Cap 6 "Hay que estar muy desesperado para pedir empleo ahí."

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Elioth

¡Crac!

¡No puede estar pasando! Todo el suelo a mi alrededor está lleno de pequeños fragmentos de porcelana. Creo que mi cara está completamente roja, no puedo ni levantar la vista de la vergüenza. Intento calmarme para poder afrontar la situación.

Varios de los empleados se asoman para ver que provocó el ruido.

Quiero disculparme, sé que debo hacerlo, pero mi boca no quiere dejarme hablar. De alguna forma consigo reunir el valor para ver la reacción del chico que me guiaba.

—Diablos —susurra, pero no consigo descifrar si está molesto o no.

—Yo de verdad lo siento —por fin logro hablar, pero mi voz tiembla tanto que siento que en cualquier momento dejará de salir—, perdón, pagaré todo lo que rompí y voy a limpiar todo esto. De verdad lo siento mucho.

Quiero salir corriendo de la tienda, pero es lo último que puedo hacer ahora. Se que los empleados y algunos otros clientes están mirándome, lo cual solo aumenta mi vergüenza.

—Oye —dice el chico, tomándome del hombro—, tranquilo, solo fue un accidente, no tienes que preocuparte tanto. Iré a traer algo para limpiar y...

—¿Qué rayos está pasando aquí? —un hombre de contextura gruesa llega gritando.

Voltea hacia el chico que me guiaba y frunce todavía más el ceño.

—¡Tú! —lo señala y bruscamente lo sacude del hombro—, ¿por qué nunca puedes hacer nada bien?

—Pero, Señor —intenta defenderse.

—Callate, ya estoy harto de ti. Te dije que si volvías a hacer algo mal te largabas de mi tienda. ¡Ahora quítate ese uniforme y vete!

—Disculpe, Señor —intento llamar la atención del hombre, pero grita tan fuerte que apenas logro escucharme a mí mismo.

Vuelvo a intentarlo, esta vez más fuerte.

—Señor, no es culpa de él —esta vez si me escucha.

—Oh, querido cliente, no se preocupe. Es culpa de este muchacho malcriado que no sabe hacer su trabajo.

—Pero yo...

—De verdad no tiene que preocuparse, lo despediré de inmediato —le da un golpe por la cabeza al chico—, espero no lo haya estado molestando, por favor siga con su compra.

No puedo dejar que lo inculpen por mi error.

—Pero si fui yo quien lo rom...

—Ya le dije que no se preocupe, me ocuparé de este tipo —de inmediato lo obliga a caminar y se lo lleva antes de que yo pudiera decir algo más.

¿Van a despedirlo sin dejarlo explicarse? Los empleados empiezan a recoger los fragmentos de porcelana por todo el suelo y uno de ellos me indica que pase al mostrador para pagar por el peluche de zorro que todavía llevo en la mano.

Cuando me doy cuenta he perdido de vista al hombre y al chico. Pago el peluche y salgo de la tienda ¿Debería esperar cerca por si logro verlo y disculparme? No puedo irme así porque así.

Me siento en unas de las bancas frente al centro comercial, lo esperaré y si no sale en un rato entonces intentaré hablar con él en el colegio.


—¡Elioth!

Antes de tener tiempo para buscar de donde viene la voz, Leo me da unas palmadas por la espalda.

—Pensé que ya te habías ido. ¿Qué haces aquí, triste y abandonado en una banca?

Rumpels salta sobre mí con incluso más energía que antes. Le acaricio la cabeza.

—Estoy esperando a alguien de esa tienda —señalo la puerta.

—Agg, yo odio ese lugar. El dueño es la persona más horrible que conozco. Es gruñón, tacaño y solo le importa él mismo. Creeme, la única forma de que no te trate como basura es que le vayas a comprar algo, pero sus empleados siempre terminan renunciando o despedidos.

—¿En serio? Yo...creo que hice que despidieran a alguien, por eso estoy esperando a que salga para disculparme.

Leo se echa a reír mientras me da algunas palmaditas en la espalda.

—No es tan malo como piensas, miralo como que lo liberaste de esa explotación laboral. Sigo sin entender cómo consigue empleados si ni siquiera paga bien, hay que estar muy desesperado para pedir empleo ahí.

Aun así fue mi culpa que lo despidieran, si aguantaba tan malos tratos probablemente ocupaba mucho ese empleo.

—¡Y más te vale que no hayas dejado ni una de tus basuras esas! —grita el dueño de la tienda, empujando al chico fuera de la tienda, con una bolsa transparente llena de los peluches tejidos que me mostró antes.

—¡Dame mi pago, anciano! —responde bruscamente—. O voy a llamar a la policía.

—Niño malcriado, ¿por qué tienes que ser un fastidio siempre? —saca una billetera desgastada y le da unos cuantos billetes—, toma y lárgate de una buena vez.

—¿Es broma? Esto no es ni la mitad de lo que me debe, deme mi pago completo.

—¡Si lo querías debiste pensarlo antes de romper todo eso!

—¡Ya le dije que yo no lo rompí!

El hombre cierra la puerta frente a su cara y lo deja hablando solo.

—¡Anciano estúpido! —grita a través de la vitrina, antes de irse caminando patea la puerta de vidrio.

—Tengo que irme, gracias por todo— me despido de Leo.

Me levanto tan rápido como puedo cuando veo que se empieza a alejar e intento alcanzarlo. No estoy seguro de que debería de decirle, pero al menos le pagaré lo que rompí.

—Disculpa —llamo su atención cuando estoy tan cerca como para que me escuche.

—¿Qué quieres? —está tan alterado que no se detiene ni siquiera para voltear a ver quien le habla.

—Yo —camino más rápido para poder seguirle el paso—, solo quería disculparme por lo de la tienda y la porcelana.

Esta vez se detiene tan abruptamente que me cuesta frenar a tiempo para no chocar con él. Me mira con tanta furia como si yo fuera el jefe que recién lo despidió.

—No me importa lo mal que te sientas, te lo mereces. Por tu culpa me despidieron, así que quédate lejos de mí, ¿entendiste?

Sabía que podía llegar a parecer intimidante, pero verlo enojado tan de cerca haría a cualquiera quedarse paralizado.

Se aleja tan rápido que lo pierdo de vista, ni siquiera logré decirle que pensaba pagarle las piezas de porcelana. Podría buscarlo en el colegio, pero me miró con tanto odio que creo que si me acerco otra vez me golpeará en la cara.

¿Cómo voy a solucionar las cosas ahora?

Café y CartasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora