Capítulo 1

42 7 0
                                    


Solo se necesita una pequeña
Pizca de valentía, de esa manera pese al miedo nunca te
rendiras.

Howie Stevens

— Howie Stevens —

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Silencio...

Solo eso se escuchaba, tan profundo e imponente que llegaba a ser ensordecedor.

Mis sentidos estaban todos atentos ante cualquier señal de movimiento, en esto se definía la supervivencia. El bosque transmitía una paz y serenidad que en cualquier momento se vería alterada, solo debo defenderme a como de lugar.

Estoy en posición defensiva, mis manos envueltas en un puño, mis pies firmes inamovibles sobre aquel terreno, el sudor deslizandosé por mi frente y espalda.

Intento controlar mi respiración, inhalo y exhalo, repitiendo la acción consecutivamente mientras voy girando levemente en sentido de las agujas del reloj para poder divisar mejor todo el perímetro.

Ya han pasado un par de minutos desde que me encuentro acá esperando el ataque, y aún no pasa nada.

¡Déjense ver cobardes! —grito hacía el bosque para que sea quién estuviera ahí me pudieran escuchar.

Nada.

No hay ni una respuesta.

Empiezo a pensar que todo ha acabado y dejo salir un largo y profundo suspiro, aflojo los puños lentamente y siento que un gran peso se ha ido de mí.

Se ha acabado —digo en un susurró.

Error.

En ese momento un cuerpo sale balanceándose de atrás de mí, fue tan veloz que casi fue imperceptible, me toma desprevenida y golpea justo detrás de mis rodillas, haciendo que caiga inmediatamente.

Pasa su brazo alrededor de mi cuello y con su mano libre presiona un pequeño puñal justo al final de mí mandíbula.

—¡Jake Mate! —exclamó de manera victoriosa.

Mi respiración se descontroló por un segundo, todo paso por confiar en que nada pasaría, en que el peligro se había ido. Ahora heme aquí arrodillada ante los pies de mí enemigo.

Cierro los ojos para controlar nuevamente mi respiración.

Inhaló.

Exhaló.

—¿Te ofreceré piedad si dices que te rindes y ruegas por tu vida? —volvió a hacersé notar.

Abro los ojos sintiendo como mi sangre bombea por todo mí cuerpo trasladando calor consigo misma.

—¡Yo jamás me rindo! —dije.

Muevo mi cabeza hacía adelante e impulso con mucha fuerza hacia atrás provocando que está impacte contra el rostro de aquel chico.

LUCIÉRNAGAS: La leyenda de la luna y el sol (Mundo #2)[En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora