Falsa felicidad

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Lo extrañaba, por el maldito infierno que lo hacía.

Extrañaba ver sus ojos tan profundos y escasos destellos de luz cuando estaba emocionado, extrañaba esos ojos negros y sedoso cabello rubio.

Pasaron años antes de que Takemichi se relacionara de frente con un Sano.

El primer Sano al que vio, fue Mansaku, el abuelo de Mikey, aunque en ese entonces no lo sabía. Una tarde mientras regresaba de entrenar con los Haitani vio a un abuelo rodeado de chicos que parecían intentar atacarlo, aceleró el paso luego de una pelea en su mente sobre si meterse o no, cuando llegó cerca del círculo, aquellas personas comenzaron a atacar al abuelo.

Esperó un alarido del adulto mayor pero sólo llegó el de muchos jóvenes, impresionado de ver como los sujetos caían de uno a uno y sólo quedar de pie el anciano, paró de golpe casi tropesandose. El abuelo era genial, pensó en ese instante.

Con el corazón desbocado por la absurda preocupación que no pasó de ser eso, absurda, se dirigió al abuelo para ver si necesitaba algo.

Esa noche Takemichi acompañó al anciano a su casa. La casa de Mikey.

Pero como era de esperarse, Mikey no estaba, ninguno de los nietos de aquel anciano estaba,  tomó el té que le ofreció el abuelo y por la puerta entró alguien que no conocía, lucia cansado pero aún así tenía una sonrisa en la cara. El abuelo lo saludó con un gesto con la cabeza y una sonrisa.

-Shinichiro Sano- se presentó, luciendo una de sus sonrisas más amables y aunque Takemichi no le correspondiera la sonrisa, saludó educadamente.

Siempre lo comparaban con el. El había sido el reemplazo de un Shinichiro en el futuro.

El tercer Sano al que conoció fue Izana, cuando al entablar una amistad con Shinichiro, lo llevó a conocerlo al orfanato.

Se llevaron bien, aunque al instante de conocerlo se armada una pelea, pelea que resultó sorpresivamente en empate. Se ganó el aprecio de Izana y volvió a ver a Kakucho.

Siguió a Izana en Black Dragons desde las sombras, ocultando su identidad lo más que pudo y luego de un año de reinado propuso formar de una vez el sueño que Izana y Kakucho. Tenjiku.

Las pesadillas  fueron constantes, horribles escenarios en donde era lastimado de las formas más crueles posibles y recuerdos de un futuro pasado lo atormentan.

Tenjiku creció y el, todos lo hicieron, era un miembro de Élite y conquistaron Yokohama y Kioto en muy poco tiempo.

Los comandantes de la oscuridad, así eran llamados. Los líderes de Tenjiku.

Kurokawa y Hanagaki, eran los más temidos por sus enemigos y los más respetados y admirados por sus aliados. En la estructura del poder ellos estaban juntos, no se tomaba una decisión sin consultar la opinión del otro y las diferencias eran resueltas mediante una pequeña batalla en la que no se permitían tomar bandos y sólo eran conocedores de esta los Reyes celestiales.

Podría sentirse felíz, tal vez, no lo sabía, tenía todo lo que quería; dinero, un par de drogas, y personas con quien descargarse. Aún así se sentía vacío, con el sentimiento en el pecho de cuando vio morir a Mikey en sus brazos.

Durante todo ese tiempo jamás se acercó a ToMan y por su puesto que por la cabeza se le cruzó eliminar a Kisaki, pero aún con lo despiadado que se había vuelto entendía que está versión más joven de el no era culpable de las atrocidades que cometió, ¿o lo hará en el futuro? Ya no sabe, hace tiempo que perdió la noción del tiempo y espacio, nada se ve o sabe igual, no hay color, no hay sabor, no hay otro olor aparte de la sangre.

Está manchado, ese día cuando salía de la base de Tenjiku una molesta mosca lo estaba persiguiendo desde Yokohama hasta Shibuya, cuando lo enfrentó supo que vendrían más y no sólo por él, también por Izana y Kakucho y cualquier persona civil relacionada con ellos.

Izana y Kakucho se tenían entre ellos y a los Sano, los Haitani sólo a ellos y su madre, Madarame  era un imbécil que no le importaría dejar morir, Mochizuki tenía a su hermanita y él, Hanagaki Takemichi no tenía a nadie aparte de Izana y Kakucho.

Informó del ataque y se reducieron daños, muchos, casi todos en Tenjiku estaban ilesos  a excepción de algunos topos que se descubrieron en ese momento.

Casi todos estaban bien, casi, Kakucho recibió varias puñaladas cerca del área de los pulmones y tardaría en despertar de la cirugía .

Un chico de catorce años con siete puñaladas y un pulmón fisurado y aparte casi doscientos casos huesos rotos y emergencias llegando a los hospitales de la zona.

Un herido

Doscientos bastardos

Almenos quince muertos

Y dos nuevos asesinos

Antes que la prensa llegue y las autoridades, secuestraron una ambulancia y trasladaron a Kakucho no sin antes amenazar con matar a cualquiera que abriera la boca.

Aquí están, varios meses después en el cumpleaños de Izana, rodeados de adolecentes y exconvictos descontrolados en el departamento de Izana y Kakucho, latas de cerveza por aquí y botellas de buen alcohol por allá, con diferentes mujeres para el festín.

Ninguno de los líderes las tocó, A Izana sólo le interesaba Kakucho y a Kakucho Izana, Takemichi no era muy de mujeres según descubrieron y estaba por allí liado con un chico lindo que vio pasar.

- Tienes dieciocho, Izana, ¿Qué planeas hacer con Tenjiku? - preguntó Mochizuki ya hipnotizado y cegado por el alcohol.

- Cierto, ya eres un adulto, ya no puedes cogerte a Kakucho - se burló Ran aprovechando que el mencionado estaba buscando a Takemichi por el lugar e Izana estaba de un muy buen humor.

Recibió un almoadazo en la cara de parte de  quien acababa de llegar con Takemichi y Kokonoi, ambos con labios muy hinchados y ropa descolocada.

Los silvidos y las bromas no se hicieron esperar, Izana arquaba una ceja y Rindou los veía alterando entre Takemichi y Kokonoi.

- Izana, lamento interrumpir pero el señor Sano lo busca - habló con media formalidad el sujeto.

- ¿Shinichiro?, dile que pase - respondió alegre olvidándose de la burla hacia los descubiertos.

- No señor, es el joven Manjiro - la sonrisa de Izana se mantuvo y la de Kakucho se extendió, estando feliz de ver a su cuñado.

- Que pase.

- No es necesario, ya entré Izana-nii - protestó infantilmente antes que una chica se acercara y la rechazara con una mueca en la cara - Dijiste que celebrarías conmigo tu cumpleaños - estaba tan enfocado en su mediano enojo que no se fijó con quien más estaba y a quien se le helaba la sangre desde que fue mencionado.

Saliendo de su bruma, Takemichi todo un poco y comenzó a despedirse rápidamente.
Y fue cuando Manjiro posó sus ojos en el.

- ¿Takemichi?

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