"El mundo luciérnaga, un continente, seis regiones."
El primero bajo el control de la familia real principal, los Stoll.
Los Rosseths, Flagels, Grills, Lumus, Toscanos y los Volcanos serían las familias mas influyentes luego de ellos.
Luz, la princ...
No puedes escapar de tus responsabilidades, aunque lo intentes ellas te perseguirán sin piedad.
— Howie Stevens —
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Dicen que cuando te suceden experiencias negativas no debes céntrate en lo que perdiste sino en todo lo bueno que ganaste, no sabría decir muy bien si esas palabras tienen algún sentido pero creo que cuando las puedes vivir en carne propia tal vez no suena tan descabelladas.
Cada vez que pienso en todo esto que está pasando se hace un gran hueco en mi estómago, mi vida cambió rápidamente de la forma más radical posible.
Me da miedo pensar en que me puedo encontrar solo en este mundo tan grande, tan diferente a todo lo que conozco, abatido, desolado y sin nadie que me de su apoyo.
¡Pero no es así!
Las tengo a ellas.
Todo estaba sumido en un silencio mordaz como si hasta el aire hubiera sido borrado de entre aquellas paredes que parecían que el tiempo no las había teñido con sus años, a pesar de que todo el lugar pareciera tener mucho tiempo atrapado entre sí su estructura parece ser muy sólida.
El suave roce de mí cuerpo contra aquellas sabanas que forraban ese colchón relleno de plumas hacía que de pronto se generará en mí un sentimiento de nostalgia, sin embargo ,esa emoción no pareció perdurar ya que en medio de ese vacío resonante se escuchó de pronto un sonido, como si algo se hubiese roto dentro de aquel refugio impenetrable de tiempo y espacio, una mano se había estrellado contra la puerta haciendo temblar el silencio con su firmeza.
El eco del golpe se extendió por toda la habitación como una maldición, flotando entre las paredes, evocando una intensa sensación de alerta y extrañeza.
¡Todo está bien!
Me obligué a pensar hacía mis adentros, ya todo había pasado y era imposible que algo peor pudiera ocurrir.
El implacable silencio volvió a ocupar la habitación, aunque ahora estaba permeado de ese primer golpe, como un augurio de que algo iba a cambiar en aquel lugar. La espera se hacía cada vez más profunda, como si el silencio de la habitación estuviera anhelando ser roto por un sonido o una presencia ajena a la suya.
Por alguna razón me quedé esperando a que eso ocurriera.
Y entonces, después de una eternidad en la que el silencio parecía ser el amo y señor de aquel lugar, se oyó otro sonido, apagado y débil pero definitivo. Era el sonido de la manija de la puerta moviéndose lentamente, como si alguien o algo estuviera decidiendo si atravesaría aquella frontera.
El silencio se quebraba a medida que la puerta comenzaba a abrirse lentamente, dejando entrar un resquicio de luz y permitiendo que la expectativa llegara hasta el umbral, y mientras la puerta seguía abriéndose, el aire comenzó a moverse con un lento y deliberado sigilo. Se escuchaba el susurro de la brisa, atrayendo partículas de polvo y luz que flotaban hacía aquella cavidad llamando a un espectador que hizo sombra entre la luz que se escurrió por el haz que se dibujó al abrir la puerta.