Para alguien como Jack, conocer a Takemichi fue fascinante y a la vez abrumador. La primera vez que se vieron fue cuando Takemichi, en un estado de transe estaba parado en el borde de un puente, su rostro reflejaba una sonrisa llena de alivio y emoción, ciertamente sintió algo de envidia del chico pues pensaba que su sonrisa se debía al bonito atardecer que se reflejaba en el río, sintió celos de que una persona tuviera la suficiente paz como para quedarse admirando un atardecer.
Sin no se hubiese dado cuenta de la verdadera situación entonces ninguno de los dos estaría aquí.
Corrió con toda la fuerza que sus piernas de un niño de 6 años le permitían.
Cuando llegó al lugar en donde estaba aquel niño, casi fue demasiado tarde, el niño, tan concentrado en su renuente disfrute, no prestaba atención a su alrededor. Aquel niño, soltó sus manos de la baranda de seguridad del puente, ensanchando su sonrisa de forma hermosa.
Fue cuestión de segundos, tan sólo un par de segundos y entonces no habría podido salvarlo.
Tomando uno de sus brazos con ambas manos y enganchando sus pies al barandal para no caer, el niño abrió los ojos y su sonrisa se desvaneció y un pequeño escalofrío sacudió el cuerpo de Jack, la mirada de aquel niño estaba completamente muerta, tan vacía y gélida que provocaba miedo y tristeza.
- Sueltame - demandó el pequeño, incluso su voz era hueca y sin rastro de vida.
- No voy a dejarte caer, no se lo que pasó, pero puedes con eso y si quieres puedes buscar apoyo en mi, no voy a dejarte sólo. -Jack estaba desesperado, hablando sin saber y prometiendo cosas para darle algo de esperanza al pequeño con la mirada cansada.
- Sueltame, yo no quiero ser salvado, no gastes tus promesas en alguien que no conoces.
- Todos merecen ser salvados, una segunda oportunidad es para todos y seguro tienes a alguien te te importa muchísimo, tu familia o alguien especial, van a estar muy tristes si los dejas. - el brazo que sostenía se resbalaba de entre sus manos, y no notaba fuerza en aquel brazo.
- No hay nadie, en este lugar no hay nadie para mi, no hay padres, ni hermanos, no hay amigos. ¡No tengo a nadie! - el grito lo sobresaltó, pero lo que realmente le rompió el corazón fue el susurro dolorido que vino después -Estoy completamente sólo.
- Si vienes conmigo, mi familia va a ser la tuya y no vas a estar sólo otra vez. Déjame salvarte.
En el momento en que vio los ojos cristalizados del prqueño, supo que lo había logrado, él quería ser salvado.
En casa su familia los recibió con gusto, su pequeña hermana jugaba todos los días con Takemichi y su madre lo trataba con el mismo amor que a ellos. Takemichi se veía un poco menos perdido y un poco más vivo. Alcanzó a ver diminutas sonrisas sinceras y al igual que su madre y hermana, celebraban cuando esto pasaba. Está familia hubiese dañado el corazón de Takemichi, de no ser porque ya no les quedaba más tiempo juntos.
Una mañana su madre salió a su rutinario trabajo como recolectora y tardaría en volver, los niños de quedaron dentro de la casa como ya era costumbre y jugaban placidamente con los pocos juguetes que tenían, su estancia era pacífica y llena de calma, hasta que unos fuertes golpes contra la destartalada puerta sacudieron la felicidad de los niños.
Hombres con armas mostrandose En su cinturón entraron a la fuerza a la casa y cada uno de ellos sostuvo a un niño, todo lo que después recuerda fueron golpes y más golpes, su hermana estaba en el piso y un charco de sangre saliendo de su pequeña cabeza, Takemichi estaba en el piso inconciente, respiraba pero con mucha dificultad.
Preguntaban por su padre, el infeliz que los abandonó cuando su hermanita aún tenía dos años edad y él 4 años, los dejó a su suerte, sin dinero, los echó de casa sin nada más que lo que traían puesto y frente a ellos, quemó todas sus pertenencias.
No sabiendo nada del infeliz, fue lo único que respondió y luego preguntaron por su madre. No importaba cuanto daño le hacían, si soportaba hasta que los tipos se cansada y se fueran, podía dejar a su madre a salvó y ayudar a Takemichi una su hermanita. El plan era resistir, pero por cosas de la injusta vida, ese día su madre regresó temprano, no pudo salvarla de los innumerables golpes que le dieron, ambos niños, Jack y Takemichi ya despierto gritaban que dejará en paz a su madre cuando los golpes estaban escalando a algo más que eso.
Jack no sabe como Takemichi fue capaz de liberar sus ataduras y correr hacia el perpetrador y estampar una gran piedra en su cabeza, eso lo tumbó lejos de su madre, Takemichi siguió golpeando al sujeto con la pierda, su cabeza estaba hundida y la sangre salía a montones. Takemichi peleaba con los otros dos sujetos y los golpeaba con todo lo que encontraba, después de unos minutos todos ellos estaban en el suelo casi sin poder moverse.
La madre corrió a desatar a su otro hijo y enseguida fue con su hija, el alarido de dolor no se borrará de su mente, ni tampoco la cara de su madre cuando se dio cuenta de que su pequeña y dulce niña ya no respiraba y su cuerpo estaba poniéndose frío.
Estaba lamentando la muerte de la niña cuando una bala impacto en la cabeza de su madre, eso la mató al instante, el siguiente objetivo fue Takemichi quien recibió una bala en el hombro, tubo la suerte de encontrar el arma de uno de esos criminales, está estaba cargada y no tenía el seguro. Una tercera bala acabó la vida de quien le arrebató a su madre.
Las sirenas se escuchaban, los vecinos habían llamado a la policía y una ambulancia ante los disparos.
Lo que las autoridades encontraron fueron.
Tres muertes quienes eran una mujer de 30 años con una bala en la cabeza, una niña de cuatro años que murió a causa de los brutales golpes que recibió y un adulto de más de 40 años con varios contundentes golpes y un agujero de bala en la parte posterior de su cráneo.
Encontraron a los sobrevivientes.
Dos niños de seis años, el más grave tenía golpes y una bala incrustada en su hombro, el segundo niño tenía golpes, varios cortes profundos como método de tortura y peligraba de perder la visión en ambos ojos por los golpes en su cabeza.
Dos adultos desangrados por las heridas abiertas causadas por múltiples objetos, estos fueron tratados y llevados a prisión, sentenciados a 12 años de condena.
Uno de los niños fue trasladado al orfanato y el otro devuelto a sus padre biologicos por medio de su cuidadora quien fue quien levantó la denuncia de la desaparición del niño después de enfrentarse al desinterés de los padres del niño.
Ambos niños se mantenían en contacto, la cuidadora, Mei, llevaba a Takemichi al orfanato a visitar a Jack
Tiempo después la cuidadora renunció después de que el niño se despidiese de ella y le dijera que iba a escapar. Jack por desicion propia se quedó en el orfanato.
Con 14 años Takemichi formaba parte de una pandilla con Izana y Kakucho.
Jack escapó del orfanato y regresó a su casa, aunque Takemichi intentó ayudarlo, Jack lo alejaba para que su vida no se pudiera como la propia.
Su vida mejoró un poco cuando se unió a Black Dragons desde que estaba en el orfanato, conoció a los fundadores y formaron una buena amistad. Todo mejoró para el hasta que el resentimiento, dolor, tristeza y culpa que estaba reteniendo, explotó en su cara y no se vio capaz de seguir.
Poco tiempo despues Jack comenzó a ingerir cualquier sustancia que le hiciera efecto, abandono Black Dragons para no machar el honor de la pandilla, abandonó la pandilla pese a la negativa de los fundadores. Hacia trabajos como microtraficante para poder abastecerse hasta que deterioró su salud tanto que ya no podía salir de casa y entonces las personas a quien surtia, llegaban a su casa para comprar lo que sea que tuviera.
Murió ellos brazos de la única familia que le quedaba, habiendo notado el secreto de Takemichi y todo el peso que cargaba.
A diferencia de su madre y hermanas el pudo tener una tumba decente para descansar al fin del cruel mundo.
Jack Takahashi
1987 - 2005
Amado hermano
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Tenjiku
FanfictionEstaba agotado, decepcionado y enloquecido por tantos viajes, esfuerso y sentimientos que nunca tendrían un final feliz. Tal vez en otro lugar, talves con otras personas pueda lograr sanar tanto dolor. El castigo por desafiar a Dios Talves pueda t...