar rodeado de imbéciles que buscaban atacarlo cuando se encontraba "debil"
Tenía vendas en todo el cuerpo y sólo ahora era consciente del dolor en su cuerpo.

Se levantó de la cama, ignorando a la persona a su lado y caminó con paso apresurado hasta el espejo de cuerpo completo a un lado de la habitación.

Con su mirada recorrió su reflejo frente a él, pero no se veía a si mismo, veía al niño que intentó con todas sus fuerzas proteger a sus amigos, aquél niño con capa de héroe se proyectaba sobre su otro yo, este tenía su cuerpo lleno de sangre, sus ojos muy abiertos parecían haber experimentado el peor de los horrores y en sus labios una sonrisa desquiciada que lo ponía nervioso.

Retrocedió algunos pasos hasta llegar a la cama y caer sentado en ella, abrumado por lo que veía cada vez luego de perder el control. Era el y a la vez no.

Cubrió su rostro con sus manos y bajó su torso hasta sus rodillas, intentaba respirar con normalidad, pero su frenético estado y las manos que cortaban su paso de aire estaban en su contra.

La persona a su lado luego de examinarnos se acercó lentamente, temiendo ser de nuevo un objetivo en la mira de Hanagaki, quitó las manos de su rostro y se abrazó a su cuerpo, intentando no hacerle daño.

Después de años lidiando con sus recurrentes pesadillas, este estado era casi cotidiano pero no por eso menos preocupante.

Sintió las manos de Hanagaki sostenerlo con fuerza y empezar a respirar con normalidad, viéndolo sentirse adormecido una vez más. Tomó su mano y lo guío nuevamente al espejo, y ahora ya no estaban las anteriores siluetas, sólo él.

Un joven con el cabello rizado y cuerpo cubierto de vendas, era alto y armoniosamente fornido, una cicatriz adornaba uno de sus ojos y muchos moratones entorpecian apreciar la tez de su piel en el rostro.

Era él, en su nueva vida.

Respiró tranquilo cuando sintio dos pares de brazos rodearlo, sabia tienes eran, pudo reconocer su calor y el tacto de su piel. Kakucho e Izana estaban ahí brindandole, como siempre, un soporte para no desmoronarse.

Lo llevaron a la cama e hicieron que se recueste, incitandolo a descansar para recuperarse de sus heridas, con los chicos a ambos lados pudo dormir de manera pacífica, en medio de su lugar seguro.

La siguiente vez que despertó estaba amaneciendo o atardeciendo, no tenía noción del tiempo pero el dolor era menos insoportable y podía moverse con cuidadosa libertad.

Tomó un baño caliente para relajar sus músculos y disfrutó de la caricia del agua, se sumergió en la tina todo el tiempo que su aguante bajo el agua lo permitía, sus movimientos delicados masajeaban su cuerpo y le daban una sensación que disfrutaba sentir.

Salió de la habitación ya vestido y bajó las escaleras temor do encontrarse con alguien, afortunadamente en la sala no había personas con las cuales confrontarse y con parsimonia se dirigió a la cocina, ahí estaban.

—Hola

—Buenas noches —saludaron ambos individuos, dejando de lado las tareas en proceso y enfocándose en él. —¿Te encuentras mejor? —y ante un asentimiento volvieron su concentración a lo anterior.

—¿Cuánto tiempo?

—Casi dos semanas, los Haitani trajeron a su doctor y te sedaron para que descanses mejor, después de eso tu cuerpo exhausto utilizó ese tiempo para intentar sanar.

La conversación no era incómoda pero tampoco amena, en los ojos de ambos chicos podía percibir su desbordante preocupación e impotencia por no poder hacer más.

—Shin-nii dijo que a penas te recuperes pases por su taller, que era urgente hablar de "eso"
¿Qué es "eso"? Takemichi.

—Basta, deja que Takemichi tenga su privacidad.

Empezaron una pequeña pelea para ver quien tenía razón, dos tortolos enamorados que no se daban cuanta o acordaban que aún tenían público.

—Gracias Kaku, iré ahora mismo —con intención de salir de la habitación, se dio la vuelta y comenzaba a caminar hacia afuera hasta que Izana me detuvo.

— Takemichi, cuando vuelvas vamos a hablar, esto no se va a qudar así, será mejor que pienses bien como vas a contarmelo todo. ¿Entendido Micchi?

—Si.

Con esa advertencia, salió de casa, sabía que ya no podría esconder más su pasado ni su nexo con los Sano.

Estaba jodido.

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